Culpar a la "economía" por cómo vivimos es equivalente a maldecir a los físicos y su gravedad cada vez que nos caemos. La economía es una ciencia que trata de entender cómo funcionan los mercados; observa, analiza y concluye sobre estos lugares de intercambio entre personas, comerciantes y tahures. El Mercado es regulado, manipulado por leyes y normativas. Su estabilidad depende de las políticas económicas que dicten desde el Banco Central y el Ministerio de Hacienda, es decir, es el resultado de los intercambios entre personas bajo un marco regulatorio definido por políticos, los mismos que determinarán la estabilidad de él. Si la balanza se inclina hacia un lado es responsabilidad de ellos.
Culpar a la economía disfrazada de mercado y este de "libre mercado" es una de las grandes mentiras que rondan en el coloquio nacional; La empresa más grande de Chile, CODELCO, es del Estado. El petróleo, principal fuente de inflación, es gestionado por la monopólica estatal ENAP. La intervención del Estado es cotidiana: Banco Estado, ENAMI, FONASA, CORFO, etc. e indirectamente a través de licitaciones de: Carreteras, seguro de desempleo, mediación familiar, entre otras. A esta gama de empresas debemos sumar los precios regulados o tarifas: Tarifa eléctrica, de agua, transporte público, etc.
Hablar de "libre mercado" en Chile queda acotado a pocos rubros, debido a la intervención estatal y a la concentración de mercados que impiden la entrada de nuevos participantes y con ello competitividad: Buses, pollos, farmacias, supermercados, Bolsas de Comercio, universidades; para todos estos casos tenemos que la legislación favorece la concentración, directa o indirectamente por la falta de ella.
Es, por lo tanto, nuestra economía un modelo "social de mercado", es decir, el Estado participa de ella activamente, descartando que tengamos un modelo capitalista, al que se culpa sin mediar en la intervención estatal directa e indirecta a través de leyes y normas que favorecen a unos u otros, más el riguroso análisis que demuestre que los mercados son, al final, estatizados, por leyes e intervención directa.
Si la intervención del Estado es suficiente, el vínculo entre política y financiamiento privado es sumamente peligroso, ya que puede favorecer posiciones dominantes que entreguen beneficios extraordinarios a las empresas receptoras.
El avance de "mercados populares" me parece peligroso desde el análisis de cómo el Estado sigue interviniendo mercados, pero celebro el nacimiento de farmacias populares, hasta del supermercado popular si el objetivo final es "crear mercados" bajo el prisma de Alvin Roth (Premio Nobel de Economía 2012), quien ha señalado que la intervención estatal beneficia al mercado cuando su objetivo es hacerlo competitivo; la duda queda si ese el fin.
Hablar de mercados y libre mercado en Chile es desconocer la presencia estatal y el poder económico que ejerce el Congreso que nos han transportado a un modelo socialista.
Alejandro Maureira
Economista