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Misión de paz: Relatos sobre la labor de las tropas chilenas en Haití

haití. Comandantes de Batallón describen la situación que se vive en el país caribeño.
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"Nuestra función principal es prepararnos para la guerra. Tenemos una estructura formativa que nos lleva a tomar estas misiones". Así de tajante el capitán de la Armada, José Álvarez Chaigneau, se refiere a su próximo viaje a Haití, donde permanecerá por ocho meses como comandante del Batallón Chile, el mismo que recientemente perdió a uno de sus integrantes, luego que recibiera un disparo en la cabeza mientras se encontraba en medio de una manifestación en la localidad de Ouanaminthe.

La trágica muerte del sargento segundo Rodrigo Sanhueza Soto hizo que resurgieran los cuestionamientos respecto a si aún es necesaria la presencia chilena en Haití. Pero el propio Álvarez sostuvo que la situación de allá es completamente diferente a la de Chile, y que aún necesitan de la ayuda para que no exista un retroceso. "Nosotros cumplimos labores que son ordenadas por estamentos superiores. Si a mí me ordenan ir a un lugar, yo tengo que ir y cumplir mi trabajo de la mejor forma posible", agregó, a días de viajar por segunda vez al país centroamericano, hasta fines de año.

En 2004 por vez primera las tropas chilenas se desplegaron en Haití con el objetivo de rescatar a un país -en ese entonces- golpeado por la pobreza y la violencia. "La misión ese año era imponer la paz", recuerda el capitán Favio Santibáñez, quien estuvo por primera vez cuando se inició el trabajo, y en septiembre pasado volvió de su segundo período en Haití, esta vez como comandante del Batallón Chile.

"En 2004 era diferente, porque el entorno era otro. Recién comenzaban los problemas en Haití y había un Estado fallido, muy convulsionado. Las instituciones no funcionaban, los bancos estaban cerrados, y eso duró hasta mediados de 2006, cuando se empezó a sentir un cambio en el país. Cabo Haitiano hoy es una de las ciudades que más ha crecido económicamente en Haití", precisó el capitán Santibáñez.

REAL IMPORTANCIA

El contingente chileno presente en Haití está conformado por 418 personas. De ellos, 279 forman parte del Batallón Chile, desplegado en la ciudad de Cabo Haitiano. El resto, pertenecen a la Policía de Naciones Unidas, al Grupo de Helicópteros de la Fuerza Aérea en Haití y a la Compañía de Ingenieros, quienes volverán la próxima semana tras poner fin a su misión de paz que duró diez años, luego de la disminución paulatina que solicitó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Consejo de Defensa.

"La importancia de las tropas chilenas es en todos los ámbitos. Se desarrollan cursos de capacitación, similares a los Sence (Servicio Nacional de Capacitación y Empleo) en Chile. A la población se le entrega cursos de peluquería, repostería, de ayudante mecánico o electricista, les entregamos un certificado y así pueden conseguir una fuente de trabajo en su propio país", aseguró Santibáñez.

En cuanto a los trabajos para estabilizar la paz, agregó que "por lo general hacemos patrullajes en coordinación con la policía haitiana y la de la ONU, para mantener un entorno seguro", y recordó que en su primer período (2004) "hicimos un proceso de desmovilización y reinserción de exmilitares en la sociedad haitiana. Gracias al batallón de ese entonces, los exmilitares fueron ingresados a la escuela de policía de la ciudad de Puerto Príncipe".

Sobre ello, el capitán Álvarez precisó en que "el manejo de armas allá es diferente a nuestro país, no se regula. Por ejemplo, la gente andaba con machetes en la calle porque lo usaban como herramienta de trabajo, para cortar las cañas de azúcar. La circulación de armas de todo tipo era real, pero esa tarea de desarme ya está terminada".

