El arduo trabajo de una dentista porteña en uno de los países más pobres del mundo
LABOR. Andrea Valenzuela Frantischek, académica de la UV y miembro de Odontólogos sin Fronteras, permaneció un mes en Burundi, África, asistiendo a la población más necesitada.
Ubicado en África Oriental, Burundi es uno de los países más pobres del mundo, con el 67% de su población sumida en esta cruda realidad. Con una marcada violencia política en ascenso y aún recuperándose de la guerra civil que vivió entre los años 1993 y 2005, carece de una apropiada infraestructura sanitaria, por lo cual es siempre bienvenida la llegada de profesionales de la salud que concentran su trabajo en las zonas de mayores carencias.
Sin lugar a dudas, todo un desafío que vivió en carne propia la cirujano dentista porteña Andrea Valenzuela Frantischek, quien permaneció durante todo el mes de julio en esa nación, ayudando la misión que por años desarrolla el sacerdote chileno Rodrigo Delazar (Schoenstatt), también dentista.
Tras cuatro días de viaje, con escalas en Brasil, Sudáfrica y Ruanda, Andrea, profesora de la Escuela de Odontología de la Universidad de Valparaíso (UV) y dentista del consultorio de Quebrada Verde, se instaló en la capital de Burundi, Buyumbura, y desde ahí viajó por todo el país atendiendo sobre todo a niños a través de un box dental portátil que gestionó previamente con el apoyo de la organización Odontólogos sin Fronteras Chile, de la cual es su vicepresidenta.
Y si bien ya había estado en África anteriormente, puntualmente en Camerún, la realidad de Burundi la impactó hasta el punto de pensar seriamente en quedarse por un tiempo más prolongado. "De hecho, en Burundi hay sólo 16 dentistas para una población de 10 millones de personas y la mayoría de ellos focaliza sus servicios a quienes tienen mayores recursos", explicó.
La pobreza en Burundi está en cada esquina, pero el férreo control policial del régimen también, cuyos agentes miran con recelo cada movimiento de la población y sobre todo de los extranjeros, algo que Andrea debió enfrentar.
"En una oportunidad, cuando había terminado mi trabajo en el hospital (Roi Khaled, en la localidad de Kamenege), al cual había ingresado como a las siete de la mañana, muchos niños se me acercan y les compré algunas cosas para que tomaran desayuno. Me senté con ellos, pero llegó un policía de civil y me pidió el teléfono porque me había visto anteriormente sacando fotos, algo que está casi prohibido. Creo que me había seguido. Me preguntó si era periodista y yo le expliqué que no, que era dentista, que trabajaba en el hospital, pero me obligó a borrar las fotos, advirtiéndome que si no lo hacía me iba a ir detenida", relató.
Pero a pesar del complejo escenario político de Burundi, la frágil situación humanitaria que vive esa nación africana la llevó a decidirse por concentrar su trabajo en Odontólogos sin Fronteras en ese país, al cual espera volver en el mediano plazo para seguir asistiendo a su población.