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Las vueltas de la vida de Ángelo Delgado, uno de los seis motoristas circenses récord Guiness

SOCIEDAD. El artista se presenta todo este mes en la carpa del muelle Barón del Circo de los Hermanos Vásquez.
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Pamela Boltei

Hace 10 años, Ángelo Delgado estudiaba en la Universidad de La Serena Pedagogía en Educación Física, vivía en una casa común y corriente en la ciudad, y pensaba en cómo, al titularse, empezaría a buscar trabajo como profesor. Un tiempo después, el mismo joven, hoy de 28 años, arriba de su moto Kawasaki gira y gira por una esfera metálica instalada en una carpa del circo Los Hermanos Vásquez, que el viernes llegó al muelle Barón para quedarse todo el mes con varias funciones en el día.

Junto al paraguayo Freddy Mesa (32), uno de sus compañeros del globo, como lo llaman en el circo, y cuatro motociclistas más, arriesgan sus vidas en cada función. Todo, para lograr batir el récord Guiness de la mayor cantidad de personas en el mundo andando en moto dentro de una esfera metálica. Pero los aplausos del público, sus caras de sorpresa, y la forma de vida del circo los motiva para continuar. Además, el toque de adrenalina que sienten cada vez que prenden el motor, es adictivo.

"Este año cumplo 29, si Dios quiere", parte diciendo Ángelo Delgado, mientras se saca el casco después de un par de vueltas. Su compañero va a practicar un poco en el "globo" y él aprovechó de salir un rato porque está algo mareado.

- ¿Por qué dices si Dios quiere?

-Siempre está el riesgo. No dependo 100% de mí. El 50% es cómo me responde la moto, otro 25% es de la estructura y otro 25% es cómo una maneja. En el caso de que falle la estructura o la moto, uno puede tener una caída.

- Pero son hasta seis personas que giran en una jaula. Me imagino que también está el riesgo de que uno de tus compañeros se equivoque y choquen.

-Uno a otro tenemos que cuidarnos.

- ¿Cómo?

-La coordinación está antes de trabajar. Eso está preparado en una rutina que creamos en nuestras mentes y a la hora de trabajar o ensayar uno la practica y la memoriza. Cada vez que uno sale a trabajar a la pista, al globo, sabe dónde moverse. Esto no es improvisado, no se podría. Siempre hay una rutina que es la más segura y en base a ella ensayamos, para no tener un accidente. Siempre pasamos cerca de las otras motos, eso es lo que ve el público, pero en el fondo no es así. Como lo veo yo es totalmente distinto. Es una coreografía, pero si uno comete un error, perdemos todos.

El miedo a las caídas

Mientras su compañero paraguayo practica en la esfera metálica a unos metros de él, se pueden ver cómo los fierros que la sostienen tiemblan, aunque firmes sobre el suelo, con cada aceleración del motor. Ángelo Delgado, a unos 20 pasos de él, lo observa mientras dice "el miedo pasa a segundo lugar, hay que concentrarse y no cometer ningún error".

El también trapecista cuenta que no ha tenido - "gracias a Dios", a quien se encomienda cada vez que sale a escena - caídas graves. También dice que cada vez que termina una función, y hay videos de sus presentaciones, los revisan todos para ver los errores. Sobre todo, cuando hubo un accidente en la función. "He visto amigos en escena con tobillos y muñecas quebradas, golpes en la cabeza. Ahí se trata de mantener en calma al público, sacar a los motociclistas del globo y atenderlos. Luego, la función debe continuar, con otros shows".

Una vida nómade

Cuando Delgado llevaba dos años estudiando Educación Física en la Universidad de La Serena, hace 10 años, participaba de un taller llamado Circo Minero. En el colegio ya hacía algunos cursos circenses, también. Se hizo de amigos artistas, empresarios y un día le ofertaron un pago por participar una temporada en un circo fuera de la zona. "Como era joven, quería buscar experiencias nuevas y ver cómo era la vida del circo", dice.

Lo que sigue de esa historia son viajes a Europa, en circos de Inglaterra, Francia, Holanda, donde puso a prueba la fuerza de sus brazos en el trapecio y en las motos. Hoy, decidió quedarse en Chile, aunque sin lugar definido. "Vivo en mi casa rodante con mi pareja, que también es artista de circo, y mi hija de dos años. Soy más independiente, cuando un empresario me contacta para su circo, tomo mi vehículo, viajo hasta allá y vivo ahí. Cuando sale otro trabajo en otra ciudad, viajo de nuevo. En las épocas en que no tengo trabajo en circos, tomo mi casa rodante y me la llevo a la parcela de mis abuelos, en La Serena. Ahí vivo".

Un Cambio de vida

Para su compañero, Freddy Mesa, la opción de trabajar como profesor de música brasilera en Paraguay no era muy atractiva."Un amigo mío fue a Paraguay y me dijo si yo quería aprender, así que me fui con él a Argentina. Ahí me enseñó y empecé todo esto. Quería probar algo distinto, hacer algo en la vida donde la gente me reconozca y me valore. Y bueno, aprendí a andar en moto", relata. Luego muestra las huellas de sus accidentes: Uno en la cabeza, y la cicatriz que le quedó en la cara; y otro en la pierna izquierda, que lo obligó a ponerse 12 clavos de platino. "Se me rompió la moto en el medio, mis compañeros me pasaron encima y mi moto también. Pensé en no seguir, pero luego me recuperé y aquí estoy", dice confiado.

Ambos artistas son parte de las atracciones más importantes de la temporada de septiembre del Circo Los Hermanos Vásquez, que desde el viernes 4 y hasta fin de mes estará presentando funciones en el muelle Barón.