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La clase política y sus primarias

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Las primarias aparecen como un esfuerzo de la clase política por recuperar algo de la legitimidad que ha perdido en los últimos años. Un instrumento para conectarse con sus bases y con la propia sociedad, pero con ciertos bemoles que es necesario considerar.

Por lo pronto, el diseño impide que tengan un impacto político en la forma cómo se construyen las bases ideológicas y programáticas de los partidos y de cómo se define su acción política, pues sólo buscan identificar nombres atractivos en una competencia electoral donde no se lucha por ideas, sino por votos. Su impacto se pierde si no son obligatorias y abiertas para todos los cargos de elección popular. Eso anula el contrapeso al poder político y fáctico de las élites partidistas, pues muchas candidaturas todavía se definen a puertas cerradas, dirección correcta, pero cuyo diseño refleja un error frecuente de la clase política, pues desnaturaliza su dimensión propiamente democratizadora, desacreditando la institución.

El resultado da cuenta del estado de deterioro de la clase política y de su creciente deslegitimación: la ciudadanía, el pueblo, percibe la disonancia entre el discurso que justifica estas instituciones y el resultado que es posible verificar de ellas. Dado que este no se acerca siquiera a lo prometido, se consolida la crisis de legitimidad de la clase política y de sus instituciones.

Aquí es importante comprender que este tipo de mecanismos se integra con las distintas formas de participación política, no sólo en las instancias formales, sino también en aquellas informales donde el pueblo se puede manifestar libremente.

Sin embargo, vemos cómo estas son reprimidas y criminalizadas por la clase política. La ciudadanía percibe que la clase política desconfía de todo tipo de participación política. Y si la clase política desconfía del pueblo, pues el pueblo tendrá todavía más razones para desconfiar de esta. La clase política debiera garantizar los canales adecuados para que la ciudadanía se manifieste libremente, en lugar de condicionarla.

En lugar de eso, la reprime y la condena. Las primarias forman parte de esta clave: con un discurso supuestamente democratizador, la clase política diseña vías de participación política más cómodas, menos desafiantes para sus posiciones de privilegio y del propio statu quo… y eso la ciudadanía lo percibe.

Profesor de Derecho Constitucional y director del Departamento de Derecho Público de la Universidad de Valparaíso.

"La clase política debiera garantizar los canales adecuados para que la ciudadanía se manifieste libremente, en lugar de condicionarla"

Jaime Bassa