Danilo Zamorano Díaz,
El verano invita al relajo y la alegría. Los días son más largos y aumenta la temperatura, lo que facilita a hombres y mujeres vestir menos ropa para sentirse cómodos y frescos.
Para la mayoría de los chilenos es también momento de vacaciones, de tiempo libre para viajar, conocer y compartir con la pareja, amigos o desconocidos; de exhibirse y vivir nuevas experiencias en la playa, el campo o la piscina, en un bar o en una fiesta. Y, por qué no, de… ¡tener un romance!
Considerando todas esas opciones, no es de extrañar que nuestra actividad sexual aumente en forma significativa durante el estío. De hecho, diversas investigaciones clínicas revelan que los partos se incrementan un 15% a partir de septiembre.
Sol y hormonas
En este fenómeno no intervienen solo variables climáticas y sociales. Las principales son de orden biológico, ya que las altas temperaturas, el aumento de la luz natural y una mayor actividad física contribuyen -entre otros factores- a incrementar en nuestro cuerpo los niveles de testosterona, melatonina y endorfinas.
"La testosterona es la hormona sexual por excelencia, que eleva el deseo tanto en hombres como en mujeres. La melatonina, a su vez, es otra hormona que en bajos niveles se asocia a la inducción del sueño y la depresión, por lo que su mayor producción explica nuestro mejor ánimo durante el verano. Y las endorfinas son sustancias que liberamos cuando hacemos ejercicio, consumimos alimentos picantes y chocolate, nos enamoramos o excitamos. Tiene efecto analgésico y, al mismo tiempo, genera sensación de bienestar. Todo esto y las mejores condiciones ambientales hacen que entre diciembre y marzo estemos más dispuestos a tener sexo que durante el resto del año", explica Danilo Zamora Díaz, matrón, candidato a magíster en Salud Pública y profesor de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso.
Riesgos
Pero no todo lo relacionado con el alza de la actividad sexual en época estival es sinónimo de felicidad y diversión. Con ella también se incrementan las probabilidades de contraer infecciones o enfermedades venéreas (VIH-Sida, papiloma humano, gonorrea, sífilis, hepatitis, etcétera) y tener embarazos no deseados, debido a que el relajo y la distención contribuyen muchas veces a que las personas olviden o no prefieran protegerse en forma adecuada cuando mantienen relaciones íntimas con parejas circunstanciales o simples desconocidos.
Las estadísticas demuestran que los adolescentes y adultos jóvenes están más expuestos a asumir ese tipo de riesgos. Actualmente la tasa de embarazo adolescente es del 17%, lo que se transforma en un gran problema de salud pública por cuanto conlleva un costo social, económico y de impacto al desarrollo familiar y del país. Por otro lado, la mayor tasa de incidencia, es decir, personas que se contagian por primera vez de una infección de transmisión sexual, se da entre las que pertenecen al grupo etario que va entre los 20 a 29 años.
Por tal motivo, para Danilo Zamorano es fundamental que los hombres y las mujeres tomen los resguardos correspondientes y vivan una vida sexual plena pero responsable, para así prevenir situaciones que afecten su vida y salud.
"Independiente de nuestras creencias y valores, la sexualidad siempre debe ser asumida con responsabilidad. Y más todavía en verano, por las razones descritas. En esto no se trata de atemorizar, sino de resaltar la importancia de conocer y aplicar en todo momento el concepto de la sexualidad responsable, que conlleva respetarse uno mismo y a los demás, de tomar las medidas de precaución adecuadas y oportunas para evitar que nos contagiemos o podamos contagiar a otros o generar un embarazo no deseado", advierte el docente.