Secciones

"Diálogos de conversos" o cómo una larga conversación bajo el parrón terminó en un libro

REFLEXIÓN. Roberto Ampuero y Mauricio Rojas, ambos exiliados el 73 y viviendo 40 años fuera de Chile, cuentan su proceso de desilusión política.
E-mail Compartir

Paola Passig

Aunque el escritor Roberto Ampuero y el historiador Mauricio Rojas sabían de sus mutuas existencias y de sus coincidencias ideológicas desde hace muchos años, solo se conocieron en octubre del año pasado. Allí decidieron juntarse a conversar y compartir sus experiencias. Y lo hicieron el 5 de diciembre bajo el parrón de la casa de campo que el autor de la saga de Cayetano Brulé tiene en Olmué y que llama cariñosamente "el Jardín de Epicuro", porque invita a pensar, a reflexionar, a filosofar.

Allí estuvieron dos días, conversando de lo humano y lo divino, acompañados por muchos cafés, copas de vino y un par de asados bien chilenos. También algunas empanadas.

Ahí se conocieron a fondo y analizaron sus experiencias parecidas, pero distintas a la vez. Y aunque no tenían un plan estructurado ni menos la idea de escribir un libro, tuvieron la precaución de grabar las jornadas, olvidándose de la existencia de una invisible grabadora. ¿El resultado? El texto "Diálogos de Conversos", publicado por editorial Sudamericana y que fue presentado ayer por sus propios autores en la Universidad Adolfo Ibáñez de Viña del Mar.

Conversión pública

Los también "senior fellow" de Fundación para el Progreso (FPP) analizan en el libro su evolución política desde el marxismo ferviente de los sesenta, que profesaron con fanatismo juvenil, a las ideas liberales que hoy proclaman y que, explican, es un camino que no tiene fin "porque no se trata de pasar de una fe a otra fe, sino que vivir en la incertidumbre, en la duda, en las verdades no absolutas", advierte Ampuero. Y como su conversión fue pública y mediática, saben que no son queridos por sus excorreligionarios. "Somos muy odiados, porque no nos fuimos callados, sino que criticando, analizando, pero sabemos que hay muchos conversos silenciosos, conversos en capilla", agrega el exministro.

"No nos juntamos para escribir un libro, sino que para compartir experiencias similares y justamente como nos estábamos conociendo se produjo la espontaneidad y la gracia que tiene el contar a alguien y escuchar de alguien las cosas por primera vez", agrega Rojas.

Sumando y restando, precisa Ampuero, "esto fue como escribir una novela sin tener guión, algo así como cuando alguien hace una confesión de cuál es su sueño".

Ruptura y diferencias

Ahora, el proceso de desapegarse de sus creencias no fue fácil. "Todo esto tiene una carga emocional muy fuerte, la ruptura, el sentimiento de haber traicionado, de ir hacia una ruta que desconoces, y eso es lo que nos motivaba a compartirlo y ver qué cicatrices nos dejó todo esto porque se trata casi de ideas religiosas, es una fe de que vas a crear el paraíso en la Tierra", indica Rojas.

Y aunque las coincidencias son muchas, también hay las diferencias. Porque si bien tanto Ampuero -que militaba en las juventudes comunistas- como Rojas -que militaba en el MIR- soñaron con la revolución comunista de Allende, salieron al exilio tras el golpe de Estado del 73, se decepcionaron en el camino y finalmente han desarrollado su vida fuera de Chile, las diferencias pasan justamente por cómo sufrieron este proceso de conversión. "Uno vivió la experiencia en el socialismo real de Cuba y Alemania Oriental y el otro vivió el sueño socialdemócrata del Estado benefactor de Suecia", señala Ampuero, a lo que Rojas añade: "Pudimos ver las dos caras del socialismo, la simpática y la menos simpática".

Traición y estafa

En este proceso para el historiador lo peor fue el sentimiento de traición con su familia y su entorno cercano. "Mi madre era allendista, sindicalista, y me pasó el manifiesto comunista a los 14 años; mi madre estuvo en Villa Grimaldi. Nos fuimos a Suecia y nunca se recuperó. Cuando le dije sobre mi desencanto y mi nueva visión política a ella se le cayó el mundo", subraya. "Para mí eso fue muy fuerte porque más que traicionar una idea se abandona un sueño y se abandona a la gente que sigue soñando ese sueño. Y no solo la abandonas, sino que le dices una situación amarga y es que este sueño del paraíso en la Tierra lleva a los infiernos. Para ellos te vuelves un traidor insoportable, porque además te fuiste reflexionando, criticando… tu partida se hace insoportable y por eso muchos no nos pueden ver. Los partidos revolucionarios son como sectas de creyentes y decir fuerte que te vas es enfrentar", agrega.

