"Esto no es un apoyo PSU, sino más bien socio-emocional, porque los coordinadores te ayudan, te preguntan qué te pasa y es un ambiente lindo y grato donde estar, porque desde el punto de vista adolescente ¿quién se quiere levantar un sábado en la mañana para ir a clases? Pero nosotros sí. Entonces, es una experiencia que muchos no queremos perder. Y como estudiante de cuarto medio, me da un poco de tristeza salir", cuenta Williams Luttgue, del Liceo Eduardo de la Barra, que desde sexto básico pertenece al Programa de talentos Beta, de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), que busca apoyar y potenciar a los niños con altas capacidades, es decir, una capacidad cognitiva superior al promedio de las personas, quienes expusieron los resultados de sus cursos en una colorida feria montada en la casa central.
NI DIFÍCIL NI FÁCIL
"Talentos no es difícil ni fácil, porque uno se adecúa, no sé si decirlo de esta forma, a un ego de personas con talento, lo que lleva a que varios nos ven desde afuera como que siempre vamos a sacar 850 en la PSU y eso es súper relativo", precisa Luttgue, que este semestre tomó el curso de ecobotánica porque "en mi casa estamos relacionados con las plantas, tenemos un jardín inmenso y quería aprender algo más sobre la relación que tienen los ecosistemas con uno mismo".
Ahí aprendió conceptos básicos de la especialidad, así como las relaciones entre las especies "y que las semillas se siembran y las plantas se plantan, lo que parece muy básico, pero la gente se equivoca casi siempre", dice mientras exhibe su herbario con frutos, frutas y hojas realizado en las salidas al Jardín Botánico y la avenida Brasil, reclamando además que "las especies que recogimos fueron puras introducidas, porque nativas en Chile quedan súper pocas y no están en la ciudad, sino que en reservas".
Pasillos repletos de acertijos matemáticos, cuestionamientos a Platón y preguntas en otros idiomas y épocas dan cuenta de la diversidad de intereses y respuestas a los diversos tipos de inteligencia, como el curso de ilustración editorial, donde "trabajamos la imagen, el diseño y cómo acercarnos con los libros a través del diseño. Entonces, abordamos distintas temáticas, por ejemplo, el fanzine, los elementos que conforman un libro o la faja, donde los chicos hicieron separadores y aprendieron sobre la importancia de este elemento en los libros, que algunos tienen y otros no; además de cómo se combina la imagen y el texto, su posición dentro de un afiche y las distintas técnicas para hacer estos trabajos", afirma la diseñadora Mariela Zúñiga.
Agregó que "la última etapa les gustó mucho, que fue la encuadernación, donde los jóvenes aprendieron a coser, a trabajar con el papel y crear pequeños cuadernos personalizados", que hoy llenan con sus pensamientos sobre el futuro y qué lograr con sus talentos.