¿Es la política?
El "zoon politikon" del que hablaba Aristóteles no debe haber sido tan porfiado como los políticos nacionales. Ni como los regionales. En momentos en que todas las encuestas muestran un deterioro de la percepción de los ciudadanos respecto de la actividad política y sus gestores, claramente estos últimos no están entendiendo nada.
En la última Adimark, alrededor de un 70% de los consultados rechazó la forma en que la Nueva Mayoría y la Alianza están desarrollando su labor. Y en la CEP, menos del 15% de los consultados aprobaron la forma de trabajar de ambas agrupaciones.
¿Qué le pasa al ciudadano común, que no es capaz de entender la validez del trabajo que realizan los representantes políticos? Podríamos decir que la culpa la tienen los mismos chilenos, esta sociedad hipertecnologizada, individualista y poco preocupada de lo que sucede con el resto. O podríamos echarle la culpa al gobierno porque todavía no ha sido capaz de reponer las clases de Educación Cívica en los colegios o porque el caso Penta, Caval y SQM han ayudado a horadar aún más la poca credibilidad que había.
Algo de todo lo anterior hay.
Pero la razón de fondo es que esta aversión a la política (ya en la última CEP, casi un año antes de las municipales, un 30% de los encuestados advirtió que no irá a votar) es responsabilidad de los propios representantes políticos. Aunque parezca algo absolutamente ilógico, algo así como un caníbal que se come a sí mismo por partes.
Sin entrar en los ya trillados casos nacionales, basta mirar las noticias políticas de la región. Un exgobernador socialista, Julio Trigo, renuncia a su partido para militar en las filas de Amplitud -movimiento claramente de derecha- y desde ahí, competirle a uno de los alcaldes mejor evaluados, Mauricio Viñambres. ¿Realmente se cambió no solo de domicilio político, sino de continente político, porque consideró suyos esos ideales?
Y para ponerle más pelos a la sopa, en plena disputa mediática, el formalizado diputado del mismo partido, Christian Urizar, califica a Trigo de "perdedor". ¿La democracia y tolerancia no se aplica a los cambios de partido?
Mientras, Viñambres lucha por dejar fuera al candidato de la Democracia Cristiana, porque no está dispuesto -al menos hasta ahora- a medirse en primarias. El que tiene, mantiene. ¿No es válida la voz del pueblo aquí?
Y la DC, en la primera oportunidad que tiene -al menos en una década- de recuperar el sillón de la alcaldía de Valparaíso (convengamos que el alcalde Jorge Castro no está en el mejor de sus momentos en las encuestas), ya está dividida en dos candidatos, que tienen que "ponerse de acuerdo" o ir a primarias. ¿Tan difícil puede ser renunciar a los ideales propios en pos de lo que se considera mejor para la ciudad puerto?
Lamentablemente, esto no es parte de un mal guión de una teleserie centroamericana. Simplemente y parafraseando a Bill Clinton, ¡Es la política, estúpido!
Directora Escuela de Periodismo
Universidad Adolfo Ibáñez
Karen Trajtemberg D