Jessika Dethlefs Canto,
La extracción de piezas dentales es un procedimiento quirúrgico que puede derivar en complicaciones o efectos de cuidado para el paciente, sobre todo cuando se trata de algunos dientes superiores y, especialmente, de las denominadas muelas del juicio.
En un porcentaje menor pero importante de personas (entre 24 y 32 de cada 400), la extracción de los terceros molares u otro tipo de dientes superiores posteriores tiende a generar una comunicación entre la cavidad bucal y el maxilar através del alveolo o compartimiento donde estos van insertados, que -aunque sea debidamente suturada por el especialista- puede abrirse con posterioridad. Ello ocurre, por lo general, debido a la presencia de las raíces dentarias, permitiendo así el contacto entre el seno maxilar y la boca, lo que suele causar infecciones.
Ante un cuadro de ese tipo la solución estándar es la realización de una nueva cirugía para desplazar parte de la mucosa maxilar cercana hacia dicha cavidad, con el fin de rodear y tapar la misma en forma definitiva. Si bien con ello se evita que ésta se vuelva a abrir, este procedimiento provoca diversas molestias y puede afectar, a futuro, la colocación de una protesis debido al cambio de la anatomia en los tejidos adyacentes.
Por tal motivo, en el último tiempo -en países como Estados Unidos, Francia y España- los odontólogos han comenzado a experimentar con otro tipo de opción: la aplicación de fibrina rica en plaquetas (PRF), un biomaterial elaborado en base a la sangre del propio paciente que al entrar en contacto con la zona dañada estimula diversas funciones celulares y facilita la cicatrización de heridas y la regeneración de tejidos blandos y huesos.
Pionera local
En nuestro país, una de las precursoras en el uso de PRF en lesiones u orificios con comunicación oroantral causados por la extracción de piezas dentarias es la cirujano bucal y maxilofacial Jessika Dethlefs Canto, especialista en regeneración ósea y profesora de la Facultad de Odontología de la Universidad de Valparaíso.
La profesional, que acaba de concluir una detallada investigación sobre el tema, ha comprobado las ventajas de aplicar ese plasma a cientos de pacientes sometidos a la extracción de terceros molares, premolares y otras piezas dentarias que ella misma ha atendido en las clínicas que posee dicho plantel académico.
"La fibrina rica en plaquetas es un compuesto desarrollado hace años y es de uso común en implantología y periodoncia, sobre todo en cirugía bucal o maxilofacial en el tratamiento de lesiones vinculadas a patologías quísticas, tumores, instalación o retiro de implantes y en heridas causadas por otras enfermedades. Sin embargo, hasta ahora en Chile somos pioneros en la aplicación de PRF de manera sistemática en otro tipo de cirugías maxilofaciales, en particular en el cierre de cavidades alveolares con comunicación oroantral generadas por la extracciones de dientes", explica la doctora Dethlefs.
Características
La fibrina es una proteína que desempeña un importante papel en el proceso de coagulación de la sangre, ya que permite que la malla que forman las plaquetas para tapar una herida se adhiera a ésta para cerrarla y permanezca allí hasta que aparezca el nuevo tejido.
En el año 2000, el médico francés Joseph Choukrun desarrolló el L-PRF, un plasma que se obtiene de la propia sangre de una persona -mediante un proceso de centrifugado- destinado al manejo de lesiones de difícil reparación.
"Éste tiene la consistencia de un gel y sirve para cerrar una herida o rodear tejidos. Su valor consiste en permitir una mejor cicatrización y facilita la migración de las células endoteliales y factores de crecimiento, que son los encargados de crear nuevos vasos sanguíneos y reclutar células, lo que contribuye a regenerar los tejidos dañados. Asimismo, tiene propiedades antiinflamatoria y antimicrobianas", precisa la profesora de la Facultad de Odontología de la UV.
Técnica empleada
La doctora Jessika Dethlefs creo un procedimiento para regular la aplicación de fibrina rica en plaquetas en espacios causados por determinadas extracciones dentales y que dejan abierto un canal entre el seno maxilar y la boca. Este considera, en forma previa a la realización de la cirugía, una evaluación -mediante observación directa y radiografías- de las características que presenta la arcada del paciente. Si se proyecta la posibilidad de que quede una comunicación tras la extracción, al paciente se le toma de inmediato una muestra de sangre para obtener el concentrado y tenerlo disponible minutos más tarde para que sea usado al término de la cirugía.
Incluso, es posible aplicarlo hasta 48 horas después de la extracción, siempre y cuando la cavidad no sea mayor a cinco milímetros. De lo contrario, se requerirá otro tipo de intervención para cerrar la comunicación.