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La nueva y desenfadada vida del mítico exsenador DC, Mariano Ruiz-Esquide

LA VIDA DESPUÉS DEL RETIRO. Las consecuencias de respirar al margen de un oficio ejercido por más de 50 años son para el exparlamentario, a lo menos, difíciles de sobrellevar.
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En Chile, el número de jubilados a diciembre de 2014 es de 286.739 y -según la Superintendencia de Pensiones- 113.158 son hombres. Uno de ellos es el exparlamentario DC y médico, Mariano Ruiz-Esquide, quien no se presentó a la reelección para el cargo de senador el 2013. Actualmente, es parte de la política desde un sillón menos caótico: el de su living.

Recreada casi al pie de la letra. Así es la sala de estar del talcahuino de 83 años, quien parece haber traído a casa la oficina que ocupaba en el Congreso Nacional. La pieza central es una foto de aproximadamente medio metro de alto, en tono sepia. En ella se aprecia a la Reina Isabel II de espaldas al fotógrafo, con el Presidente Eduardo Frei Montalva a su derecha y Ruiz-Esquide a su izquierda, conmemorando la visita de Su Majestad en 1967.

Cuando termina su conversación con el senador por Iquique, Fulvio Rossi, el exparlamentario camina lentamente hacia un sillón, ayudándose de un bastón color caoba, hecho a medida y con incrustaciones de cobre. Según él, la fragilidad de la edad no le queda: "Me siento muy capaz de hacer cosas, pero el cuerpo ya no me acompaña", dice. De comentarios rápidos e incluso afilados, Ruiz-Esquide aún tiene pila para rato.

Aunque la relación del médico con la política no está totalmente sepultada, sí estuvo en pausa. Después de abandonar voluntariamente la esfera partidaria el 2013, motivado principalmente por conflictos internos en la DC, su situación se complicó.

"Me pasaron cosas que, como se dice "no estaban presupuestadas": tuve dos infartos, una divetirculosis del colon y una fractura en la cadera derecha. Eso hizo que mi vida fuese muy golpeada luego de retirarme, quizás porque no me he podido acostumbrar", comenta sopesando cada palabra. "No es fácil, menos a mi edad", asegura.

Hoy, el "roble" de la Democracia Cristiana permanece en contacto regular con sus excolegas, forma parte de la cúpula histórica de la DC y es convocado constantemente a comisiones como la de Salud y DD.HH. "Me dicen el pato cojo, como llaman los yankees a los que estamos, pero no estamos. Yo prefiero estar, aunque sea desde la banca", advierte.

Sereno pero tajante, Ruiz-Esquide no teme criticar a la Presidenta Bachelet, afirmando que sufre uno de los males más grandes de la política: "A través de los años, aprendí que hay tres cosas que pueden liquidar a un político: la soberbia, la ignorancia y la violencia. Bachelet ha sucumbido ante la primera. Para ser crudo, es bastante soberbia... Ella hace lo que quiere, dice lo que le parece, se mete en lo que no debe y deja por hacer las cosas que tiene que hacer. Pero tiene algo positivo: una tremenda frialdad, eso es bueno para mantenerse en las alturas", explica.

Con todo esto, el exparlamentario no ha dejado de sentirse perturbado. Enviudó hace cinco años de la mujer de su vida, Inés Figueroa Velázquez, de quien jamás se apartó, ni si quiera en el peor de los momentos, por lo tanto nunca experimentó un proceso de separación y menos un divorcio, hasta ahora. Y para él apartarse de la política ha significado también un duro golpe. "Alejarme de la gente que colaboró por tantos años conmigo, de mis camaradas y todo este mundo que me rodeó por 50 años ha sido lo más cercano a un divorcio que he experimentado, igual de doloroso. Es como dejar a una familia entera", comenta.

Como espectador, Ruiz-Esquide no ha podido evitar sentir preocupación. Su experiencia le dice que este gobierno no va a terminar bien y teme lo peor, asegurando que "lo que ha pasado me hace pensar que se avecina una tormenta. Temo que venga otro golpe militar, uno nunca sabe, entonces lo paso mal. Con las cosas como van, ¡me dan más ganas de estar ahí!".

Sus hijas no desean que siga participando en la política, por miedo a que su salud empeore. Pero para el democratacristiano, no estar significa "quedar dando vueltas y por ende mayor ausencia y aburrimiento". Sin embargo, no descarta un retiro más extremo. Sopesando posibilidades, comenta que "una de mis alternativas es irme a Antuco, donde tenemos una casa y allá están los campos, mis caballos, mi hijo, qué sé yo". Aunque una vida sin política, en cualquiera de sus formas, no le apetece.

Científicamente se ha demostrado que los cambios bruscos de rutina pueden llevar a aflicciones tanto mentales como físicas: trastornos del ánimo, fallas cardíacas, aumento o disminución de peso, entre otras variables. Con dos infartos a cuestas, Ruiz-Esquide identifica claramente los elementos que ayudaron a que su estado de salud empeorara: "Dejar de lado una labor tan demandante como la política y, de un día para otro, no tener contacto con la gente y no estar donde las 'papas queman', me afectó mucho. No soy el mismo", asegura en tono seco y dice que "la he pasado pésimo".

Amante del campo, el ex arlamentario confiesa que su otra gran pasión -aparte de la política- han sido los caballos. Sin embargo, la reciente intervención en su cadera lo ha limitado también en aquello. "Salgo muy poco, echo de menos a la gente que me apoyaba, a mis compañeros del Senado. Cuando era joven me vanagloriaba y pensaba de manera soberbia que intentaría morir como un gran viejo, sin achaques y no como un viejo de mierda. Ese era mi peor temor. Pero Dios te castiga donde más te duele. Uno cree que por vivir bien, se merece por lo menos morir con dignidad", apunta.

Ruiz-Esquide concluye advirtiendo que su intención siempre fue trabajar para las personas, pero para el exparlamentario, emblema de la falange, la vida sin política no es un plato fácil de digerir.

"A través de los años, aprendí que hay tres cosas que pueden liquidar a un político: la soberbia, la ignorancia y la violencia. Bachelet ha sucumbido ante la primera" "Dejar de lado una labor tan demandante como la política, y de un día para otro, no tener contacto con la gente y no estar donde las 'papas queman' me afectó mucho"