Hace unos días cientos de familias celebraron con sus hijos e hijas el Día del Niño, una conmemoración que si bien es cuestionable por el excesivo énfasis comercial que se le otorga, también puede ser una oportunidad para compartir momentos de verdadero afecto y permitir una comunicación que muchas veces es postergada.
También es una oportunidad para reflexionar sobre los avances, estancamientos y retrocesos en el camino por construir un sistema eficiente de protección integral a la infancia.
Como ONG Paicabi creemos que esta tarea ha demorado demasiado y ha dejado de lado el sentido de urgencia que amerita la situación de miles de niños y niñas que han sido vulnerados en sus derechos y que no están recibiendo la atención oportuna que requieren. Este es un problema fácilmente apreciable cuando vemos la poca importancia que tiene la infancia en el contexto de las políticas públicas, más allá de las estrategias efectistas que se asumen cuando alguna situación de alto impacto copa la agenda mediática y provoca el surgimiento de múltiples voces que ofrecen soluciones milagrosas.
En este mismo medio hemos reiterado la creciente lista de espera de niños víctimas de maltrato y abuso sexual en la Región de Valparaíso; sin embargo, los parlamentarios que representan a nuestra región no se han pronunciado sobre la gravedad de lo denunciado, lo que es un síntoma evidente que los niños y niñas no son su prioridad y que se limitan a vociferar en los medios de comunicación su preocupación y alarma por lo que ocurre, sin proponer ninguna medida concreta que termine con la precariedad de recursos financieros que hoy tienen los sistemas de residencia y ambulatorios que, sin duda, requieren con urgencia no sólo sanciones y desvalorización de su trabajo que por décadas vienen realizando, sino de un sistema de protección integral y de recursos que permitan garantizar plenamente los derechos humanos de los niños y niñas.
Paralelamente, se requiere necesariamente un cambio cultural a favor del buen trato, apoyado por campañas educativas que se inicien desde los primeros años de vida y se mantengan hasta la educación superior y también en los espacios laborales. Una comunidad no puede quedar indiferente frente a casos recientes como el que ocurrió en la comuna de La Granja, donde Máximo, un pequeño de cuatro meses, fue zamarreado por su padrastro hasta provocarle un daño de tal magnitud que lo llevó a la muerte.
Para evitar situaciones similares necesitamos una cultura de cuidado y protección respecto a los niños y niñas, donde todos somos responsables, no sólo como padres, madres, abuelos o hermanos, también como vecinos, profesores, médicos, parlamentarios, abogados o jueces. Somos también responsables cuando nos convertimos en simples observadores y preferimos no intervenir. Este cambio también es urgente y es una tarea a la que estamos obligados como sociedad.
Iván Zamora Zapata
Director ejecutivo ONG Paicabi