Doctor Rodrigo Cruz,
En Chile, según cifras del Ministerio de Salud, en la actualidad hay unas 45 mil personas infectadas con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), también conocido como virus del Sida. Ese número, no obstante, representaría tan solo la mitad de los casos efectivos, ya que el 53% de los afectados no figura en los registros oficiales del Instituto de Salud Pública al no estar diagnosticado. Es decir, por cada chileno, hombre o mujer, que sabe que tiene el VIH hay uno que ignora que es portador del mismo.
Pese a lo anterior, y según los criterios definidos por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH (Onusida), nuestro país figura en la lista de las naciones en la que esta enfermedad -que aún ostenta el rótulo de "epidemia global"- se considera acotada o bajo control, aun cuando sigue mostrando un crecimiento preocupante en las poblaciones de mayor riesgo y vulnerabilidad, sobre todo entre los jóvenes de entre 15 y 19 años, donde los casos notificados evidencian un incremento acumulado de hasta el 74% en los últimos cinco años.
De acuerdo con las cifras ministeriales, en Chile el VIH/Sida sigue concentrado en hombres homosexuales y en población transgénera. La prevalencia es de 15% entre los primeros y de 30% para los segundos, en contraste con la tasa de la población general que se estima en 0,35%.
"Pero lo más significativo es el aumento de las notificaciones de este mal en adolescentes y jóvenes. Asimismo, del total de contagiados, el 84% corresponde a personas de sexo masculino, lo que lleva a establecer la razón de cinco casos de hombres infectados por cada mujer, si bien en los últimos años el número de éstas también ha aumentado considerablemente", precisa el doctor Rodrigo Cruz, infectólogo del Hospital Carlos van Buren y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.
La raíz del problema
En opinión del especialista de la UV, la situación descrita deriva de tres factores principales.
El primero refiere a la pérdida del miedo a contraer la enfermedad, en parte gracias a la evolución que han tenido los medicamentos contra el VIH, que aseguran un mejor tratamiento.
El segundo, al relajamiento de las políticas públicas destinadas a la prevención y control de la transmisión del virus, y que en lo concreto se traduce en ausencia de campañas. Ambos han favorecido la despreocupación y llevado a las personas -en especial a los jóvenes- a prácticas sexuales desprotegidas.
El tercero es la falta de pesquisas y facilidades para la realización del examen respectivo, y el cuarto, el diagnóstico tardío, que en gran medida es una consecuencia de los anteriores.
"Comparado con América Latina, Chile presenta indicadores satisfactorios, pero evidencia el mismo problema que la mayoría de los países de la región: los infectados aquí se enteran de que fueron contagiados cuando ya han contraído una enfermedad, sus defensas son bajas y las expectativas de sobrevida disminuyen considerablemente. Desde el punto de vista epidemiológico, más del 40% de los chilenos con VIH/Sida son diagnosticados en etapas tardías. En ese sentido, como salud pública estamos fallando en el diagnóstico precoz", advierte el doctor Cruz.
Meta 90-90-90
Consciente de esta realidad, Onusida ha puesto 2030 como año para reducir la epidemia de VIH a su mínima expresión, mediante una ambiciosa propuesta, denominada 90-90-90. El objetivo de la misma es que a 2020 el 90% de los infectados en todo el mundo sepan que están infectados con el virus, que al menos un 90% de los mismos reciba la medicación correspondiente (a la fecha solo está disponible para el 37%) y, que de estos últimos, el 90% elimine el virus o presente una carga viral indetectable (menos de 40 copias por milímetro de sangre).
Con ello, Naciones Unidas estima que se podría pasar de más de dos millones de nuevas infecciones al año a unas 200 mil.
Al respecto, el infectólogo de la Escuela de Universidad de Valparaíso asegura que Chile hoy falla en el primer 90 de la meta establecida.
"Si tuviéramos ese porcentaje de pacientes identificados, es muy probable que los actuales indicadores debieran bajar de manera ostensible. Lo que pasa es que las actuales medidas preventivas (uso del condón, abstinencia y pareja única estable) no son tan eficaces como se quisiera. Por eso, hay que elevar nuevamente los umbrales de prevención y control sobre todo en materia de campañas públicas que sugieran la realización del test del VIH", concluye Rodrigo Cruz.