Con el objetivo de concientizar a la comunidad sobre la realidad del síndrome de down en Chile, finalizó la campaña liderada por la agrupación Integra T-21 -que está conformada por un grupo de estudiantes de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI)- en la que además buscan dar a entender el aporte que pueden entregar estas personas a la sociedad.

Santiago Soto, quien participa de esta agrupación, indicó que una de las principales motivaciones para trabajar con estas personas consistió en demostrar que, con la ayuda necesaria y evitando una sobreprotección, pueden insertarse en la sociedad.

"Chile es uno de los países con más personas que tienen síndrome de down, registrando el primer lugar en los índices de natalidad en Sudamérica", sostuvo. También expuso que en España, hay cerca de 34 mil personas en esta situación que están tituladas, por lo que la experiencia internacional demuestra que pueden insertarse en el mercado laboral. "Pero en nuestro país eso no ocurre; quizás se deba a la sobreprotección de los padres, pero la integración está muy lejos de ser una realidad", expresó el joven estudiante.

Como parte de este proyecto, los estudiantes indicaron que se encuentran trabajando con cuatro fundaciones de la región en Quintero, Viña del Mar y Villa Alemana, lo que les ha permitido conocer aún más la realidad que rodea a las personas con síndrome de down, y junto con ello, apoyar en la obtención de fondos para estas organizaciones.

"Nosotros logramos levantar fondos a través de Enap para ayudar, tanto a la Fundación Renacer (Viña del Mar), como a la Fundación Nuestro Mundo (Quintero). En cuanto a la primera, logramos conseguir equipamiento deportivo, ya que ellos se destacan en esa área. Mientras que para la otra fundación, la empresa instalará una zona de juegos".

La reinserción en la sociedad es una realidad que día a día deben enfrentar aquellas personas que han estado privadas de libertad, que en muchas ocasiones, por más que se esfuercen, no reciben una segunda oportunidad. La mayoría constata que se le cierran las puertas y no logra acceder a un empleo, situación que gatilla la reincidencia.

Sin embargo, por muchos años Gendarmería de Chile ha trabajado arduamente en elaborar planes de empleo para que los internos vuelvan a ser aceptados por la ciudadanía y sean tratados como uno más de la sociedad.

Eduardo Peters es uno de los tantos beneficiados con estos planes de la institución penitenciaria.

A través del trabajo realizado por el Centro de Educación y Trabajo (CET) de Putaendo, en conjunto con la Oficina Municipal de Intermediación Laboral (Omil) de la municipalidad de Rinconada, tuvo la posibilidad de reinsertarse y actualmente es parte del equipo de obra de la constructora Ricardo Silva.

Este hombre, que cumple condena de 7 años por asociación ilícita y tráfico de drogas (Ley 20.000), siente que es una oportunidad que no puede desaprovechar, puesto que el empleo le ha permitido recuperar a su familiay a su hija.

"Estoy muy agradecido de Gendarmería, de los encargados de este plan y del alcalde de Rinconada, Pedro Caballería, por apoyarme en todo momento en esta lucha de ser aceptado en la sociedad, pese a los errores que cometí en el pasado. Este es un cambio radical en mi vida, tanto en lo personal, como en lo social. Yo le estoy demostrando a la comunidad que se puede cambiar y que tenemos derecho a una nueva oportunidad. El poder estar con mi hija ha sido una de las mayores motivaciones para seguir en esto", expresó el interno.

Junto con ello, reconoció que desde el primer día que ingresó a la cárcel "me di cuenta del error que cometí y que debía remediarlo".

"Cuando caí detenido dije que no podía quedarme ahí y decidí cambiar el chip. Me di cuenta de que la única perjudicada con esto era mi familia. La lucha y el esfuerzo que día a día realizo es por ella", afirmó.

Eduardo Peters también recalcó que en ningún momento se ha sentido excluido o discriminado por sus compañeros de trabajo en la empresa constructora, como tampoco por sus compañeros de universidad, ya que actualmente estudia técnico en enfermería en la Universidad Aconcagua.

"El apoyo que me han dado en la constructora y en el trabajo ha sido espectacular, me tratan como uno más de ellos y día a día me entregan su cariño. En ningún momento me he sentido discriminado por el error que cometí. Lo mismo ocurre en la universidad. Ellos se dan cuenta y valoran el esfuerzo que estoy haciendo por volver a ser aceptado".