Un exmiembro de las SS nazis acusado de complicidad en 300.000 asesinatos en el campo de exterminio de Auschwitz reconoció ayer su "culpa moral" y mostró su arrepentimiento a las víctimas y sobrevivientes al comenzar a ser juzgado en un mediático proceso en Alemania.
"Para mí es indiscutible que moralmente fui cómplice", señaló Oskar Gröning, de 93 años, en la primera jornada del que podría ser uno de los últimos grandes juicios a criminales de guerra nazis. "Ustedes deberán resolver la cuestión de la culpa penal", dijo a los jueces de la corte de Luneburgo, norte de Alemania.
Gröning admitió haber tenido conocimiento ya a su llegada al campo de Auschwitz en 1942 de que los judíos estaban siendo asesinados en cámaras de gas. Luego se dirigió a las víctimas y sobrevivientes, algunos de ellos presentes en el juicio, para asegurarles que se arrepentía de su actuación.
La fiscalía de la ciudad de Hannover acusa a Gröning de haber trabajado en la plataforma ferroviaria a la que llegaban trenes cargados de presos a Auschwitz, contribuyendo con sus tareas al funcionamiento de la maquinaria de exterminio nazi.
Su papel era eliminar el equipaje que dejaban los presos, registrar su contenido, separar el dinero y enviarlo a la central de las SS en Berlín, según la acusación, lo que le valió el apodo de "el contable de Auschwitz" en la prensa.
cambio en condenas
Gröning no está acusado de perpetrar personalmente ningún crimen, pero desde 2011 la Justicia ya no exige pruebas de una implicación directa para iniciar procesos de este tipo: basta con que el acusado haya trabajado en un campo para que se considere que colaboró con los crímenes nazis.
El cambio en la perspectiva legal se produjo con la condena de John Demjanjuk a cinco años de prisión en 2011 por complicidad con más de 28.000 asesinatos en el campo de exterminio de Sobibor. El entonces anciano de 92 años murió en 2012. Desde entonces hubo varios procesos a exempleados de campos.
El juicio a Gröning, que se extenderá hasta fines de julio acompañado de una enorme atención dentro y fuera de Alemania, comenzó con media hora de retraso después de que el anciano apareciera en el tribunal de Luneburgo caminando ayudado por un andador y sostenido por sus abogados.
En su declaración de casi una hora, Gröning describió las imágenes del horror que presenció en Auschwitz. Recordó que en una ocasión oyó cómo se apagaban lentamente los gritos de las víctimas en una cámara de gas. O cómo un miembro de las SS mató a un bebé golpeándolo contra un camión.
Tras este último episodio pidió a sus superiores que lo desplazaran al frente, aseguró, pero le respondieron que no podía dejar el campo.
Gröning podría ser condenado a entre tres y 15 años de prisión.