TEMORES Y RIESGOS

Con la muerte del sargento Sanhueza la cifra de mártires aumenta a tres, tras el fallecimiento del sargento Sigfrido Abarca, quien se quitó la vida en 2008, y a la del otro sargento, Guillermo Arévalo -de Villa Alemana-, quien falleció luego de recibir seis disparos en un confuso incidente en 2012.

"Lo que nosotros hacemos en Haití es un trabajo real, por tanto todo lo que se hace tiene un componente de riesgo, pero que nosotros mismos controlamos en base al entrenamiento, al profesionalismo y al equipamiento con el que contamos. Siempre se está suceptible a situaciones, porque estamos en un área de operaciones, pero que se logran mitigar", comenta el capitán Álvarez.

Mientras que Eduardo Bugueño, sargento (r) que también fue en 2004 a Haití, aseguró que "al principio había muchas balaceras. Nosotros fuimos de los primeros que hicieron patrullajes a pie en los sectores más largos. Eran muchas las situaciones chocantes; por ejemplo, al tercer día de estar allá me tocó ver a una niña que el papá la había ahogado. Después uno se encontraba con cadáveres en la calle, pero se tiene que ir aconstumbrando".

Si bien hay coincidencia en que la situación en Haití siempre es de preocupación, ambos concuerdan que gracias al trabajo que han realizado las tropas chilenas a los largo de los años que han permanecido, la estadía de ellos se ha desarrollado en un ambiente de mayor tranquilidad.

"Los niveles de tensión en las áreas de misión siempre varían, pero todas las actividades que nosotros realizamos se cumplen bajo parámetros de seguridad. De acuerdo a mi experiencia, el área de operaciones en Cabo Haitiano -que es donde está el Batallón Chile- es de las más tranquilas en Haití, y eso es producto de nuestro trabajo", comentó Santibáñez.

responsabilidad SOCIAL

Pero la presencia de los uniformados chilenos en Haití no solo se traduce en un trabajo militar: la interacción con la comunidad haitiana se ha vuelto una materia fundamental en el trabajo de las tropas, al punto de encomendar roles destinados únicamente a la labor social.

"En 2007, el batallón de ese entonces apadrinó un hogar de menores en Cabo Haitiano. Hoy, ocho años después, el apoyo se mantiene por parte de nosotros. El cariño que se ha ganado el Batallón Chile es en base al respeto y a los trabajos sociales que se han hecho con la comunidad. Para el haitiano, que ellos tengan un entorno estable y seguro es vital y lo agradecen eternamente", recuerda el excomandante del Batallón.

Además, el exsargento Bugueño, quien en en el año 2004 ocupó el cargo de segundo comandante de sección, comentó que "entregábamos cuadernos, lápices de colores y a los niños los llevábamos al colegio. También juntábamos comida que nos había quedado y se la repartíamos solo a los menores, para que sus papás no se las quitaran".

lejos de la familia

A pesar del peligro al que están expuestas las tropas chilenas, el estar alejado durante ocho meses de las familias pareciera ser una situación a la que están acostumbrados, y quienes más se inquietan son los familiares que se quedan en Chile.

"Mi esposo toda la vida me preparó para una situación negativa. Siempre que se iba a navegar nos dejaba plata y nos decía que siempre podía pasar algo. Ellos saben que puede ocurrirles algo y ese mensaje siempre me lo transmitió... pero uno nunca está preparada", confesó Elizabeth Vivanco, la esposa del fallecido sargento Arévalo, quien murió en 2012 en Haití.

En tanto, Santibáñez precisó en que "la gran mayoría de las familias saben que es parte de nuestro trabajo y que hay veces que tenemos cumplir misiones de este tipo".

En cuanto a la permanencia -altamente debatida- de las tropas chilenas en Haití, el exsargento Bugueño fue enfático al señalar que "por supuesto que es necesaria la presencia. Quizá el adulto, como se dice, ya creció chueco el árbol, pero hay que salvar a los miles de niños ante la situación en que viven y seguirán viviendo".