"Todas las verdades se tocan", afirmó Andrés Bello en su célebre discurso pronunciado con motivo de la instalación de la U. de Chile, el 17 de septiembre de 1843. Y continuó: "Los adelantamientos en todas las líneas se llaman unos a otros, se eslabonan, se empujan. Y cuando digo los adelantamientos en todas las líneas, comprendo sin duda los más importantes a la dicha del género humano, los adelantamientos en el orden moral y político". Tan actual como en esas afirmaciones resulta el mencionado discurso, puesto que en otro momento, desafiando a los espíritu pacatos de su tiempo, su autor señaló que "la universidad no sería digna de ocupar un lugar en nuestras instituciones sociales si (como murmuran algunos ecos oscuros de declamaciones antiguas) el cultivo de las ciencias y las letras pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral o bajo un punto de vista político".
En un artículo de prensa de 1848, que tituló "Constituciones", Bello se explayó sobre la conveniencia de que los textos constitucionales que en ese momento empezaban a darse las nuevas naciones hispanoamericanas no tuvieran su origen "en los intereses de un partido, de una fracción social", puesto que, en tal caso, no representarían otra cosa que "las ideas, las pasiones y los intereses de un cierto número de hombres que han emprendido organizar el poder público según sus propias inspiraciones". Por lo que abogó Bello, en cambio, fue por constituciones que "tengan su causa en el espíritu mismo de la sociedad", puesto que sólo entonces ellas "serán la expresión, la encarnación de ese espíritu". Así las cosas, no basta con que el proceso constituyente abierto hoy en nuestro país esté definido como un proceso "participativo", sino que requiere, de hecho, la mayor participación de que seamos capaces. No se puede protestar porque el proceso esté teniendo baja participación y, a la vez, restarse deliberadamente a ésta.
Volviendo a su discurso de instalación de la U. de Chile -bellamente impreso por el sello editorial de la U. de Valparaíso con prólogo de Iván Jaksic-, Bello nos dejó estas palabras que tienen también quemante actualidad: "La libertad, como contrapuesta, por una parte, a la docilidad servil que lo recibe todo sin examen, y por otra a la desarreglada licencia que se rebela contra la autoridad de la razón y contra los más nobles y puros instintos del corazón humano, será sin duda el tema de la universidad en todas sus diferentes secciones".
Libertad, entonces, no docilidad, pero tampoco desorden ni menos imposición de un pensamiento único.
Algo me dice que Bello sonreiría aprobadoramente si pudiera presenciar el actual proceso constituyente, que lo más seguro conducirá a una nueva Constitución que reflejará eso que él llamó "espíritu" de la nación y no, como la de 1980, los puntos de vista de quienes detentan el poder político en un momento determinado de nuestra historia.
Agustín Squella
Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales