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Valparaíso, del dicho al hecho

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Como es de público conocimiento -o, al menos, debiese serlo-, la Democracia Cristiana realizará hoy una serie de elecciones primarias internas en la región, salvo en Valparaíso, comuna en la cual se suponía que debían despejarse todas las dudas posibles antes de validar al candidato falangista para presentarlo, en primera instancia, a las primarias de la Nueva Mayoría del mes de junio, y luego -en el caso de resultar éste triunfador- a las elecciones municipales del mes de octubre.

Lamentablemente, uno de los precandidatos, el concejal Marcelo Barraza, cercano (y mucho) al exalcalde Hernán Pinto, se negó a enfrentar al exgobernador Omar Jara, cercano (cada vez menos, aunque diga lo contrario) al también exalcalde y actual diputado, Aldo Cornejo.

El argumento es bastante impresentable: no confiaba en el mecanismo determinado por el Consejo Nacional de su propio partido (una encuesta) para dirimir -como bien diría un exfutbolista chileno- quién era el "más mejor" a juicio de la ciudadanía.

Más allá de que el propio partido nunca fue capaz de aclarar quién, cómo y de qué forma realizaría el dichoso sondeo, la incapacidad partidista de haber realizado estas primarias sólo causa un desprestigio mayúsculo al propio partido y a la política en general, gatillando un inmediato vínculo con lo sucedido en las últimas primarias municipales oficialistas, cuando la hoy concejala Paula Quintana (PS) desistió de apoyar (con mayor o menor razón, pero incumpliendo la palabra empeñada) a Hernán Pinto.

De esta forma, y en su justa medida, comienza a tomar fuerza, o a pisar fuerte, un movimiento ciudadano como el Pacto Urbano La Matriz (cuyos alcances pueden ser leídos hoy in extenso en la edición de Reportajes), dueño de un giro extraño (hacedores de política que reniegan de la política), que ya ha tenido ciertos símiles en otras latitudes occidentales, como Podemos, en España, surgido al alero del 15-M y hoy sumido en una profunda crisis por la agresividad de su líder y su incapacidad de alcanzar acuerdos.

Estados Unidos, con Occupy Wall Street; México, con Yosoy#132; y, aun cuando la batalla fue más larga, Cinco Stelle y su líder Beppe Grillo, en Italia, también demuestran que el camino propio de la democracia obliga a jugar con las reglas establecidas y consensuadas que hoy existen.

Si la teoría que subyace detrás de este movimiento reniega decididamente de la clase política y de la institucionalidad, tampoco servirá de mucho que un tipo como Marcelo Mellado -a todo esto, columnista de este diario- se desgaste en debates bizantinos o que Gonzalo Ilabaca -uno de los más lúcidos- cite a Ricardo Lagos Escobar para criticar el T2.

Valparaíso necesita algo más que eso.