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"La inmigración en Chile no es más de 3% de la población y en Europa está sobre el 12%"

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Rosa Zamora

A Baldomero Estrada le entretiene ir mirando los negocios de la calle Valparaíso porque el empuje que subyace tras la consolidación y continuidad de muchos de ellos lo traslada al motivo central de las investigaciones que ha realizado en los últimos cuarenta años: cómo llegaron y se desarrollaron los inmigrantes que una vez arribaron al Puerto e hicieron realidad esos proyectos.

"Si bien ellos van desapareciendo, quedan sus descendientes y hoy vemos que aquí hay un legado, una presencia muy fuerte de inmigrantes", comenta el académico, doctor en Historia y exdecano de la Facultad de Filosofía y Educación de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Autor de numerosas obras y artículos centrados en el tema migratorio, el historiador, quien acaba de publicar el libro "Españoles en Valparaíso, desarrollo empresarial de un colectivo inmigrante europeo 1880-1940", tiene una mirada crítica respecto de la calidad de los chilenos como anfitriones y sostiene que vivimos como en una isla donde se discrimina al que llega según su origen.

"Hoy día la población inmigrante tiene un promedio de educación superior al promedio de la población nativa", afirma. "Tienen 12,5 años y nosotros 10. Hay profesionales trabajando como empleadas u obreros de la construcción, gente que tiene un bagaje cultural muy superior al nuestro".

- ¿Tenemos tradición como receptores de migrantes? La transformación de Valdivia y Lanquihue por inmigrantes alemanes data de la segunda mitad del siglo 19.

- Esa es una excepción no solo en Chile, sino en América Latina, porque no todos los procesos de colonización -ni todos los desarrollados por alemanes- tuvieron el mismo éxito.

- Entonces esa tradición no existe.

- Pienso que tenemos más bien una mentalidad de isla. Hoy día la inmigración en Chile no es más del 3%, pero pareciera que estuviéramos llenos de extranjeros; hay muchas reacciones desmedidas y desproporcionadas frente a lo que realmente es esa presencia.

- ¿Y qué ocurre con la legislación?

- Estamos muy atrasados. Tenemos una legislación de 1975, estamos hablando de hace 40 años. Eso es insólito. Con toda la evolución que ha tenido el proceso migratorio, deberíamos tener una política mucho más moderna acorde a las situaciones que se están dando en un mundo globalizado.

Iguales derechos

- ¿Si 3% es bajo, cuál sería un porcentaje adecuado?

- Todo depende de las condiciones y las posibilidades de las naciones, pero hoy los países europeos están sobre el 12% de inmigrantes. Obviamente las situaciones económicas también son distintas. Pero en un mundo globalizado, donde es mucho más fácil desplazarse, se habla de una apertura mayor de fronteras y donde además se están eliminando las visas, se entiende que tiene que haber una apertura absoluta, que los migrantes deben ser ciudadanos del mundo y tener los mismos derechos.

-Lo que se ve en la crisis europea apunta al financiamiento por parte del estado receptor de los programas de atención que requieren los migrantes.

- Si un inmigrante se integra al sistema, en el entendido que le damos todas las posibilidades de acceder los servicios de salud, vivienda, educacionales, él también asume los deberes que eso significa. Lo que pasa es que aquí muchos se integran en los sectores marginales y pasan a engrosar los problemas que genera este tipo de población. Pero lo ideal es que ellos se integren con deberes y derechos, y por consiguiente puedan disfrutar de los distintos servicios. No se trata de que sean privilegiados, pero que tampoco sean marginados.

Exilio y actitud

- ¿La experiencia del exilio tras el golpe militar no ha servido entonces para que el chileno desarrolle una actitud de mayor acogida hacia los inmigrantes?

- No, porque la experiencia la vive el que se fue, no el que está aquí. Al contrario, siempre hemos vivido como en una isla, estamos aislados, somos poco abiertos a la pluralidad cultural, a la pluralidad étnica. Además tenemos un sesgo racista con una categoría estética que privilegia el tipo anglosajón rubio de ojos azules.

- Al rubio de ojos azules no le cuesta integrarse.

- No, porque además tiene todo un proceso de identidad con lo que significa el desarrollo de los imperios. Un inglés, un norteamericano, un alemán, proceden de países que han tenido el control del mundo y ellos mismos son discriminatorios con nosotros. En el caso de Valparaíso, las colectividades anglosajonas eran muy cerradas.

- Pero en el caso del exilio, casi todos tenemos un pariente, amigo o conocido que se fue y eso podría significar una mejor disposición.

- Tenemos cerca de un millón de chilenos fuera, o sea el doble de los inmigrantes. Y hay que ver el drama que se produce cuando un exiliado vuelve. Todos felices el primer mes y al segundo empiezan los problemas. Su integración también es muy difícil. El exilio es una experiencia que no necesariamente se logra transmitir en forma colectiva a la sociedad.

-La situación de los refugiados es especialmente dramática, como se observa en estos días.

- Los refugiados están en una situación muy complicada porque ellos no han optado por emigrar, es distinto el proceso de migración voluntaria en que la persona se va a buscar mejor suerte. El refugiado está obligado a salir porque su vida corre peligro, entonces para ellos es mucho más difícil.

Casos porteños

- En su libro sobre los españoles en Valparaíso habla de una elite empresarial pionera y una generación emergente en el siglo 19, distintas a los 2.200 hispanos que llegaron en 1939 en el Winnipeg.

- En el caso del Winnipeg se trata de refugiados que vienen huyendo de una guerra civil, pero también de un grupo integrado por muchos intelectuales cuya presencia constatamos hasta ahora en distintas áreas, sobre todo la cultura.

- ¿Y los del siglo 19 son gente de empresa?

- Son en su mayoría jóvenes, muchos casi niños, de familias numerosas, que llegan buscando mejores posibilidades desde una España donde la emigración era parte de la cultura. Funcionaban mucho las redes: llegaban con una carta dirigida a un español determinado que los recibía y comenzaban una carrera empresarial. La gracia era que podían empezar desde abajo, pero en la medida que se desarrollaban iban participando en el negocio.

- Brasil acogió a 2.077 refugiados sirios, Argentina a 233 y Chile piensa recibir 50 ó 100 familias. ¿Es una cifra adecuada?

- Son muchas personas. Hay que recordar a las familias palestinas a las que hubo que resolverles los temas de vivienda, educacionales, laborales. Todo esto tiene que ver también con las posibilidades de cada país para asumir los desafíos de la integración. La experiencia de los yugoslavos que se fueron resultó bastante penosa y no se puede repetir: había programa de recepción, pero no de desarrollo o seguimiento.

- ¿Es puro mito aquello de "verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero"?

- Depende de quién sea, si trae dinero, si es bonito. Somos muy racistas los chilenos.