Actualmente se tramita en el Congreso Nacional una iniciativa de ley, que abarca un amplio número de materias, cuyo núcleo se centra en el aspecto sindical y colectivo de las relaciones laborales. El objetivo de dicha iniciativa es lograr un mayor equilibrio entre las partes sindical y empresarial, pero sin embargo es objeto de gran controversia y de críticas tanto de organizaciones sindicales como empresariales.
Los ámbitos de debate en algunas materias son fuertes, pero acotadas. En otros, las diferencias son abismales. En este último caso, las diferencias van desde aquellos que proponen desregular completamente la negociación colectiva y la organización sindical -libertad sindical plena- y los que aspiran a regular con todo detalle lo que pueden y no pueden hacer las partes en la relación colectiva.
Nuestra mirada
Por nuestra parte, consideramos que aunque las normas laborales son relevantes, las relaciones colectivas son mucho más amplias que aquello que señalan las leyes, y su dinámica depende esencialmente de la voluntad y capacidad de las partes para gestionarlas en pos de la cooperación y los acuerdos de beneficio mutuo.
¿Cuál es el sustento de esta afirmación? Al observar las relaciones laborales al interior de una organización se puede constatar que ellas son de hecho (las relaciones entre personas ocurren con o sin ley). Son colectivas (de manera ineludible existe un sentimiento de solidaridad al interior de los grupos de personas y esto generará una acción coordinada), y bilaterales (el grupo o colectivo buscará eludir jerarquía para negociar de igual a igual). Constatando los hechos y sin pretender darle un juicio de valor, las relaciones laborales nacieron hace un poco más de un siglo, aun cuando las organizaciones sindicales estaban prohibidas, así como la negociación de un grupo unido de trabajadores con sus empleadores.
Cabe señalar que no estamos afirmando que no es necesaria una ley laboral. El derecho laboral tiene un rol protector que es necesario mantener. El punto que queremos sostener es otro, y para clarificarlo usaremos una analogía: Sin importar la cantidad de regulaciones que se establezcan sobre el matrimonio, la calidad de la vida familiar se sustenta en último término en la capacidad de la pareja de dialogar y acordar en pos del bien común de la familia.
Algo de historia
Volviendo a la cuestión central de las relaciones laborales, echemos un pequeño vistazo a la historia reciente. A inicios del siglo XX en EE.UU. se inició el estudio de las relaciones industriales. El psicólogo Elton Mayo fue uno de sus más notables precursores y sus hallazgos tuvieron un efecto sísmico en el pensamiento administrativo. En busca de los factores que incidían en la productividad, Mayo constituyó dos grupos al interior de una empresa. Para cada uno de ellos introdujo modificaciones distintas en las condiciones de trabajo, duración de la jornada y sistemas de pago de incentivos. Sin embargo, y para sorpresa de E. Mayo y sus colaboradores, la productividad de ambos grupos no varió de manera notable.
Tras la evidencia que arrojó este estudio, Mayo llegó a la conclusión de que eran otros factores responsables de la productividad. En términos generales, el aumento de ésta se debía a factores sociales como la moral de los empleados, la existencia de satisfactorias interrelaciones entre los miembros de un grupo de trabajo ("sentido de pertenencia") y la eficacia de la administración: un tipo de administración capaz de comprender el comportamiento humano, especialmente el comportamiento grupal, y de favorecerlo mediante habilidades interpersonales. Este fenómeno, producto del hecho que se pusiera atención en las personas, se conoce como "efecto Hawthorne".
Sin embargo, hace aproximadamente 50 años comenzó un cambio en la gestión de las relaciones laborales. Cambios en las ideas económicas predominantes que provocaron que emergieran nuevos modelos científicos, particularmente cuantitativos, que pusieron el acento en el trabajador considerado individualmente. Este enfoque sin duda ha tenido notables éxitos, pero con el tiempo ha emergido uno de sus déficit: carece de una concepción de las relaciones colectivas de trabajo.
Volviendo a nuestra premisa, la calidad de las relaciones laborales dependerá de la voluntad y capacidad de las partes para construir acuerdos de mutuo beneficio. No se trata tan sólo de evitar los conflictos. Como lo demostró Elton Mayo, la cuestión en juego también es elevar la productividad.