Es un hecho conocido que desde que se puso en servicio la Ruta Las Palmas, para aliviar la carga de Agua Santa, se ha convertido en una de las más peligrosas de nuestra región, debido a diversas condicionantes que hacen pertinente las medidas que están estudiando en conjunto la Secretaría Regional Ministerial de Obras Públicas y la empresa concesionaria Abertis, que es la misma de la Ruta 68.
Con prácticamente el mismo flujo de 30.000 vehículos al día que tiene la Avenida España, su nivel de accidentabilidad es mucho más elevado, pues de acuerdo con las cifras que manejan Carabineros y la propia autoridad del ramo, el año pasado se registraron en la vía Las Palmas, alrededor de 118 accidentes, con decenas de heridos y una persona fallecida. En lo que va corrido del año, según precisó a nuestro Diario el jefe de la SIAT de Valparaíso, capitán Juan Escobar, ya se han lamentado 22 accidentes.
Entre las medidas que se están analizando para mejorar los niveles de seguridad, se plantea una mayor y mejor señalética, sobre todo en los puntos más conflictivos, que son los accesos del túnel Los Gemelos y a la altura del Barco de Papel. De igual modo, se estudia la ejecución de obras que permitan ampliar la capacidad de esta vía, como asimismo en la Ruta 68 y el mejoramiento de los enlaces y renovaciones viales y urbanísticas en puntos clave, como El Salto y la Variante Agua Santa, según informó el seremi de Obras Públicas, Miguel Saavedra. Debido a que el 37 por ciento de los accidentes son por exceso de velocidad, el 27 por no respetar la distancia de seguridad, lo que genera choques por alcance, y el 21 por ciento son por imprudencia, lo más lógico es que, además de las obras pertinentes, se necesitará una mayor fiscalización policial a los conductores y, a lo mejor, disminuir drásticamente los máximos de velocidad permitida, siempre que ello sea técnicamente recomendable. Es necesario tener en cuenta que las complejidades de esta vía se generan por su diseño, con muchas curvas en pendientes, puentes y por las condiciones atmosféricas, particularmente en invierno, con presencia constante de neblina, lo que dificulta la visibilidad a los conductores, generando además la humedad en la calzada por la llovizna, que la torna resbaladiza.
Una policía patrimonial
Salud, educación, seguridad…demandas que en forma permanente enfrenta nuestro puerto. El estado suele ser muy generoso cuando deslinda sus responsabilidades, por lo que podemos decir que en esa materia ha sido descentralizador. Lamentablemente somos nosotros, los municipios quienes debemos asumirlas. Así las cosas nos han ido traspasando las funciones que antaño le eran exclusivas al poder central. Una de las más determinantes es la educación. Más de cuatro mil millones de pesos debemos poner anualmente para en educación; también para la salud a través de nuestros consultorios. Lo mismo ocurre con otras funciones como el aseo, que en el caso nuestro debemos subvencionar con dos mil millones, anualmente
Mas de dos mil millones. Para decirlo en forma simple, nos batimos como podemos y habitualmente no es mucho.
Una de las formas en que podemos paliar esa permanente falta de ingresos es el aporte que nos dejan los permisos de circulación, que sirven no solamente para tapar baches en las calles, sino también para la seguridad de nuestros hijos que salen desde sus hogares a oscuras para ir a clases en invierno. Ellos precisan de iluminación en las calles para prevenir robos y asaltos. Debemos agregar que no son pocos quienes viven en otras comunas y pagan su contribución territorial allá, donde duermen. A ellos les solicitamos que así como viven su vida laboral con nosotros, paguen acá su permiso para que nos ayuden a ayudarles a ellos mismos con un mejor servicio
Pero no es todo. Por estos días he venido planteando con fuerza la necesidad de poder contar en la ciudad con una fuerza policial propia, sea esta una policía turística, o policía patrimonial o como se le llame, dado la insuficiencia permanente de efectivos por parte de carabineros. En todos los sectores que visito, me encuentro con la misma demanda: necesitamos de mayor seguridad en nuestras calles y espacios públicos.
Ciertamente que la primera objeción es aquella de tipo legal: nos dicen que las policías municipales no existen en la legislación chilena. A ellos les respondo que "tampoco existen legalmente las farmacias populares municipales" y ¡ahí las ve usted abriendo sus puertas todos los días! Voy a elevar esta iniciativa al nivel ejecutivo y a todas las instancias oficiales, porque ella es el resultado de la permanente demanda ciudadana.
Turistas de todo el mundo vienen y se enamoran de Valparaíso. Cada día nos visitan más artistas internacionales, pero todos ellos también requieren seguridad pública que les garanticen estar a salvo del delito. Es perfectamente posible que Valparaíso llegue a vivir de nuestro patrimonio, de nuestros atractivos y de nuestros servicios hoteleros y gastronómicos; pero para vivir de ellos como toda ciudad turística, necesitamos atender el reclamo de la noche porteña: "seguridad", que es también lo que los vecinos reclaman de nosotros en todos los barrios.
Jorge Castro
Alcalde de Valparaíso