Aportes al rescate del Barrio Puerto
Tres iniciativas en marcha deberían tener un efecto multiplicador en la recuperación del sector. El tema no se agota en la inversión, en las construcciones mismas. Ese ánimo de rescate exige un marco de seguridad para quienes allí trabajan, para sus actividades y también para los visitantes.
Un nuevo proyecto se suma a la recuperación de valiosos inmuebles del Barrio Puerto, que por años ha ido cayendo en una lamentable situación de deterioro. Se trata de la recuperación del tradicional edificio Subercaseaux de la calle Serrano, del que se conservan sólo parte de sus muros exteriores tras la explosión que afectó al sector, dejando un saldo de víctimas fatales y elevadas pérdidas materiales.
El rescate de ese inmueble será asumido por la Empresa Puerto Valparaíso (EPV), que aprobó la compra del derruido inmueble a la Municipalidad. Se considera una obra que mantiene el exterior patrimonial, respetando alturas y reforzando los muros existentes. Hacia el interior habrá una nueva construcción destinada a las oficinas de EPV, en tanto que el exterior, que mantiene su fisonomía tradicional, albergará locales comerciales. La iniciativa cuenta ya con la aprobación del Consejo de Monumentos Nacionales y con recursos de Hacienda, pues se trata de la inversión de una empresa estatal como es la portuaria.
Lo anterior se suma al tan dilatado proyecto del Mercado Puerto, que ya cuenta con recursos para la realización de obras, y el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, en el antiguo Edificio Severín. Esta última iniciativa será tratada la próxima semana por el Consejo Regional, que debería otorgar recursos por $ 6.000 millones.
De este modo, están en marcha tres emprendimientos que significan polos de actividad y de mejoramiento del sector. El edificio de Neurociencia es un aporte a estudios superiores y a la investigación; el Palacio Subercaseaux, a la gestión portuaria; y el Mercado Puerto, al comercio detallista y al abastecimiento.
En su conjunto, estos tres edificios aportan al entorno del área con sus fisonomías recuperadas y, al menos en teoría, deberían tener un efecto multiplicador en cuanto al mejoramiento general del barrio y a la conservación de su condición patrimonial.
Pero el tema no se agota en la inversión ni en las construcciones, sino que ese gasto, ese ánimo de rescate, exigen un marco de seguridad para quienes allí trabajan, para sus actividades y para los visitantes. Esto debe ir acompañado de un aseo constante y, muy importante, de respeto a esos espacios, a esas antiguas fachadas ya recuperadas o en recuperación. Hay en esa materia un tema educacional pendiente y también en vigilancia y en disposiciones que sancionen el daño, los rayados en los espacios públicos y privados.
Junto a lo material, es necesario instalar un clima de respeto, por el pasado y por el presente, lo cual en último término beneficiará a toda la comunidad.