¿Se avanzó en la solución a los dramáticos problemas del Servicio Nacional de Menores y en Gendarmería con la interpelación a la Ministra de Justicia? La respuesta hasta ahora pareciera ser negativa. Ante las denuncias planteadas por la diputada interpeladora, Marcela Sabat (RN), la ministra Javiera Blanco eludió respuestas concretas, caso específico de las asignaciones presupuestarias tanto para el Sename como para entidades privadas colaboradoras en la atención a los menores.
La reunión realizada el martes en la Cámara de Diputados tenía un trasfondo político a partir de hechos reales; choque entre la Nueva Mayoría y la oposición en un marco tenso con bulliciosas quejas de dirigentes de importantes organismos dependientes de la cartera de Justicia, como el propio Sename, Gendarmería, Registro Civil y Corporación de Asistencia Judicial. Y esos dirigentes no fueron precisamente a apoyar a la interpelada. También hubo disparos verbales de grueso calibre y en la tarde de ayer se confirmó la acusación constitucional contra Javiera Blanco.
En el oficialismo hubo expresiones de autocomplacencia y apoyo a la secretaria de Estado olvidando hechos como las desmedidas pensiones de Gendarmería y, lo que es peor, los niños y niñas fallecidas en dependencias del Sename, cifra hasta ahora no establecida con precisión, de acuerdo a denuncias del diputado ex DC, hoy independiente, René Saffirio.
La autocomplacencia es inaceptable cuando aparecen evidentes fracasos en al menos dos de los servicios de mayor complejidad dependientes de Justicia: Sename, que se ocupa de menores en situación irregular, y Gendarmería, que cautela a quienes por disposición de los tribunales están privados de libertad. Un amplio grupo humano, carenciado uno, culpable otro, que requiere especial atención para su rescate y reinserción social.
La tarea es difícil y hasta peligrosa y exige vocación, como lo plantea acertadamente el sacerdote Enrique Opaso, director del Refugio de Cristo. Cierto es que se requieren medios materiales, personal con buenos ingresos y capacitación, pero la base está en la vocación de servicio para atender a un grupo humano, numeroso, heterogéneo, vulnerable entre los vulnerables, más allá de parcelaciones políticas que frenan un trabajo ordenado con metas claras, resultados transparentes y sincera autocrítica.
Tras el ruido de la interpelación, el griterío, la coprolalia y el desalojo de la sala, queda pendiente la urgencia de rescatar los dos servicios mencionados. Usando una expresión manoseada pero real, las heridas están abiertas. No pueden seguir sangrando.