Chile lidera el ranking en trastornos neuropsiquiátricos en Latinoamérica
Investigación. Científicos estudian enfermedades del cerebro en la búsqueda de terapias con menos efectos colaterales.
Chile tiene la tasa más alta de morbilidad de Latinoamérica en trastornos neuropsiquiátricos y su impacto en la salud de la población chilena es mayor que el causado por las enfermedades digestivas e incluso que las cardiovasculares.
Un 30,4% de las patologías que afectan a la población chilena son desórdenes neuropsiquiátricos. En otras palabras, tres de cada diez casos -considerando todas las enfermedades- son del campo de la neuropsiquiatría.
Esta tendencia va en aumento. En el caso particular de la depresión, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud asegura que hay aproximadamente 350 millones de personas afectadas en el mundo y para el 2030 proyecta que el costo por discapacidad, ausentismo laboral y pérdida de años de vida por esta enfermedad será más alto que el de cualquier otra condición, incluyendo accidentes, guerras, suicidios y cáncer, sólo por nombrar algunas.
En Chile la tendencia también presenta una curva ascendente. Mientras que la tasa mundial de adultos con depresión es de alrededor del 15%, en nuestro país alcanza un 17,2%. Desde que en julio del 2006 esta enfermedad entró al AUGE (GES) las atenciones de salud mental aumentaron considerablemente y hoy -según cifras del Ministerio de Salud- abarcan el 50 %de todas las consultas en la atención primaria.
Eso es sólo en el caso de la depresión, pero ¿qué pasa con el estrés, la ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo o la esquizofrenia?
"Todos estos trastornos tienen un origen multifactorial, y una de las causas importantes es el medio ambiente. Hoy las personas viven enfrentadas a niveles altísimos de estrés, en una situación de vivir para trabajar y no de trabajar para vivir", advirtió Andrés Chávez, doctor en Ciencias Biológicas, director del Núcleo Milenio de Enfermedades Neuropsiquiátricas (NU-MIND) y profesor e investigador adjunto del Centro Interdisciplinario de Neurociencias (CINV) de la Universidad de Valparaíso, quien estudia la biología de las enfermedades del cerebro.
El investigador sostiene que el contexto social, el lugar donde se desenvuelven las personas, afecta fuertemente la función cerebral y puede gatillar ciertos tipos de enfermedades mentales.
"Nuestro cerebro ha tenido una evolución relativamente modesta y la forma en que ha evolucionado nuestra sociedad ha tenido un impacto significativo, porque va completamente en contra de nuestras bases sociológicas", puntualiza.
Función sináptica
Como grupo de investigación científica, el Núcleo Milenio NU-MIND busca dilucidar los mecanismos que gobiernan la modulación de la función sináptica (transmisión del impulso nervioso entre neuronas) en distintos circuitos neuronales durante trastornos de ansiedad y estados de ánimo.
"Todos nuestros comportamientos, memorias y pensamientos están basados en el delicado equilibrio entre la excitación e inhibición sináptica en nuestros circuitos cerebrales", afirma.
Además del doctor Chávez, el Núcleo NU-MIND lo componen los doctores Marco Fuenzalida y Pablo Moya, de la Universidad de Valparaíso, la doctora Gloria Arriagada, de la Universidad Andrés Bello, y el doctor Rómulo Fuentes, de la Universidad de Chile. El trabajo de NU-MIND se centra en entender cómo, a través de manipular la neuromodulación por diversas técnicas (genéticas y farmacológicas), se pueden reducir síntomas específicos asociados a enfermedades neuropsiquiátricas.
Señales químicas
Tal como lo explicó Andrés Chávez, las acciones (caminar, comer o respirar) o la toma de decisiones, como también la sensación de hambre o el dolor, dependen de la comunicación entre neuronas, en sitios específicos llamados sinapsis, y se produce a través de la interacción de determinadas moléculas químicas entre ellas. A estos compuestos capaces de activar o inhibir la comunicación neuronal mediante receptores específicos se les conoce como neurotransmisores. Un tipo especial de neurotransmisores son los llamados canabinoides. Nuestro organismo produce naturalmente estas sustancias, que fueron bautizadas como endocanabinoides. Al tándem de receptores canabinoides de las células y los endocanabinoides se le denomina sistema endocanabinoide.
Sin embargo, muchos canabinoides de origen vegetal producen efectos similares a los producidos por nuestro organismo. De ahí que pensar en una terapia en base a fitocanabinoides (canabinoides procedentes de la planta) no está muy alejada de la realidad. Ya que serían capaces de acoplarse a receptores ubicados en el sistema nervioso central y periférico, así como en muchos otros tejidos y órganos.
"Me parece posible en general, pero antes de llegar y decir que esto puede ser utilizado en tal o cual patología, es necesario investigarlo con mayor profundidad. La evidencia científica que tenemos dice que se pueden utilizar cannabinoides para el tratamiento del dolor neuropático, el glaucoma y algunos tipos de epilepsia", asegura el doctor Chávez.
El científico explica que se han observado efectos funcionales positivos de la terapia exógena. Siguiendo sus palabras, durante la investigación donde se estudiaba la aplicación de canabinoides exógenos para inhibir los receptores que activan el dolor, también se advirtió que podían disminuir las crisis epilépticas y aumentar el apetito de los pacientes. A pesar de los positivos resultados, se sabe también que se podrían generar otros efectos colaterales, como la disminución de la memoria a corto plazo.
"Al entender cómo funciona nuestro cerebro y sus alteraciones se podría desarrollar un tipo de terapia que ataque sólo el sector afectado (o desregulado) sin efectos secundarios negativos, pero antes, sin duda, debemos comprender todas las variantes, porque mientras podemos estar atacando un problema de estrés o de ansiedad, podemos producir un desbalance en la actividad neuronal en otros centros cerebrales y desarrollar o acelerar procesos neurodegenerativos, como el Parkinson, por ejemplo", afirma el investigador.
Avances
Dentro de los avances que ha registrado esta línea de investigación, el doctor Chávez puntualiza que "hemos logrado descubrir que un receptor, conocido como el canal del dolor, no solo se encuentra en la periferia, sino también en nuestro cerebro. Y más importante aún, es que este receptor del dolor puede ser regulado por un tipo de endocanabinoide. "Mientras se pensaba que este receptor no estaba en el cerebro, porque las sensaciones de dolor empezaban en la periferia, descubrimos que el canal sí estaba en el cerebro e incluso se encuentra en ciertas regiones del cerebro que son importantes para la memoria (hipocampo) o para las emociones o la conducta social (corteza prefrontal)", afirma.