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La hora de las propuestas

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@talocowley

@ipoduje

En el contexto de la elección municipal que se acerca, debemos favorecer diálogos y construcciones de futuro, pero saliendo de los titulares y aterrizando los legítimos "sueños" que se tienen sobre el destino. Decir cómo y cuándo se implementarán las buenas ideas, los anhelos regionales o iniciativas largamente postergadas es una tarea compleja pero necesaria para no prometer cambios que no se podrán concretar, especialmente en municipios que arrastran serios problemas económicos.

Pensamos que existen al menos cinco temas donde se requieren estas precisiones. Uno muy sensible es la seguridad ciudadana. En rigor, este ámbito no depende de los municipios, pero estos han debido actuar ya que reciben los reclamos de sus vecinos diariamente. Para ello han implementado medidas disuasivas, pero no muy efectivas, como rondas de camionetas y guardias sin atribuciones para controlar actos criminales.

El segundo gran tema es la congestión vehicular, que al igual que la seguridad, trasciende el ámbito de acción municipal ya que las políticas de transporte y sus recursos, son definidas por ministerios nacionales. Ello explica la lentitud para definir las nuevas líneas del Metro o el retraso inexplicable en la recuperación de los ascensores de Valparaíso y la construcción de los tramos faltantes de la vía "PIV", una obra clave para resolver la conectividad metropolitana.

Lo mismo ocurre con los campamentos y la fuerte segregación social que se observa en la parte alta del anfiteatro metropolitano. Si bien los municipios deben evitar que se levanten viviendas en zonas de riesgo y pueden construir sedes sociales o centros deportivos, las inversiones que producirán cambios significativos dependen de varios ministerios que operan con escasa coordinación, como se ha podido ver en la reconstrucción de los cerros de Valparaíso.

¿Significa esto que los alcaldes solo pueden aspirar al lamento o encadenarse en algún edificio de Santiago para exigir ayuda? Pensamos que no. Si bien las dificultades descritas reflejan el centralismo que tanto aflige a Chile, existen herramientas para salvar estas restricciones e implementar cambios relevantes en cuatro y ocho años.

En materia de seguridad ciudadana se pueden lograr avances recuperando sitios eriazos, mejorando la iluminación de calles y pasajes, construyendo centros cívicos o instalando alarmas comunitarias con protocolos de prevención coordinados por los propios vecinos.

En materia de transporte e integración social resultan útiles los convenios de programación entre entidades públicas, las concesiones municipales, la postulación a fondos de desarrollo regional y a los recursos "espejo" del Transantiago, que increíblemente se devuelven en nuestra región porque faltan iniciativas para gastarlos.

También existen obras públicas definidas a nivel central, que pueden ser ajustadas y priorizadas por los alcaldes con buenos equipos técnicos y apoyo popular, como ocurrió en el pasado con el Casino, el muelle Barón, la Cuarta Etapa del Metro, el anillo de circunvalación La Pólvora - Las Palmas o el mejoramiento de la avenida Alessandri.

Es importante que cada municipio desarrolle un plan en detalle y que elabore, desde el día uno, una cartera de proyectos priorizada a cargo de equipos con dedicación exclusiva, alejados de la contingencia. Además, es fundamental que los nuevos alcaldes posicionen las demandas comunales a nivel nacional, usando toda la capacidad de los medios de comunicación, abandonando la tentación del lamento o la cuña mediática.

Los otros dos temas son de mayor responsabilidad de los ediles. El primero es el explosivo aumento del comercio ambulante y la publicidad en avenidas, paseos, veredas e incluso en plazas y parques, a vista y paciencia de las autoridades que prefieren entregar permisos provisorios o mirar para el lado antes de enfrentar el conflicto de sacar a locatarios o remover letreros que contaminan visualmente y generan inseguridad vial.

Esta misma debilidad se observa para controlar el vandalismo, una verdadera plaga que se ha extendido hacia cualquier espacio público o privado por la acción de grupos o individuos que muestran un profundo desprecio por el bien común y por la opinión de la ciudadanía que debe convivir por la fuerza con sus "creaciones" y desechos.

El vandalismo debe ser atacado de raíz, ya que afecta la dignidad y la calidad de vida de las personas, el patrimonio de la ciudad y su economía. Para ello los candidatos y candidatas deben precisar cómo recuperarán los espacios dañados, multarán a los infractores y garantizarán que las penas se cumplan, especialmente quienes prometan transformar a Valparaíso en la capital cultural de Chile o consolidar a Viña del Mar como una ciudad de servicios y turismo.

Como vemos, invitar a soñar con una ciudad mejor es un paso necesario pero insuficiente. Los candidatos deben pasar de la retórica a las propuestas, lo que implica definir metas, plazos, fuentes de financiamiento y modelos de asociación para implementar proyectos que nuestras ciudades requieren, pero que son imposibles de abordar desde el presupuesto municipal.

Además se requiere liderazgo para tomar decisiones impopulares y conflictivas, para escuchar a la ciudadanía aislando el ruido de los grupos de presión, de manera de definir una carta de navegación que logre posicionar los temas regionales en una escala nacional.

Hablar claro y concreto en el espacio más próximo a las personas es la propia contribución que cada uno de los interesados puede hacer para recuperar una parte del prestigio que se ha perdido por una larga lista de promesas electorales y sueños no cumplidos. Es hora de concretarlos.

*Integrantes Corporación Metropolítica

Gonzalo Cowley

Ivan Poduje