Títulos, dudas y transparencia
El caso de un directivo municipal que exhibía títulos falsos abre generalizada desconfianza. Es importante que se concrete la anunciada auditoría y que sus resultados se hagan públicos; lo ocurrido debe entregar experiencias para evitar la reiteración de estos casos.
El caso de un directivo municipal viñamarino con título profesional falso, instala, justa o injustamente, dudas sobre todos los funcionarios con responsabilidades ejecutivas. Así, resulta lógica la posición de algunos concejales que exigen auditar toda la planta de directivos, petición a la cual se ha sumado la organización que agrupa a los funcionarios de la Municipalidad.
La pregunta es cómo, al momento de ser contratado y promovido un directivo, no se aplican procedimientos que aseguren la calidad que esta persona afirma tener. Es posible, por ejemplo, que los responsables del área de personal, en casos de cargos de jerarquía, soliciten directamente a la universidad correspondiente información sobre el postulante, esto más allá de aquella documentación que ese postulante exhiba. Puede resultar incómodo y afrentoso, pero tratándose de cargos que se pagan con fondos públicos, ir un paso más allá en las certificaciones es justificable.
Por otro lado, el caso presente y otros que pudieren existir, plantean situaciones puntuales que será necesario aclarar. Está, por ejemplo, la validez de las actuaciones administrativas del funcionario, lo que se proyecta tanto en el plano interno como en el externo de la Municipalidad.
Por otro lado, aparece, nítidamente, el tema económico, pues quien exhibe un título falso ha recibido remuneraciones de acuerdo a esa supuesta calificación profesional. Estamos, nuevamente, ante un uso indebido de recursos públicos: el cargo directivo y la calificación profesional suponen mayor ingreso y aparece, objetivamente, una injusticia dentro del esquema general del personal municipal.
Esta situación de títulos irregulares, lamentablemente, no es nueva. Se dio el caso en la fallida Universidad del Mar, donde jefes docentes actuaron con títulos falsos, y se han presentado situaciones similares en ramas de la administración pública. Pero más allá de lo administrativo, subyace una carencia ética que reitera fallas formativas en nuestra educación.
Por lo anterior, si bien existe una falla concreta, que ha sido detectada y a la vez se anuncia una auditoría, con este caso que, insistimos, no es nuevo, no se puede intentar obtener dividendos políticos. Posiblemente ello ocurra en los próximos tiempos electorales, pero es conveniente recordar la advertencia evangélica: el que esté libre de todo pecado, que lance la primera piedra.
Es importante, desde un punto de vista de la transparencia, que se concrete la anunciada auditoría y que sus resultados se hagan públicos. Además, lo ocurrido debe entregar experiencias para evitar la reiteración de ilícitos como el comentado, donde aparecen responsabilidades compartidas.