El imperio de las vulnerabilidades
En un país de frecuentes catástrofes naturales como el nuestro, ¿estamos dando el ancho en prevención y reconstrucción? La respuesta es muy difícil, porque hay una cierta idea de que resulta posible prevenir todo, lo que es una idea un poco mágica, ya que ni siquiera frente a las catástrofes sociales o políticas eso es posible, pero mucho más frente a las catástrofes naturales.
Si uno razona fríamente, cosa que es muy difícil en un desastre natural donde se pierden vidas y donde hay una tragedia, se da cuenta de que Chile tiene una capacidad de prevención y de reacción bastante fuerte si se compara con la de otros países, no solo de su mismo nivel de desarrollo, sino de niveles de desarrollo superior.
Veamos el caso de Estados Unidos, con el huracán Katrina en Nueva Orleans; el de distintas partes del mundo, donde terremotos de mucha menor magnitud que en Chile tienen efectos desoladores; o lo que pasa en los países europeos con el desborde de los ríos. Y no hablemos de países más pobres, donde los desastres significan sufrimientos enormes porque no hay recursos.
Naturalmente, este argumento racional es muy difícil cuando lo que se observa en esas situaciones es la tragedia. Entonces siempre se piensa que las cosas se pudieron prevenir más. Y eso también es verdad. Históricamente Chile es un país de una gran vulnerabilidad. Pensemos en los terremotos desde la colonia, en los volcanes, en cuántas veces se incendiaron Santiago y Valparaíso.
Chile es un país que tiene grandes vulnerabilidades por su estructura geográfica, por su composición. Entonces tiene que desarrollar, y eso es cierto, una mayor capacidad de prevención que otros países que tienen una situación menos vulnerable.
En ese sentido, habrá que repensar el rol de la Onemi, o como se llame el organismo que debe jugar el rol de coordinar lo que hay que coordinar. Por ejemplo, en la última catástrofe del norte producto de las lluvias, Carabineros, Bomberos, el Ejército, la Marina actuaron rápido.
Pero además de contar con una entidad de coordinación del conjunto de las instituciones, a lo mejor tendría que pensarse en una suerte de fuerza rápida de intervención o respuesta, que es una fuerza que está preparada para salir en minutos hacia una situación de emergencia y que mientras se comprueba el conjunto del daño, ya está en el terreno.
El hecho de que el país haya tenido un Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción da la dimensión de su vulnerabilidad histórica, y por eso se debería pensar quizás en una fuerza de esas características.
Y si Chile es vulnerable, Valparaíso lo es más aún porque si alguien tiene una geografía difícil y compleja, esa es nuestra ciudad.
Respecto del ritmo de la reconstrucción de Valparaíso, que ha sido motivo de polémica, yo escuchaba en estos días los reclamos de la gente del norte.
¿Cómo no va a mirar desde su punto de vista la persona que se pregunta dónde está su casa a las horas de ocurrida la tragedia?
Pero, insisto, en este contexto las soluciones inmediatas no existen. Creo que en la reconstrucción puede haber habido demoras, pero si hacemos comparaciones con otros países respecto del nivel de reconstrucción, yo creo que es bastante alta.
Claro, yo entiendo que no es un argumento que convenza a los afectados, pero es parte de la realidad.
Con ocasión de visitar las zonas del norte golpeadas por las inundaciones y aludes, tomar contacto con los afectados en su dolorosa realidad y llevar las ayudas de la "Fundación Vamos Que Se Puede" y la recolectada en las sedes de RN en la Región de Valparaíso, pude apreciar no solo la magnitud y gravedad de sus problemas humanos y materiales, sino el evidente y excesivo centralismo político, administrativo, económico y cultural que agobia a Santiago. Lo cierto es que éste impide ver las dificultades reales de los demás territorios, hace imposible buscar soluciones propias a las regiones y aquellas capaces de visualizarlas, carecen de los medios y atribuciones mínimas para implementarlas, porque están en manos de burocracias instaladas en la capital, que no previenen nada y reaccionan tarde o de modo insuficiente.
La prevención de las emergencias y el acopio de medios materiales no puede seguir estando instalada solo en la ONEMI santiaguina. No es posible que no exista una efectiva planificación nacional que integre la visión y experiencia regionales, que disponga de centros de depósito de medios y recursos humanos en cada uno de los territorios según la naturaleza de sus posibles emergencias y dote a las administraciones regionales y comunales de especialistas que puedan estudiarlas y proponer a las autoridades locales las medidas que se requieran.
Se encuentra en trámite una Reforma Constitucional para posibilitar la elección de los intendentes como jefes de los gobiernos regionales, pero ella no expresa una idea real sobre la necesidad de un compromiso de la Carta Fundamental con la descentralización que asegure una mayor equidad territorial y esboce un proyecto de país que, aun siendo unitario en unos pocos aspectos esenciales, oriente y asegure la materialización, de una vez por todas, de una efectiva descentralización, política, administrativa, económica y fiscal.
La Presidenta de la República ha expresado su decisión de construir ese país descentralizado y dispuso de una Comisión Presidencial para que señalara esos lineamientos. La Comisión hizo su tarea con rapidez y eficacia, consultando a todas los territorios regionales. Sus propuestas fueron recogidas por el Gobierno en una solemne ceremonia en el Congreso y la Presidenta pidió a sus ministros "dar el ancho" para ponerla en práctica.
