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Fallece exdirector del Festival Internacional de Cine de Viña

GENTE. El cineasta Leo Kocking , que estuvo a cargo del certamen en 1990, murió a los 64 años.
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A través de su cuenta de twitter, el ministro de Cultura, Ernesto Ottone, anunció el fallecimiento del cineasta y publicista chileno Leo Kocking a los 64 años de edad, aunque sin entregar más detalles al respecto.

Hijo de alemanes, Kocking nació en Santiago en 1951 y a los 20 años dirigió su primer documental "Moisés Huentelaf", el que fue seguido por diversos trabajos, algunos por encargos de productores alemanes.

En 1987 realiza su primer largometraje, "La estación del regreso", que sigue la historia de una mujer que viaja al norte de Chile, que va de pueblo en pueblo en el desierto buscando a su marido desaparecido. La cinta fue proyectada en más de 20 festivales internacionales, siendo premiada en varios de ellos.

El realizador, además, fue director del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar en 1990, denominado el "Festival del Reencuentro", porque reunió por primera vez a los cineastas chilenos del exilio.

Ya en 2001 decide irse a EE.UU. e instalarse en Miami con su productora Kors Film, la cual se dedica a la realización de proyectos de cine especializados con cámaras de alta velocidad (High Speed Photography).

Un canasto de libros frente al mar

Patte transformó las bibliotecas en lugares hospitalarios, a los libros en hospederías del alma, a los lectores en huéspedes de la palabra, la casa del ser según Heidegger. Inspirados en su ejemplo y visión de la lectura, creamos "Pasión de leer".
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@cristianwarnken

Director

de la editorial

Universidad de

Valparaíso y de "Pasión de leer" UV.

Genevieve Patte, bibliotecaria francesa, conocida como "La mujer del canasto", visita la V región esta semana. Su historia es apasionante y ejemplificadora, la historia de una mujer que un solo canasto lleno de libros cambió la vida de muchos en una de las periferias más difíciles de París, uno de esos barrios marcados por una inmigración fuerte y mucha precariedad social. Un barrio donde los niños están condenados a ser traficantes de drogas o extremistas islámicos, un barrio de esta nueva Europa que comienza a dibujarse en el siglo XXI, un barrio donde una mujer entusiasta y llena de convicción, y con muy pocos medios inició una verdadera "revolución silenciosa", solo con historias, palabras y bellas imágenes. Patte se dio cuenta que las bibliotecas públicas de Francia, adonde debían llegar los lectores de los sectores más marginales, no estaban cumpliendo una aspecto esencial de su misión para la que habían sido creadas. ¿Porqué no iban los niños, jóvenes y adultos de los sectores más vulnerables, a ese lugar que tenía los mejores libros, los mejores profesionales, los recursos públicos? Patte no se conformó-como nunca se conforman los que cambian el mundo-con las respuestas fáciles a esa pregunta interpelante. No le echó la culpa "al sistema", a las familias, a la televisión, o a internet. Patte colocó un espejo vuelto a las bibliotecas y las bibliotecarias y no le gustó lo que vio allí reflejado. Eran "bibliotecas congeladas", para usar un término acuñado por ella, bibliotecas que se habían instalado en sus cómodas certezas y dogmas y que no habían logrado convertirse en lugares hospitalarios, en el segundo hogar de miles que vivían en las calles, "pateando piedras". Entonces decidió ir ella a buscar a los lectores: llenó un canasto con los más bellos libros y se instaló en un arenal de una poco acogedora periferia, un barrio abandonado, sin espacios públicos de calidad, un lugar de tránsito. Ahí comenzó la revolución de la mujer del canasto. Los niños se acercaron a los libros, quisieron tocarlos, hojearlos, se iniciaron conversaciones, encuentros. Patte hace el "elogio del encuentro", de las conversaciones que se suscitan a partir de un libro compartido, de una historia contada. Tan sencillo como eso. Como en los orígenes: cuando los oyentes se arremolinaban en torno a la fogata a escuchar al narrador de la tribu. "Contar es encantar" -dijo una vez nuestra Gabriela Mistral. Patte propuso transformar la tarea de la mediación lectora en un cato de encantamiento, de hechizo, de acogida y hospitalidad. Porque como dijera Humberto Giannini, filósofo cuya infancia echa raíces en Valparaíso, "la conversación es una de las formas de la hospitalidad".Patte transformó las bibliotecas en lugares hospitalarios, a los libros en hospederías del alma, a los lectores en huéspedes de la palabra, la casa del ser, según Heidegger. Inspirados en su ejemplo y visión de la lectura, creamos "Pasión de leer", un proyecto desde la Universidad de Valparaíso que busca cambiar el paradigma de la mediación lectora, de la enseñanza de la literatura. Nos lanzamos a recorrer los colegios de la región, desparramando las semillas de esta misionera de la alegría de leer, y fuimos a todos esos encuentros con un canasto lleno de libros. Un día soñamos con invitarla a esta región, cuya ciudad-puerto quiere ser la capital de la cultura. ¿Y no es la lectura una de las bases de un "cultivo" intelectual, espiritual y estético, base de la cultura? Nunca imaginamos que finalmente Genevieve Patte estaría finalmente con nosotros en una intensa semana-que comienza este lunes- de encuentros con bibliotecarios, profesores, alumnos, padres, lectores de la región. Además, la editorial de la U de Valparaíso lanzará un libro por primera vez editado en español: "Biblioteca y Vida" Bienvenida, mujer del canasto, que los panes de tu cesto de palabras nos contagien de la pasión de leer y de encontrarnos, frente a este mar que nos invita a viajar muy lejos, más allá de nuestras soledades o marginaciones.

Cristián Warnken