Reescritura de la historia de Chile
Fueron éstas unas Fiestas Patrias particulares, qué duda cabe, marcadas por los cuestionamientos al poder y autoridades por parte de la encuesta CEP y una extraña sensación de desamparo en términos de seguridad ciudadana que ya no sólo golpea a los ciudadanos de a pie, sino a escoltas presidenciales, diputados y hasta a la hija de la ministra de Justicia, pese a las eternas dudas que su publicación o amplificación generen, como bien lo sugiere la columna que acompaña la parte superior derecha de esta página.
A ello -al miedo y el conflicto- se sumó la desclasificación de los polémicos correos privados entre los dos principales líderes eclesiásticos del país, lo que generó un innecesario ruido a pocos días del Te Deum ecuménico, una tradición de llamado a la paz social nacida en tiempos de la Independencia y, salvo puntuales ocasiones por todos conocidas, histórico símbolo del público deseo de bienaventuranza.
En ese escenario, un movimiento telúrico -capaz de botar ciudades completas en otras latitudes- fue casi un dato de la causa en un país en el cual todavía se discute la diferencia semántica entre un terremoto y un sismo, pero que no por ello dejó de golpear las arcas de fonderos y comerciantes de las atribuladas zonas costeras, tras el llamado del Gobierno a no aventurarse hacia las cercanías del Océano Pacífico.
La historia está cambiando. Prueba de ello es que el libro de no ficción más vendido de las librerías locales es una reescritura de la historia de Chile, que caricaturiza sin mayores complejos la historia del país, desafiando el relato monumental que nos han presentado desde siempre en torno a las dos principales figuras históricas nacionales.
Fuera de todo cuestionamiento y no siendo ésta precisamente una editorial o'higginista, se extraña una postura más dúctil y práctica por parte de movimientos y fundaciones que pretenden influir en el inconsciente regional a través de la cultura. Más allá de aquellos crípticos y sesudos libros que apelan a criticar los parámetros actuales de (des) igualdad desde la deconstrucción del gramscismo, la verdadera conciencia se traspasa a través de la cultura popular y sus guiños a aquella entrópica rebeldía que tan bien moldeó el Chile de los años setenta y ochenta.
¿Cuánto habrá de certeza en toda esta forma de pensar el mundo? Quizás poco. Quizás, un montón. A estas alturas del partido, sólo cabe esperar algún gesto medianamente inteligente, culto y desinteresado que nos aleje del conflicto.