Panamá y Valparaíso: hora de definiciones
La inauguración del nuevo Canal de Panamá es la consecuencia de un estado decidido a sacar adelante los proyectos en los cuales cree. Algo bastante diferente a lo que ocurre en Chile. Sin gestos ni decisiones concretas por parte del Gobierno es bien difícil entender lo importante que es la ampliación de la capacidad y operatividad portuaria en la Región de Valparaíso. ¿Cuáles son esas definiciones?
La histórica inauguración del nuevo Canal de Panamá no ha estado exenta de polémicas y cuestionamientos. Un reciente reportaje del prestigioso periódico The New York Times da cuenta de los múltiples problemas e impoderables desatados -y por desatarse- tras la construcción de una obra de cortes bíblicos.
Los contratiempos, explica el Times, radican en la oferta presentada por el consorcio Grupos Unidos por el Canal (GUPC), liderado por la constructora española Sacyr y Vallehermoso (exoperadora en Chile de varias concesiones, entre ellas la Ruta 68), junto a la italiana Salini Empregilo, la belga Jan de Nul y la panameña Cusa, con un presupuesto inicial de US$3.200 millones en 2009, cifra muy por debajo de sus competidoras, lo que quedó demostrado en los sobrecostes de casi US$2.400millones calculados por GUPC debido a la calidad del matreial utilizado, fallas no esperadas en el terreno, huelgas y cambios normativos.
Ya diversos analistas independientes habían advertido que el presupuesto para concreto era de un 71% menos que la del competidor que le seguía, junto con un severo ahorro en el hierro utilizado para reforzarlo.
También se criticó el nuevo diseño, sin el espacio suficiente para el sistema de remolcadores que tirará y empujará a los gigantescos buques Neo Panamax.
Como si esto fuera poco, el reportaje también entrega tintes propios de una novela de espías, con cables diplomáticos filtrados que hablan de corrupción y chantaje y que involucran al expresidente de Panamá y exministro del Canal, Ricardo Martinelli.
Y, cómo no, también está el problema de la naturaleza, con el lago Gatún -el corazón del canal de Panamá y su sistema de esclusas- en uno de sus mínimos niveles históricos de agua, permanentemente amenazado por el fenómeno de El Niño y con severos riesgos de no mantener un mínimo estándar de confianza operativa.
Pese a todo, culmina el reportaje, existe tanta gente dispuesta a que el proyecto salga adelante, que el nuevo Canal de Panamá terminó siendo una especie de ola inatajable.
En Chile, en tanto, las exigencias de capacidad y competitividad logística -como bien expresan diversos actores portuarios en las páginas 8 y 9 de esta misma edición- dan cuenta de precisamente lo contrario: salvo por el decidido respaldo del intendente Gabriel Aldoney, la ampliación portuaria del Terminal 2 en Valparaíso no parece concitar el apoyo necesario de quien, precisamente, es el principal interesado: el Gobierno. Junto con ello, en el Parlamento circula el secreto a voces de que, una vez pasadas las elecciones municipales de octubre, se anunciará la inclinación gubernamental por el Megapuerto en San Antonio.
En otras palabras, la indefinición hecha verbo.