Antigüedades, cachivaches, ropa usada, pajaritos, conejos y juguetes de colección. Ese es el paisaje que los días domingos se apodera de una de las principales arterias de Valparaíso y donde, sin mentir ni equivocarse, se puede encontrar de un cuanto hay: cosas viejas y cosas nuevas, cosas lindas y cosas feas, cosas prácticas y cosas innecesarias. Y es que tras varias décadas de existencia -ya que los abuelos suelen acordarse de estos paseos dominicales- la feria de las pulgas de la Avenida Argentina, algo así como el ying y el yang del comercio informal porteño, sigue siendo el panorama ideal para turistas busquillas y familias que buscan la diversión en la diversidad transversal que ofrece un Valparaíso anclado en la interculturalidad.