Ampuero, en tanto, reconoce que partió a Cuba con el corazón henchido por la posibilidad de conocer y vivir la verdadera revolución, pero no pasó mucho tiempo para que se decepcionara de las prácticas castristas. "Lo hice en silencio, le conté a las personas precisas, a las que les tenía confianza... Me di cuenta que faltaba libertad, yo venía de un Chile de los 70 en que todos podían decir y leer lo que quisieran. Lo contrario me chocó. Sólo cuando salí de suelo comunista pude comentarlo públicamente. Entonces hubo un proceso de decepción, de desencanto, pero lo que primó al final es que me sentí estafado y por eso lo de la traición no fue un tema tan fuerte para mí", comenta.

El trabajo y no bonos

Rojas recuerda cómo y por qué se decepcionó de la socialdemocracia sueca en la que tuvo la oportunidad de ser diputado en dos periodos. "Ese Estado benefactor que te daba mucho te limitaba la libertad. Te daba una escuela, una clínica, pero no tenías posibilidad de elegir y yo empecé a pensar por qué tienen que decidir tantas cosas con mis impuestos", subraya.

Y lo que pasa, agrega, "es que a todos los socialismos los une eso de imponerle al individuo su vida y eso me chocó desde el comienzo. Por eso generé un gran impacto al escribir que si bien el Estado benefactor nos daba mucho, nos impedía ser adultos. Nos invitaba a vivir de las ayudas y no del trabajo".

"Cuando tú vienes de afuera y no has aportado, no tienes nunca el derecho a sentirte en tu país, y cuando solo recibes, y recibes mucho, eres siempre al que le dieron y tienes que estar dando las gracias; y esa primera rebeldía con este Estado que te daba todo terminó siendo mi mensaje político. Y yo decía no le quiten al inmigrante su dignidad y su voluntad de ganarse el espacio, solo deben darnos la posibilidad de trabajar. Una cosa muy fuerte allá es la falta de orgullo de los niños por sus padres que no trabajan, que vive el margen, que viven de ayudas. Tienen un sentimiento de indignidad", remarca.

Por qué un libro

¿Por qué transformar la conversación en el Jardín de Epicuro en un libro? Preguntamos. "Este libro reivindica el derecho de los individuos a cambiar", explica Ampuero. La solución, acotan ambos, pasa por el diálogo, por buscar los consensos y por solucionar los errores sin destruir lo bueno que se ha construido en este país.

"Queremos hacer llegar una voz porque hay mucha gente que tuvo procesos similares, pero lo hizo en silencio, y para que se den cuenta que tenían razón al hacerlo y este libro quizás también les devuelva algo de la dignidad porque lo que yo trato de reivindicar es el derecho a cambiar a lo largo de la vida. Estoy convencido de que este país es de conversos y gracias a que todos somos más o menos conversos, es que Chile ha podido funcionar muy bien después de la dictadura", concluye Ampuero.

"Estoy convencido de que este país es de conversos y gracias a que todos somos más o menos conversos, Chile ha podido funcionar muy bien después de la dictadura"

Roberto Ampuero

Escritor, exministro y

exembajador

"La conversión no se trata de un ejercicio intelectual, sino de salir de una secta revolucionaria. El marxismo apela a un viejo sueño milenario de carácter religioso"

Mauricio Rojas

Historiador y exdiputado, en Suecia

Campanilla de alerta

Los conversos también analizan el momento actual de Chile y apelan al diálogo y los consensos porque, agrega Ampuero, "estamos en uno de los peores momentos que ha tenido Chile desde la época de Allende. La historia no se repite, pero hay una sensación de agobio de cómo se resuelve esto. La clase política, que son casi los mismos, fracasó por no buscar soluciones democráticas el 73. Y no hay escuela, solo hay fracaso del 73, y la única forma de apoyarse son los acuerdos transversales. Las protestas son la clave del futuro y hay que verlas como una gran campanilla de alerta".