Profusamente comentadas en diferentes espacios fueron las declaraciones del ministro de Cultura, Ernesto Ottone, exponiendo su particular decisión, la que fue reiterada, de localizar el Ministerio de Cultura en Santiago. No podía ser de otra manera, precisamente en un año en que se creó la Comisión Asesora Presidencial para la Descentralización y el Desarrollo Regional y cuando la propia Presidenta, al recibir sus conclusiones, señaló: "Llegó la hora de que los problemas se resuelvan en las regiones y no desde una oficina en Santiago. No solo es un acto de justicia y una apuesta ética por la equidad y la calidad de vida de las personas, es también necesario para el crecimiento económico, el centralismo es una traba para el desarrollo". Y más aún cuando en el programa de gobierno que la actual Mandataria presentó al país indicó que en materia de descentralización se propondría un cronograma de traspaso de atribuciones y competencias y de los contenidos específicos de las actividades que serían traspasadas.
Hace solos dos semanas, en un seminario desarrollado aquí, en Valparaíso, llamado "Descentralización Ahora", se nos preguntaba a los expositores si existía voluntad política para poner en práctica las sugerencias y medidas que propuso la ya citada comisión. Al conocer las enfáticas declaraciones del ministro de Cultura constatamos que no solamente no existe tal voluntad y que cada vez se hace más necesario y urgente que las regiones demandemos que se distribuya el poder político de decisión autónoma para lograr mayor cercanía con la ciudadanía, sino que, además, ello ha demostrado que no existe sintonía entre lo que dice la Presidenta y lo que hacen sus ministros.
Ernesto Ottone ya había manifestado su interés en que su ministerio tuviera su sede en Santiago cuando indicó que era su "sueño" que dicha institucionalidad se trasladara al Palacio Pereira -cuya restauración ha sido ya iniciada por la dirección de Arquitectura del MOP a un costo de $ 15.180 millones- porque estimaba que su ministerio debería estar en un edificio patrimonial simbólico.
Los porteños, el alcalde, diversas autoridades y parlamentarios hemos levantado fuerte la voz en contra de este anuncio -repito, reiterado- y hoy vemos que el ministro ha tenido que retroceder en su decisión, escuchar, respetar y acatar el clamor ciudadano por la descentralización y, en definitiva, desistir de su particular interés de privar a una ciudad patrimonial como la nuestra de ser sede de un ministerio que, precisamente va en rescate de nuestra historia y su patrimonio.
Han sido y son este tipo de decisiones dogmáticas que pretenden reformular todo desoyendo el rechazo expresado en las encuestas de opinión, pretendiendo imponer en forma autoritaria a nuestra ciudad una decisión inconsulta, las que han llevado al país a una espiral de incertidumbre que ya es muy difícil de detener.
Joaquín Godoy Ibáñez
Diputado