Al parecer eso no ha ocurrido por la fuerza de la burocracia de los Ministerios y organismos centrales, que se empieza a oponer en defensa de sus intereses. Renovación Nacional, ha adherido a esas recomendaciones y, aunque muchos creemos que es posible elegir en el 2016 las autoridades regionales, RN concordó para allanar el camino en el 2017. Las bancadas regionalistas del Senado y de la Cámara de Diputados hemos expresado nuestro compromiso con el proceso, pero debemos estar atentos y desplegar nuestros esfuerzos para que el compromiso de la Presidenta se materialice en forma convincente y pronta.
Las duras realidades y el dolor humano que provoca la incapacidad de prevenir desde Santiago las emergencias, de acuerdo a las particularidades de los distintos territorios, hace evidente la necesidad de descentralizar cuanto antes, sin maniobras dilatorias, atribuciones y recursos para que sean las zonas afectadas y sus autoridades quienes asuman la responsabilidad de prevenir y dar respuestas eficaces y oportunas, porque son sus habitantes los que sufren las consecuencias.
Mi convicción se hizo más firme luego de compartir con quienes sufren la emergencia del norte. Dicha experiencia ha confirmado que los mismos problemas ocurridos en el pasado no han conmovido a las burocracias que quieren seguir gobernando y administrando, inconmovibles y como únicos señores, un país extraordinariamente diverso en toda su larga extensión. No dejemos pasar la oportunidad que surge de esta amarga experiencia, pues nadie podrá perdonarnos que en el futuro se repita la historia.
Hace un año ocurrió una de las tragedias más grandes en la historia de Valparaíso. Aún recordamos con impacto aquellas imágenes que nos hicieron reflexionar críticamente sobre el presente y futuro de nuestra ciudad puerto.
El mega incendio nos dejó una serie de desafíos tanto en lo contingente asociado a la reconstrucción y prevención básica respecto de posibles nuevas catástrofes como al mediano y largo plazo respecto a planificación urbana de nuestra ciudad patrimonio de la humanidad.
En lo inmediato urge la limpieza de quebradas en sitios eriazos existentes, para eso debemos darle los recursos necesarios a los funcionarios de Conaf que hoy sabemos se harán responsables, y ojalá considerar a los brigadistas quienes esperamos puedan ser justamente remunerados de acuerdo al servicio arriesgado que prestan. Pero también debemos establecer sanciones contra los dueños de quebradas que no se hacen responsables de la limpieza. El riesgo no está solo en las quebradas, es necesario mejorar cortafuegos tanto de las zonas rurales que rodean a la urbe como dentro de la ciudad.
Por eso es que le pedimos al gobierno que debe hacer una campaña comunicacional, fuerte y directa que explique a los ciudadanos los peligros de botar basura en lugares no habilitados. Una bolsa de basura tirada a una quebrada es como si fuera un bidón de bencina en época de incendio. Es una urgencia sensibilizar a la comunidad, y que además de la campaña, se debe acompañar con acciones concretas que las autoridades deben realizar.
Respecto del proceso de reconstrucción, como bien dicen los dirigentes de los cerros ha avanzado, pero ha sido lenta. Y en ese sentido comparto esa visión, a todos nos gustaría tiempos de ejecuciones menores, pero hay imposibilidades técnicas y administrativas que lo impiden.
Hace unos días el Delegado reconocía que hay cerca del 27% de familias damnificadas han tenido una solución definitiva entre las que se encuentran, reconstrucción y permanencia en los cerros, o adquiriendo una nueva vivienda mediante subsidios, sin embargo, nuestro desafío es seguir trabajando junto a los que aún no tienen una respuesta a sus demandas.
Los dirigentes vecinales nos han hecho ver con mucha fuerza que debe existir una mayor fiscalización a las obras realizadas, en especial a las casas que se están construyendo. Si bien muchas de las constructoras fueron elegidas por los propios vecinos, una gran cantidad nos han expresado sus reparos frente a la calidad de las obras entregadas. Es por eso que solicitaremos un equipo especial que pueda dar sellos a las viviendas, ya que son muchos los recursos involucrados y que pertenecen a todos los chilenos y que deben ser bien utilizados. No podemos darnos el lujo como país y mucho menos como ciudad, que en una par de meses veamos que casas ya entregadas y terminadas tengan problemas de construcción severos y debamos hacer un gasto doble. En este sentido también la Contraloría debiera involucrarse en este proceso.
Los desafíos de mediano y largo plazo son múltiples, debemos ser capaces como ciudad de trabajar en una línea y tener un diagnóstico claro sobre lo que debemos hacer. Un buen avance han hecho autoridades, académicos, centros de estudio y la ciudadanía organizada sobre qué áreas son las que se deben intervenir: conectividad vial, determinar zonas de riesgo, gestión ecológica de las zonas rurales, el problema permanente de la basura, entre muchos otros. Sin embargo, ningún académico o autoridad aislada desde su oficina puede dar recetas, la única forma en la que esto se supere es con la participación y el compromiso ciudadano.
Hemos tenido muchos seminarios, reuniones, comisiones para reflexionar de la planificación urbana, pero sigue faltando una decisión que sólo el trabajo desde la descentralización podemos hacer. Por eso hemos propuesto la creación por ley de la Corporación de Desarrollo Urbano de Valparaíso, una entidad público privada que pueda pensar, planificar y ejecutar con recursos propios lo que debemos hacer para la ciudad con una mirada holística.
Por último, quiero hacer un reconocimiento especial al Cuerpo de Bomberos, porque como porteños sociedad jamás nos olvidamos de lo que hicieron hace un año.