Las contradicciones de una misa sin Dios
El debate por la Reforma Laboral alcanzó su cénit regional esta semana con fuertes arremetidas en contra y en favor de la misma, destacando entre las primeras un seminario organizado por la Sofofa y Asiva -su símil local- en el casino de Viña.
Pocos son los que están en este minuto conformes con cómo ha evolucionado el proyecto original, ideado por Roberto Godoy, ex jefe de gabinete del alguna vez ministro del Trabajo y presidente socialista, y actualmente diputado, Osvaldo Andrade, y menos aún con las indicaciones presidenciales que desoyeron la voz de alerta levantada por las pymes.
En el ámbito sindical, más allá de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la cerrada defensa de la reforma hecha por su vicepresidente y empleado de ENAP, Nolberto Díaz, los augurios no son mejores que entre los grandes empresarios: un ajuste destinado a equiparar posiciones y relevar al Estado de su inconveniente intromisión sólo redundará en judicializaciones extremas y más presencia de Trabajo en mediaciones y definiciones sobre los nuevos puntos.
Los comentarios que se escuchan son, al final del camino, uno solo: la Presidenta pasará la reforma a como dé lugar y las empresas y pymes deberán tragarse el sapo -como dicen los españoles-, por cuanto no habrá concesiones ni tiempo: todas las energías y lo que quede de capital político en La Moneda será destinado a sacar adelante la Madre de todas las Reformas, la Educacional.
La Región, empero, tiene sus propios fantasmas y la actual administración ya dio las señales de que se abocará a lo que ha sido definido como su hoja de ruta, apoyada en una especie de segundo piso laguista y, quizás lo más preocupante, prescindiendo de la opinión e involucramiento de sus secretarios regionales ministeriales, los mismos que fuesen ratificados en su totalidad hace quince días.
En el intertanto, bastará con preguntarse cuánto es la ejecución efectiva del millonario presupuesto de reconstrucción en Valparaíso, dato manejado a la perfección en el piso 19 y el municipio, o hacer el sencillo ejercicio de chequear los proyectos en la página del Serviu regional: en Vialidad, ninguno; en Vivienda, seis; y en Urbanización, sólo uno.
¿En serio podemos darnos el lujo de no tener ideas?
Con todo, aún hay quienes se resisten a esa misa sin Dios de la que hablaba un joven diputado, en referencia al Congreso, pero cuya figura es proyectable a ese loco afán de los Bartblebys porteños ("Preferiría no hacerlo", como bien puso Melville en su boca). Ese alguien quizás pueda ser Rafael Torres, director de ese oasis llamado Museo Baburrizza, quien ayer se dio el lujo de inaugurar una exposición sobre las mujeres de Picasso en su recinto. Y eso, sin siquiera molestarse porque su nombre no saliera impreso en la invitación.