Secciones

Los intendentes y el efecto boomerang

La estrategia de convertirse en francotirador ha sido utilizada históricamente por los dirigentes políticos para tener cabida en los medios. Y normalmente funciona, pero a la vez, se convierte en un boomerang para quien lo hace.
E-mail Compartir

Al calor de la pasión futbolera (¿a quién no le ha pasado?), el subsecretario del Trabajo, Francisco Díaz, se refirió despectivamente al estadio Monumental, sede de Colo Colo, en su cuenta de Facebook. Sus palabras causaron revuelo nacional y hay desde quienes piden su renuncia hasta los que ven en él una buena oportunidad para aplicar una sanción ejemplarizadora a través de la Ley de Violencia en los Estadios.

El subsecretario habló de más, no midió sus palabras y generó un autogol innecesario para él y, por cierto, para La Moneda.

Algo así le sucedió también al exintendente Ricardo Bravo, quien salió de su autoimpuesto silencio lanzando un misil mediático a la gestión de su sucesor -y correligionario- Gabriel Aldoney, enlodando de paso a la Nueva Mayoría y al gobierno de Michelle Bachelet.

Porque si Bravo quería dar a conocer su candidatura a diputado -posibilidad que dejó entrever de manera bastante directa- había formas más sutiles de hacerlo. Más difíciles seguramente, pero más "elegantes". Como lo dijo un dirigente PPD: "No puedes entrar a la pelea ensuciando a otro".

La estrategia de convertirse en francotirador ha sido utilizada históricamente por los dirigentes políticos para tener cabida en los medios. Y normalmente funciona, pero a la vez, se convierte en un boomerang para quien lo hace. Porque siempre el francotirador recibirá alguna respuesta. Y esta será proporcional al daño que el afectado sienta haber sufrido. Por lo tanto, nadie que haya utilizado esta táctica logra salir ileso de ella.

Y así sucedió también en esta ocasión.

Porque cuando Bravo le dice a Aldoney que el Gobierno Regional "ha perdido el sentido de urgencia" y le enrostra la postergación de los trabajos en la Av. España, obviamente el actual mandamás de Valparaíso le responderá. Y le recordará que cuando alguien hace bien su trabajo "no le piden la renuncia".

Al abrir la puerta de par en par, Bravo genera este efecto boomerang, pero además, con esquirlas múltiples. Porque tanto Aldoney como otros dirigentes políticos de la región no demoraron en responderle y hacer referencia a las razones por las que el exintendente salió del cargo. "No tiene pergaminos" para evaluar la gestión de su sucesor, le dijeron, junto con recordarle que fue precisamente la falta de "sentido de urgencia" ante el incendio de Valparaíso en 2014 uno de los temas que gatilló su salida, aun cuando esta haya sido producto de presiones políticas más que una decisión administrativa.

El actual intendente, en todo caso, no sale bien parado en esta pugna. Aunque sus intenciones hacia el futuro son menos claras que las de Bravo, lo cierto es que su gestión no ha tenido muchas luces: efectivamente, la ampliación de la Av. España sigue sin rumbo claro, al igual que la situación del puerto o la reconstrucción tras el megaincendio. Tampoco se ve -por el momento al menos- un avance concreto en los compromisos que el jefe regional asumió cuando llegó al cargo: movilidad, conectividad, nueva gobernanza para Quintero, entre otros.

No hay asimismo muchos elementos nuevos en la lucha contra las irregularidades en la Intendencia. La falta de urgencia en esta área es un tema que comparten Bravo y Aldoney. Sobre todo si se recuerda el caso fraude en la Intendencia, que ya va por su tercera versión y aún no tiene un fin. Cada cierto tiempo, como si fuera una teleserie por capítulos, aparece una nueva entrega que nos hace recordar que es un tema abierto aún y que la autoridad de turno -sea Bravo o Aldoney- no tiene ningún apuro en cerrarlo.

Ahora, cabe la posibilidad también que las palabras de Ricardo Bravo hayan pretendido -más que lanzar su candidatura a diputado- devolverle la mano a algunos de sus correligionarios del PS, que pujaron fuertemente por su salida de la Intendencia. Si así es, entonces la forma de hacerlo no sólo es políticamente incorrecta, sino además derechamente burda.

El estado actual de la política no es escenario propicio para autogoles. Menos cuando la mayoría de los dirigentes políticos -al igual que la selección- tendrá que sacar la calculadora para recuperar la confianza de los electores. No es momento de sacar ventajas pequeñas y, mucho menos, de enviar pelotazos con efecto. Lo más seguro es que el pelotazo llegue de vuelta.

