Más de trece meses han pasado desde que el mayor incendio en una zona urbana afectara a nuestro país. El 12 de abril de 2014, en el sector de La Pólvora, en Valparaíso, comenzaron las llamas que, con el correr de las horas, terminaron con un saldo 2.900 viviendas destruidas, 12.500 damnificados, 15 víctimas fatales y más de 500 heridos. Los cerros Mariposas, Monjas, La Cruz, El Litre, Las Cañas, Merced, La Virgen, Santa Elena, Ramaditas y Rocuant ardieron en unas de las jornadas más devastadoras que ha vivido la Región de Valparaíso.
Uno pensaría que luego de catástrofes como estas, que por lo demás son netamente responsabilidad humana, medidas concretas y rápidas serían tomadas. Lamentablemente, esto no ha sido así.
En el marco del Programa de Control de Microbasurales, realizado por la Conaf en la Región de Valparaíso, se detectó la existencia de basurales al interior de propiedades particulares, ubicados todos en la zona afectada por el incendio, los cuales no cuentan con ninguna medida de seguridad o plan de fiscalización, y que incluso, en algunos casos, cobrarían por recibir desechos para almacenarlos de manera "artesanal". En un país donde las catástrofes naturales marcan la realidad nacional y social, no puede haber espacio alguno donde se permita que ocurran (o se repitan) tragedias derivadas de la negligencia, descuido o, derechamente, irresponsabilidad humana.
Hechos lamentables como el que ocurrió en Valparaíso entregan lecciones que las autoridades están obligadas a aprender. En este caso, el aprendizaje más importante es que la reconstrucción no solo se hace entregando a la gente las viviendas que perdieron, sino que construyendo una comunidad más segura y preparada que la que enfrentó el problema anterior. Está en la autoridad comprender que la solución no siempre está en lo tangible y que el cliché "la caña es más importante que el pez" tiene un punto sumamente válido; en este caso puntual, la educación y la prevención son lo más importante.
Espero que las autoridades tomen acción directa y concreta sobre hechos que en más de una oportunidad han derivado en catástrofes incontrolables. En política suele suceder que los "temas son temas" mientras suceden o mientras estén las cámaras encendidas, pero el real desafío es trabajar por causas incluso cuando estas no están en el noticiero central.
Es momento de dejar de ver a Valparaíso como una ciudad pintoresca o como foco de turismo, y pasar a entender a la ciudad como un polo de desarrollo social y familiar. La reconstrucción debe ser un trabajo íntegro, iniciado desde las bases más profundas de la comunidad. Se debe trabajar de manera fiscalizadora, educadora y preventiva, dejando atrás el asistencialismo en época de crisis. Mi llamado, en ese sentido, es a trabajar por el bien futuro de la ciudad y no más por la exposición inmediata.
Lily Pérez