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Las aulas, el espacio privilegiado para aprender a convivir

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Hoy por hoy nuestra sociedad tiene la necesidad de generar espacios de sana convivencia entre las personas que la conformamos, a diario nos encontramos con actos violentos en los que se evidencian malos tratos, formas inadecuadas de expresarse física y verbalmente las que se instalan en espacios de uso cotidiano como lo son los barrios, los medios de comunicación y las escuelas corriendo el riesgo de naturalizarse.

Ante este escenario la educación tiene un papel fundamental que cumplir en la formación y educación de niños, niñas y jóvenes. Una transformación en la manera como actuamos, como nos relacionamos unos con otros o como participamos para lograr cambios, para ello requieren recibir una formación que le permita ejercer de manera constructiva su ciudadanía.

Si bien la escuela no es el único espacio en el que esa educación debe ocurrir, es sabido y reconocido por quienes educamos que es un lugar privilegiado para la formación ciudadana.

Las aulas son el espacio ideal para el aprendizaje y la práctica de la vida ciudadana, las interacciones entre pares y entre estudiantes y educadores, la construcción de normas que regulan esas interacciones, la toma de decisiones, los conflictos que se generan, en pocas palabras todo aquello que surge en esa cotidianeidad puede ser considerada como una oportunidad para la formación ciudadana.

Al respecto, las bases curriculares de la Educación Parvularia, plantean aprendizajes tendientes a desarrollar la formación personal y social, relevando las relaciones interpersonales, sus formas de participación con sentido de pertenencia e integrando paulatinamente las normas y valores socialmente compartidos (Bases curriculares de la Educación Parvularia.2002).

Para tal formación, se sugiere una educación desde un enfoque de derecho que reconozca al niño, sujeto persona en la que se respete y valore la participación de nuestros niños desde sus singularidades, dándoles oportunidades para que se reconozcan como sujetos autónomos capaces de integrarse en el mundo y estar con el mundo, es decir jugar, recrearse y actuar en su entorno inmediato para desarrollar sus facultades reflexivas y habilidades sociales. Estos aprendizajes se pueden alcanzar a través de estrategias de enseñanzas activas que ponen en práctica las habilidades sociales, por ejemplo el juego socio-dramático, los diálogos reflexivos, dar tiempo a los niños para que se organicen, tomen decisiones, argumenten y den sentido a sus acciones entre otros.

En la Bases curriculares para la Educación Básica, las competencias ciudadanas se plantean como objetivos de aprendizaje transversales y se manifiestan de manera explícita haciendo referencia al desarrollo personal, moral y social, vinculado a la dimensión socio-cultural (Mineduc2014). Para tal aprendizaje, se recomienda la implementación de metodologías activas que integren en su proceso de aprendizaje, la práctica de las competencias ciudadanas donde estas se vuelvan acción y estén basadas en la interacción social.

El uso del conocido juego de roles, puede favorecer éste aprendizaje, pues da la posibilidad de poner en práctica lo aprendido acerca de un conflicto particular y la manera de resolverlo constructivamente, para su éxito es requisito tener como profesor, claridad respecto a las competencias ciudadanas que se quiere enseñar así como también antecedentes del conflicto que se desea resolver. Esta experiencia educativa implica la escucha activa, ponerse en el lugar del otro, pensar en distintas opciones para resolver diferencias, entre otras.

Pero más importante aún es la comprensión y enfoque educativo que tienen los educadores frente a estos aprendizajes y a la formación ciudadana, pues de ello depende lo anteriormente planteado, bien sabemos que la práctica pedagógica es el reflejo de las creencias de los educadores. Sería interesante entonces que las comunidades educativas diseñaran espacios para generar la reflexión- crítica a fin de reconocer en sus prácticas el conocimiento que está en uso y la relación que establece con su saber.