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Chile detrás del lente

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Ernesto Ottone

Margot Loyola (1918-2015): una vida de canto y baile

música. La historia y el legado de la gran folclorista fallecida esta semana.

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Casi un siglo de vida alcanzó a completar Margot Loyola, la folclorista nacida en el Maule un 15 de septiembre de 1918, a días de la llegada de la primavera. Luego que se informara, el pasado lunes, que había muerto en su casa de La Reina por causas naturales, las redes sociales se llenaron de mensajes cariñosos al pie de su sitio de Facebook, o en algún video de YouTube. "Faltarán pañuelos blancos este septiembre para rendirte cuecas", afirmaba un seguidor en uno de esas grabaciones.

Loyola, que siempre andaba con un pañuelito de género anudado en la muñeca por si salía baile y que el año pasado recopiló en un libro macizo de casi 400 páginas "50 danzas tradicionales y populares en Chile", estaba preparando otro más sobre el tema, aparte de uno sobre juegos tradicionales y otro más sobre sus viajes a Chiloé.

El legado de Loyola es de largo aliento, por lo que en años venideros se verán más frutos de su afán compilador y lúcida reflexión. Se sabía que estaba investigando y recopilando material sobre la vertiente africana que pobló Chile en el norte y sus actuales descendientes.

Ya en 2013 había montado una obra que mediante cantos y bailes pesquisaba la raíz negra en Chile. La pieza, llamada "Me niegan pero existo", era interpretada por Palomar, el grupo folclórico que dirigía desde 1962 junto a su esposo Osvaldo Cádiz.

El año pasado donó al Museo de Historia Nacional sus objetos más queridos y valiosos. La selección fue de 120, entre ellos sus primeras guitarras, su arpa, la cítara heredada de una tía abuela y un cultrún que su padre le compró a una machi; también hay 600 fotografías, sus primeros discos, cuadernos y recortes de prensa que dan fe de su labor, así como vestidos, joyas, sombreros y ponchos de diferentes lugares.

Para quien quiera adentrarse en su legado, nada mejor que partir por el Fondo de Investigación y Documentación de Música Tradicional Chilena Margot Loyola Palacios (margotloyola.ucv.cl). Es uno de los archivos etnomusicales más grandes del país con numerosos textos, fotografías, grabaciones y videos que contienen todas las investigaciones de campo que realizó entre 1950 y 1970, años de muchas salidas a terreno y recopilaciones de norte a sur del país, sin dejar de lado la rica e inédita vertiente que ofrecían los pascuenses.

CURACAVI A SANTIAGO

Decía en una entrevista de 1994 con el investigador Agustín Ruiz, días después de haber ganado el Premio Nacional de Música, que sus primeros recuerdos eran lo de una infancia trashumante recorriendo los alrededores de Linares.

"Mis primeros recuerdos son los caminos, los árboles, la música de la naturaleza y el silencio". También recordaba los pesebres que se armaban y la gente que llegaba con sus regalos al Niño Dios: gallinas, huevos, frutas y flores de la estación. Y fijaba además en la memoria la primera vez que vio un espectáculo de circo, donde deseó ser la mujer vestida de mariposa que se cuelga de los dientes y vuela, o bien la que con un quitasol se equilibra en la cuerda floja.

La primera postura de guitarra que aprendió fue el re mayor y con ella cantaba junto a su hermana Estela una tonada que le había enseñado su mamá: "El imposible".

En Curacaví se presentaron las hermanas Loyola por primera vez, cantando y bailando las coreografías que la propia Margot inventaba. Luego comenzaron a aventurarse en los rodeos de San Fernando, Rancagua y Osorno, donde además bailaban cuecas.

Por trabajo la madre se traslada a Santiago, donde la descubrió el musicólogo Carlos Isamitt, que la llevó al Instituto de Investigaciones del Folklore Musical de la Universidad de Chile para realizar sus primeras grabaciones, orientando su gusto por el mundo mapuche.

Junto a la poeta y pianista Cristina Miranda recorrió Alhué, Pomaire, Colliguay y Caleu. Partió a Europa entre 1956 y 1958, y luego vuelve en 1961 con el conjunto Cuncumén de gira por los países socialistas

Osvaldo Cádiz, su compañero, llegó como un alumno de 19 años más en el año 1958 y como ella dijo lentamente "engancharon sus carros". Tenía 22 años más y una vez confesó que lo absoluto en el amor lo encontró en él.

VIOLETA

Loyola recordaba que la primera vez que vio a Violeta Parar fue en un circo que llegó a Curacaví, donde vivía en ese tiempo, pero no se le acercó. Posteriormente la conocería en Quinta Normal, en una fonda donde la escuchó cantar "La jardinera" y "La Juana Rosa". Recuerda que Violeta de partida "entró peleando", ya que al preguntarle de quién eran las canciones se ofendió y le espetó un seco: "usted ha de saber que son mías".

Luego se hicieron amigas y comadres y Margot transcribió algunas de las primeras composiciones de Parra, que no sabía hacerlo. Ese material lo inscribieron en el Departamento del Pequeño Derecho de Autor.

En 1953 la llevó a la revista Ecrán, donde la recomendó "fervorosamente" como letrista y compositora.

El disco "Canciones del 900", con música de Luis Advis y editado en 1972 por la Discoteca del Canto Popular, está disponible en el sitio YouTube y tiene a la ex académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso cantando polcas y cuplés. Con una voz absolutamente teatral, las letras también son un hallazgo, como en el caso de "Melopea e himno de la sufragista", toda una oda al voto femenino; o bien la "Polca de la recién casada" con su extático final.

Amelia Carvallo