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La propuesta de reducir alturas de edificación en la Población Vergara mediante un "Seccional" ha motivado algunas críticas de exautoridades, precandidatos a alcalde, gremios y concejales.
Unos indican que no soluciona los problemas de Viña del Mar, que se requiere un plan regulador para toda la comuna y no sólo un sector. Otros reclaman que ha faltado diálogo y participación ciudadana, una aprehensión que comparte la industria inmobiliaria que afirma que las "clases medias" no podrán vivir en la Población Vergara si se aprueba el seccional.
Más allá de cada postura, es interesante constatar cómo ha cambiado el foco del debate urbano. Si retrocediéramos 20 años, probablemente nuestras preocupaciones estarían en el crecimiento en extensión que absorbía a Quilpué, Villa Alemana o Concón a costa de urbanizar suelos rurales, dunas o terrenos de valor ambiental.
Para controlar esta expansión desbocada, la receta era "densificar", vale decir, localizar más población en barrios consolidados evitando que migrasen a la periferia. Densificando podríamos vivir más cerca y viajar menos, se aprovecharían las calles y servicios existentes y el Estado no tendría que construirlas de nuevo.
La densificación también potenciaría el turismo y la vida urbana, al permitir un uso más intenso del borde costero, multiplicando las opciones para construir proyectos de segunda vivienda con esplendidas vistas al mar.
Y por años fue así. La Población Vergara agregó miles de viviendas y lo mismo ocurrió en la ex Crav, el par Viana - Alvarez, Recreo, Agua Santa y 15 Norte donde casonas, regimientos y antiguas fábricas fueron demolidas y reemplazadas por torres de departamentos, oficinas y grandes centros comerciales.
Sin embargo, esta ciudad densa comenzó a mostrar su lado negativo. La primera señal fue la congestión vehicular que se produjo al multiplicar por 10 o 15 el número de hogares de una manzana, lo que se agravó cuando la Población Vergara se transformó en un gran estacionamiento informal, limitando la capacidad de las calles.
Tampoco se hicieron inversiones públicas. A diferencia de otros barrios que han crecido en altura como Providencia o Santiago Centro; en la Población Vergara no hay líneas de Metro, faltan varios puentes y su oferta de buses es deficiente, dejando muchas manzanas sin servicios adecuados.
La densificación también generó problemas sanitarios, sobrepasando la capacidad de los colectores de agua potable y alcantarillado, lo que ha reducido la presión para proveer y evacuar aguas, un tema serio que podría agravarse si la sequía se acentúa y no se invierte en infraestructura.
Por último el rápido desarrollo inmobiliario ha ido desdibujando la identidad y valor patrimonial de este noble barrio de la ciudad. A diferencia de los edificios que miran al Estero desde la Avenida Marina o aquellos ubicados en 1 Norte con Libertad, las nuevas construcciones han descuidado su integración con el entorno, el aporte de espacios públicos o la preservación de árboles centenarios.
Por lo dicho, este Seccional se justifica y llega en el momento adecuado. Es una medida que permitirá reducir la carga sobre infraestructuras saturadas, preservando manzanas e inmuebles de valor patrimonial como la notable casa Losada.
No "congela" el crecimiento sino que lo reduce y relocaliza con rigor técnico y lógica urbana. Un ejemplo es la buena idea de concentrar las mayores alturas (12 pisos) en grandes avenidas como Libertad y 1 Norte, protegiendo barrios residenciales con menor oferta de transporte y servicios, como Los Castaños donde se permiten 6 pisos.
En rigor, hace años que la clase media no puede comprar viviendas en la Población Vergara por su alto precio, así que no corresponde cargarle al seccional este problema. Tampoco exigirle que resuelva todos los problemas de la ciudad, ya que su meta es acotada, lo que no quiere decir que no sea importante. De hecho, reducir la carga de un territorio central con infraestructuras saturadas es urgente y no requiere esperar un plan regulador comunal nuevo.
¿Y cuándo tengamos este plan regulador comunal podremos cantar victoria? Lamentablemente no, ya que estos instrumentos sólo fijan normas urbanísticas y los problemas de Viña del Mar trascienden este ámbito de la política pública.
Un plan regulador no podrá recuperar el deterioro de los paseos peatonales de la Avenida San Martín o las plazas Colombia y México. Tampoco resolverá la congestión causada por la falta de puentes, líneas de Metro o vías estructurantes, ni reducirá el desbande de la publicidad callejera y el comercio ambulante que se ha tomado puentes, plazas o paseos costeros.
Es importante juzgar en su mérito el Seccional, y elaborar en paralelo un plan de inversiones que resuelva el resto de los temas comentados, que mire a Viña del Mar al largo plazo, con visión de futuro y proyectos estratégicos que resuelvan carencias y potencien los atributos que presenta la ciudad.
Esperamos que el diseño de este plan sea un foco central en el debate de las próximas elecciones municipales.
Gonzalo Cowley
Iván Poduje
Integrantes
Corporación Metropolítica