Ataques al Museo a Cielo Abierto
El Museo a Cielo Abierto configura uno de los hitos patrimoniales del cerro Bellavista y de la Ciudad Puerto. Compuesto por veinte murales, comienza su historia en 1969 gracias a la iniciativa de un grupo de alumnos del Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso, quienes liderados por el profesor Francisco Méndez Labbé, buscaban acercar el arte a la ciudadanía, interviniendo espacios públicos.
En 1973 sufre una interrupción en su ejecución, que se reanuda en 1991, donde se finalizan los murales que conocemos hoy. El recorrido que tiene como extremos la calle Ferrari y la escalera Pasteur, contiene obras de artistas tan destacados como Roberto Matta, Mario Carreño, Matilde Pérez, Gracia Barrios, Nemesio Antúnez, Mario Toral, entre otros notables artistas chilenos, que fueron protagonistas de las artes plásticas durante el siglo XX.
Como cualquier obra de arte, los murales han estado expuestos a un proceso de deterioro constante, que en los últimos años se ha visto acelerado por una práctica hoy en día común y que parece haberse instalado en nuestra ciudad: el grafiti. Estos grafitis, en su mayoría firmas realizadas con spray o plumones, denominadas "tags", han ido superponiéndose sobre los murales más expuestos con tal profusión que llegaron a cubrirlos totalmente.
Gracias a la intervención llevada a cabo por Duoc UC, a través de la carrera de Restauración Patrimonial, con fondos otorgados por la Municipalidad de Valparaíso, los 20 murales del museo recuperaron uno de sus principales atributos: la visibilidad y legibilidad; sin embargo, aún antes que se concrete la entrega de los murales restaurados, varios de ellos ya han sido alterados nuevamente con grafitis.
Estos hechos se agudizan en la escalera Pasteur, espacio donde usualmente se reúnen grupos de personas que profitan de la oscuridad, para la realización de actos vandálicos que se han transformado en vicios ciudadanos y se resumen en la falta de cuidado por el espacio y bienes públicos que, como su nombre lo indica, nos pertenecen a todos, independiente de nuestra ideología y categorización social.
El vandalismo contra los murales es un ataque directo al espíritu cívico que estos artistas quisieron darle al museo, entregándolo a la ciudadanía en pleno, sin distinciones. A pesar de todo, los murales restaurados seguirán estando ahí, entregados a la conciencia social de la ciudadanía. Ante ello, hacemos un llamado a respetar y valorar su vocación pública desinteresada, tan necesaria en estos días.
Iván Maureira