La buena noticia para Viña del Mar es que están próximas a ser entregadas las obras de recuperación de la tradicional avenida Perú. Pero la mala noticia, pésima, es que la delincuencia arrecia en el sector. Y como dramática muestra de esa realidad aparece el homicidio de un joven asesinado a tiros la semana pasada en la plaza Colombia, junto a la avenida San Martín. No se trataba de un hecho aislado, sino que de un crimen premeditado, pues el o los autores llegaron hasta el lugar en un automóvil y dispararon contra la víctima.
Todo esto en pleno sector turístico de Viña del Mar, junto al Casino Municipal, cerca de varios hoteles y numerosos cafés y restaurantes.
Ocurrido el hecho, personas del sector, vecinos y trabajadores, denuncian que la acción delictual es frecuente, especialmente en horas de la noche y madrugada. Las muertes no son tampoco una novedad; hace algún tiempo ocurrió un homicidio al interior de un local nocturno de calle Cuatro Norte, a poca distancia de la Prefectura de Carabineros.
Los recientes casos se atribuyen a la presencia de delincuentes, en particular traficantes, que han aprovechado la oscuridad. De cualquier modo, se debe poner atención para que las obras próximas a su culminación incluyan profusa iluminación tanto en la avenida como en la anexa plaza Colombia y en la prolongación de Uno Norte hasta el borde costero.
A lo anterior se debe sumar una acción estratégica de las policías con mayor presencia y también una tarea de empadronamiento de cuidadores y limpiadores de automóviles -la víctima era uno de ellos- y ambulantes que proliferan en el sector.
La presencia de visitantes y la lógica circulación de dinero debido al funcionamiento del más tradicional foco turístico de la ciudad como es el Casino Municipal, constituyen una atracción para la delincuencia, para el tráfico de droga y para el comercio sexual.
Esa realidad debe ser conjurada, combatida, en beneficio de residentes, de visitantes y del legítimo comercio del área que es fuente de trabajo, de demanda de bienes y servicios y que requiere de un marco de seguridad para el desarrollo y crecimiento de sus actividades.
Hay que frenar la delincuencia con acciones contundentes y disuasivas y ello es posible con decisión y, como lo hemos dicho reiteradamente, con una tarea coordinada de todos los sectores, de la autoridad y los privados, los vecinos y los comerciantes. Un frente común de seguridad, constante, siempre alerta, será una inversión de alto rendimiento para la ciudad y sus habitantes.