Cómo evitar que la tartamudez sea un trastorno permanente durante la vida
PROCESO. Un tercio de los niños de entre dos y cinco años de edad presenta problemas de fluidez al hablar, que si no son atendidos en forma oportuna pueden derivar en dificultades crónicas.
Es un hecho natural que los niños que están aprendiendo a hablar comiencen a repetir sonidos y palabras. Sin embargo, con el paso del tiempo ese rasgo debiera desaparecer. Cuando eso no sucede puede ser señal de la existencia de algún trastorno que de no ser diagnosticado ni tratado a tiempo podría dar origen a una de la más conocida patologías del habla: la tartamudez.
La tartamudez es una anomalía permanente y/o circunstancial que se caracteriza por la ruptura de la fluidez del habla debido a repeticiones e interrupciones involuntarias constantes en la emisión de sonidos, sílabas o palabras. Muchas veces, esos episodios también van acompañados de movimientos del rostro y alteraciones respiratorias, lo que contribuye a acentuar dicha condición.
Análisis de la Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición revelan que, a nivel mundial, un tercio de los niños de entre dos y cinco años de edad suele presentar problemas de fluidez (disfluencia) en su habla, fenómeno que puede durar desde algunas semanas hasta varios años. De ellos, un número muy reducido, cerca del 1%, llegará a desarrollar la tartamudez en forma crónica, manifestándola incluso durante la adultez.
Origen
Si bien sus causas no se conocen con certeza, la evidencia actual indica que la tartamudez surge de una combinación de factores, principalmente genéticos y de interacción social y comunicativa.
Los genetistas han encontrado indicios de que los problemas de fluidez en el habla se heredan y afectan cuatro veces más a los hombres que a las mujeres. Pese a ello, muchos niños varones que la padecen no tienen antecedentes familiares ni otro tipo de indicio que pueda explicar su aparición, como, por ejemplo, una lesión o daño cerebral específicos.
"En todo caso, recientes estudios demuestran que las zonas del cerebro que se activan al momento de hablar difieren entre una persona que lo hace con normalidad y otra que tartamudea. Mientras que en la primera solo funciona el hemisferio izquierdo, en la segunda lo hacen tanto este último como el hemisferio derecho", afirma Gabriela Miranda López, fonoaudióloga diplomada en Trastornos del Desarrollo, profesora de la Escuela de Lenguaje de San Roque y académica de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad de Valparaíso.
Desarrollo
La tartamudez se desarrolla durante el período más intenso de adquisición del habla y el lenguaje, que es cuando el niño pasa de decir dos o tres palabras a utilizar frases u oraciones complejas. Los esfuerzos que éste realiza para darse a entender, sumado al estrés de tal ejercicio, hacen que comenta errores, breves repeticiones, vacilaciones y prolongaciones de sonidos o palabras.
"Esto es normal y tiene que ver con nuestra dimensión motora u orgánica, entendida como la capacidad para ser más o menos fluente en la articulación del habla. En estricto sentido, corresponde a cuadros de disfluencia típica infantil, que consisten en la repetición de una a dos sílabas o palabras. En general desaparecen antes de los cinco años, pero en ocasiones persisten en el tiempo y adquieren otras características: las repeticiones aumentan, aparece la tensión gestual o vocal y el bloqueo. Cuando eso ocurre estamos frente a un caso de disfluencia atípica, que podríamos definir como la antesala de la tartamudez y, por tanto, es necesaria la intervención de un fonoaudiólogo para evitar que escale y se vuelva patológica", explica la especialista de la UV.
Rasgos y consejos
Los rasgos principales de la tartamudez son la toma de conciencia, es decir, cuando el afectado se da cuenta de que la padece y que ésta es también percibida por las demás personas, y el surgimiento de las dimensiones emocional y social, que dan pie a la inseguridad y baja autoestima.
Cuando el tartamudeo es leve el afectado puede mostrar las mismas repeticiones de sílabas que los niños con disfluencia atípica, pero con mayor frecuencia. Por ejemplo, en lugar de una o dos, repiten cuatro o cinco veces: "¿Me-me-me-me lo puedes alcanzar?". Además, reacciona ante su dificultad, ya sea parpadeando, cerrando los ojos, mirando hacia un costado o tensando la boca.
En los casos de tartamudez grave, el niño sufre -además- verdaderos bloqueos y da muestras de evitar hablar, pues, al tener mayor edad, es más consciente de su situación y de los efectos que ésta genera: frustración personal y vergüenza frente a otros.
"El niño con tartamudez grave suele mostrarse nervioso o defensivo en situaciones donde espera que le pidan que hable. Aunque es probable que tartamudee todos los días, se le notará más en esas ocasiones. Por eso, cuando la tartamudez alcanza este nivel es vital que el niño sea tratado simultáneamente por un fonoaudiólogo y un psicólogo", precisa Gabriela Miranda.
La fonoaudióloga de la UV recomienda a los padres de niños que padecen esta patología que hablen con sus hijos de un modo lento y pausado y eviten criticarlos o apurarlos. Asimismo, que reduzcan la cantidad de preguntas que les hacen sobre un tema puntual, utilicen expresiones faciales y comunicación no verbal para comunicarse con ellos y les briden atención diaria para saber cómo están, infundirles confianza y decirles que los quieren tal cual son.
Semana de Fonoaudiología
Los efectos de la tartamudez en los niños, así como el impacto que generan los trastornos del habla más diagnosticados en nuestro país, serán analizados durante la semana de conmemoración de los 20 años de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad de Valparaíso. Ésta considera un programa de conferencias, talleres y actividades recreativas que se realizarán entre el martes 29 y el sábado 3 de octubre próximos. Además de los docentes, estudiantes y funcionarios del plantel, en ellas podrá participar público interesado. Destaca la jornada sobre los desafíos de la fonoaudiología en Chile, que se efectuará el miércoles 30 de septiembre, a las 12 horas, en la sede de la escuela, ubicada en Alcalde Prieto Nieto N°452, Viña del Mar.