Amelia Carvallo
Este jueves se estrena a nivel nacional la más reciente cinta del realizador chileno Andrés Waissbluth, "Un caballo llamado elefante", que lo trae de vuelta al cine y enfocado hacia el mundo infantil.
La cinta cuenta la historia de dos hermanos que, tratando de recuperar a un caballo, se cuelan dentro de un circo, lugar desde el cual lo deben rescatar del dominio de Infausto, un temible lanzador de cuchillos que hará todo lo posible por impedirlo. A grandes trazos está inspirada en una historia que el folclorista Lalo Parra (1918 - 2009) le contó al director hace ya años.
NIÑOS Y ANIMALES"Siempre se dice que hacer películas con niños o con animales es mala idea porque es muy difícil, pero nosotros nos tiramos un piquero e hicimos una película con niños y con animales. Y la verdad efectivamente es difícil, pero porque es distinto", reflexiona el director, que también admite que trabajar con actores adultos a veces también "es un trance".
"Los niños son espontáneos, salen con cosas inesperadas y eso, normalmente, no funciona. Pero otras veces son grandes aciertos. Además las salidas de libreto, por decirlo de alguna forma, son divertidas. Yo me reí mucho con los errores y los problemas; en otras películas uno se atormenta y sufre, aquí cada problema, cada cosa que salía mal generalmente generaba una carcajada", explica el director, que reconoce que ha sido la filmación en que mejor lo ha pasado en su carrera.
El casting fue largo y difícil: más de dos años buscando a los niños que dieran con el perfil de los hermanos fugados. Todo pareció ir mejor cuando decidieron salir a buscar fuera de Santiago, donde finalmente encontraron a los protagonistas: Tomás Arriagada (Lalo) y Joaquín Saldaña (Roberto), ambos de Talca.
Por otro lado, el personaje de la niña Manuela, que es trapecista en el circo, corrió por cuenta de la mexicana Ana Sofía Durand. "Rápidamente ella empezó a llamar la atención, fue pasando etapas y estaba siempre entre las más destacadas. Tiene más trayectoria que los niños porque en México hay una industria un poco más desarrollada y ha estado en videoclips y series de televisión", cuenta Waissbluth.
Trabajo específicoLa película está filmada en los alrededores de Santiago y en el camino a Valparaíso. También incluye animación, para lo que el director tuvo que aprender técnicas que no conocía.
"La película tiene 10 minutos de animación y alrededor de 100 planos con efectos especiales. La posproducción fue complicada, engorrosa y larga. Esa parte no fue tan divertida como el rodaje y presupuestariamente fue bien estresante", resume.
"La animación está puesta acá para ilustrar un cómic que el protagonista, el niño Lalo, está todo el día leyendo y de hecho confunde la realidad con lo que imagina y lo que lee en la historieta", añade.
Poco asiduo al circo se dice Waissbluth, ya que le disgusta el maltrato animal y a los payasos les tenía miedo. Pero fue imposible desoír la petición del tío Lalo de llevar al celuloide sus aventuras infantiles.
- ¿Cómo conoció a Lalo Parra?
- Conocí a Lalo Parra trabajando, haciendo un programa para la televisión que se llamaba "Geografía musical de Chile" y me tocó ir a entrevistarlo. Mientras lo maquillaban e instalábamos las luces me contó, a pito de nada, esta historia de su infancia y le dije: "es una idea muy linda para hacer una película", y ahí quedó todo. Como al mes me ubicó su esposa para decirme que Lalo había quedado obsesionado con la idea de la película y que quiere reunirse conmigo.
- ¿Y cómo trabajaron?
- Durante dos años nos veíamos una vez al mes. Nos hicimos muy amigos, pero cada vez que nos reuníamos me contaba la historia absolutamente distinta y contradictoria; todo lo que me decía a la siguiente sesión no tenía nada que ver, lo único que se mantenía estable era que Lalo y Roberto se fueron con ocho y diez años con un circo mexicano, el circo del señor Pavón.
- ¿Y entonces?
- Decidí quedarme con esta idea general, olvidarme de los Parra, cambiar de época, de género, centrarme en una película infantil y así llegamos a incorporar el caballo y a Manuela, que no estaban en la idea original.