Los intendentes y el efecto boomerang

La estrategia de convertirse en francotirador ha sido utilizada históricamente por los dirigentes políticos para tener cabida en los medios. Y normalmente funciona, pero a la vez, se convierte en un boomerang para quien lo hace.
E-mail Compartir

Al calor de la pasión futbolera (¿a quién no le ha pasado?), el subsecretario del Trabajo, Francisco Díaz, se refirió despectivamente al estadio Monumental, sede de Colo Colo, en su cuenta de Facebook. Sus palabras causaron revuelo nacional y hay desde quienes piden su renuncia hasta los que ven en él una buena oportunidad para aplicar una sanción ejemplarizadora a través de la Ley de Violencia en los Estadios.

El subsecretario habló de más, no midió sus palabras y generó un autogol innecesario para él y, por cierto, para La Moneda.

Algo así le sucedió también al exintendente Ricardo Bravo, quien salió de su autoimpuesto silencio lanzando un misil mediático a la gestión de su sucesor -y correligionario- Gabriel Aldoney, enlodando de paso a la Nueva Mayoría y al gobierno de Michelle Bachelet.

Porque si Bravo quería dar a conocer su candidatura a diputado -posibilidad que dejó entrever de manera bastante directa- había formas más sutiles de hacerlo. Más difíciles seguramente, pero más "elegantes". Como lo dijo un dirigente PPD: "No puedes entrar a la pelea ensuciando a otro".

La estrategia de convertirse en francotirador ha sido utilizada históricamente por los dirigentes políticos para tener cabida en los medios. Y normalmente funciona, pero a la vez, se convierte en un boomerang para quien lo hace. Porque siempre el francotirador recibirá alguna respuesta. Y esta será proporcional al daño que el afectado sienta haber sufrido. Por lo tanto, nadie que haya utilizado esta táctica logra salir ileso de ella.

Y así sucedió también en esta ocasión.

Porque cuando Bravo le dice a Aldoney que el Gobierno Regional "ha perdido el sentido de urgencia" y le enrostra la postergación de los trabajos en la Av. España, obviamente el actual mandamás de Valparaíso le responderá. Y le recordará que cuando alguien hace bien su trabajo "no le piden la renuncia".

Al abrir la puerta de par en par, Bravo genera este efecto boomerang, pero además, con esquirlas múltiples. Porque tanto Aldoney como otros dirigentes políticos de la región no demoraron en responderle y hacer referencia a las razones por las que el exintendente salió del cargo. "No tiene pergaminos" para evaluar la gestión de su sucesor, le dijeron, junto con recordarle que fue precisamente la falta de "sentido de urgencia" ante el incendio de Valparaíso en 2014 uno de los temas que gatilló su salida, aun cuando esta haya sido producto de presiones políticas más que una decisión administrativa.

El actual intendente, en todo caso, no sale bien parado en esta pugna. Aunque sus intenciones hacia el futuro son menos claras que las de Bravo, lo cierto es que su gestión no ha tenido muchas luces: efectivamente, la ampliación de la Av. España sigue sin rumbo claro, al igual que la situación del puerto o la reconstrucción tras el megaincendio. Tampoco se ve -por el momento al menos- un avance concreto en los compromisos que el jefe regional asumió cuando llegó al cargo: movilidad, conectividad, nueva gobernanza para Quintero, entre otros.

No hay asimismo muchos elementos nuevos en la lucha contra las irregularidades en la Intendencia. La falta de urgencia en esta área es un tema que comparten Bravo y Aldoney. Sobre todo si se recuerda el caso fraude en la Intendencia, que ya va por su tercera versión y aún no tiene un fin. Cada cierto tiempo, como si fuera una teleserie por capítulos, aparece una nueva entrega que nos hace recordar que es un tema abierto aún y que la autoridad de turno -sea Bravo o Aldoney- no tiene ningún apuro en cerrarlo.

Ahora, cabe la posibilidad también que las palabras de Ricardo Bravo hayan pretendido -más que lanzar su candidatura a diputado- devolverle la mano a algunos de sus correligionarios del PS, que pujaron fuertemente por su salida de la Intendencia. Si así es, entonces la forma de hacerlo no sólo es políticamente incorrecta, sino además derechamente burda.

El estado actual de la política no es escenario propicio para autogoles. Menos cuando la mayoría de los dirigentes políticos -al igual que la selección- tendrá que sacar la calculadora para recuperar la confianza de los electores. No es momento de sacar ventajas pequeñas y, mucho menos, de enviar pelotazos con efecto. Lo más seguro es que el pelotazo llegue de vuelta.