Georgina Sánchez,
Este martes comienza el verano y con ello empiezan a acercarse las vacaciones de los chilenos. Además, con el inicio de la temporada de playas muchas familias ya están visitando las costas durante los fines de semana. Pero hay un problema que deben enfrentar: la radiación solar no da tregua y se intensifica en meses de primavera y verano.
A pesar de que la radiación ultravioleta produce una serie de efectos positivos en el organismo (incrementa los niveles de vitalidad, induce una sensación de bienestar, estimula los procesos circulatorios y metabólicos y propicia la formación de vitamina D, encargada de regular el paso del calcio a los huesos), expertos señalan que para lograr esta sensación de bienestar sólo es necesaria una pequeña dosis de luz solar. Por el contrario, cuando la exposición a la radiación solar es excesiva comienzan los problemas para el organismo.
Dentro de la radiación ultravioleta, los rayos UVA y UVB están implicados en las lesiones patológicas de la piel.
De la radiación ultravioleta el 95 por ciento son rayos UVA y el 5 por ciento son UVB. Los rayos UVA son los que llegan hasta la dermis profunda provocando las manchas, arrugas y envejecimiento de la piel, mientras que los UVB se quedan en la superficie de la piel (epidermis), siendo los responsables de enrojecimientos y quemaduras.
Efectos
Según la química farmacéutica Georgina Sánchez, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad de Valparaíso, los rayos UVA son la causa fundamental de muchos efectos adversos, entre los que se puede mencionar la inmunosupresión (disminución de los mecanismos de defensa del organismo) y las lesiones crónicas inducidas por la luz solar, como el envejecimiento acelerado (fotoenvejecimiento) y la elastosis solar (pérdida de la elasticidad y firmeza de la piel). También son responsables de la formación de radicales libres y de reacciones de fotosensibilidad, fototoxicidad y fotoalergia cuando al ingerir ciertos medicamentos el paciente se expone al sol.
La profesora Sánchez precisa que los rayos UVA y UVB penetran en las capas celulares de la epidermis y son la causa principal de las quemaduras solares. No obstante, en ambos casos se puede además producir un eventual daño en el ADN y la aparición de cáncer de piel, un efecto mucho más severo.
Es así como en zonas expuestas a una intensa radiación solar se pueden suprimir funciones inmunológicas de la piel, lo que podría desencadenar efectos oxidativos de las células y agravar un cáncer a la piel en personas susceptibles. Y, en el peor escenario, puede generarse un exceso de radicales libres, que provocaría una seguidilla de eventos que podrían propiciar un deterioro progresivo de las estructuras y funciones celulares.
Fenotipos
Los efectos de la exposición dependerán del tiempo y la intensidad de la radiación UV, "pero también del fenotipo de piel y la herencia genética que tenga la persona", afirma Georgina Sánchez.
La académica señaló que existen siete tipos de piel, siendo la I, II y III las más claras y que no se broncean (se enrojecen). La clasificación numérica va en ascenso a medida que la piel es más oscura, llegando al fenotipo VII, que correspondería a la piel de una persona afroamericana.
En este punto la profesional sostuvo que la pigmentación de la piel depende de la melanina. Ésta actúa además como un cromóforo (compuestos que absorben luz) y por ello tiene la capacidad limitada de filtrar la radiación ultravioleta.
"Esto explicaría por qué las pieles blancas son más propensas a desarrollar cáncer de piel, fotoenvejecimiento, reacciones fotoalérgicas e inmunosupresión en comparación con las pieles más oscuras", expresó.
El fotoenvejecimiento se produce por un daño acumulativo en la piel, aseguró la académica.
"Afortunadamente el organismo tiene la capacidad de reparar el daño causado por el sol, pero de manera limitada. Por lo tanto, cada deterioro que el organismo no logra reparar se va acumulando. Así aparecen arrugas profundas, se pierde la elasticidad de la piel y se reduce la síntesis de colágeno, que -como se ha visto- disminuye después de ocho horas de exposición al sol", advirtió la químico farmacéutica.
La profesional hizo un llamado para que se tome conciencia respecto del daño que provoca la exposición prolongada, en especial, en horas de alta intensidad de rayos UV (de 11 a 16 horas), a pesar de que la información está disponible. A modo de ejemplo consignó: "Una persona de piel blanca que se expone frecuentemente al sol va a envejecer bastante más rápido que otra de piel oscura, aunque se expongan a igual dosis de intensidad de rayos UV y duración de tiempo".
Bloqueadores
De ahí la necesidad del uso permanente de bloqueadores solares.
Si bien funcionan como filtros, no lo hacen en un cien por ciento. Aquellos con factores más altos llegan hasta un 96 y un 98 por ciento (factores 30 y 50). Por lo tanto, siempre hay un porcentaje que está absorbiendo la piel", volvió a advertir la académica.
"En otras palabras lo que hacen los protectores es que si una persona que demora diez minutos en enrojecerse por el sol podrá, con un factor 30 por ejemplo, retardar ese proceso por una a dos horas, siempre y cuando aplique abundantemente el producto", aseguró Sánchez.
La académica recomendó protegerse de igual manera en días nublados, dado que la radiación ultravioleta también traspasa las nubes y se refleja además en la arena, el agua y el pavimento.
Finalmente, Georgina Sánchez indicó que es importante tener presente que los autobronceantes no protegen la piel de la radiación UV, sino que mediante colorantes u otros ingredientes crean un oscurecimiento artificial, pero sin que ello genere protección. También la académica llamó a evitar el bronceado a través de los solárium por sus nefastos efectos en la piel a largo plazo.