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Ciudad Limpia: el denominador común

"La diferencia de esta elección con las de antes, es que ningún candidato podrá idealizar o cosificar cómodamente las soluciones, dado que como se ha dicho, sobran los diagnósticos y una parte importante de la ciudadanía se ha propuesto trabajar en la apuesta hacia la verdadera gobernanza local"
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En pocas semanas Valparaíso enfrentará un nuevo proceso electoral municipal. Mientras los candidatos exponen sus programas, cabe preguntarse si los ciudadanos le están tomando el pulso a la posibilidad de analizar comparativamente visualizaciones complejas sobre las diversas brechas por cubrir en las propuestas, para plantear el curso hacia un Valparaíso renovado. Desde priorizar el derecho a la participación en las ideas de una comunidad más organizada, hasta soluciones en temas de conectividad, movilidad, medio ambiente y ordenamiento territorial, el debate se centra hoy en la generación de oportunidades desde la puesta en valor de la identidad porteña.

Después de muchos años, la ciudad golpeada por la catástrofe pone en crisis la definición de su carácter, reconstruyendo por sobre la corta duración del periodo alcaldicio, un relato y una visión que presionan por decisiones que superen capacidades, tiempos y lógicas de una política local tan obsoleta como los instrumentos de ordenación territorial que la rigen. Se logra sin obligación legal entonces un avance hacia el voto programático que compromete al candidato con un plan medible, que supera la promesa y el compromiso retórico, facilitando la evaluación y en consecuencia, la posibilidad de reelección.

Recordando anteriores elecciones donde la ciudad no apareció en el discurso electoral, con debates sin diagnósticos ni contenidos, destaca hoy una coincidencia por elevar los estándares y poner en discusión la problemática de una comuna que requiere liderazgos capaces de consensuar miradas tan diversas como legítimas, sobre las necesidades por levantarla, conservarla y mantenerla en el nivel nacional e internacional que le corresponde.

Diversas organizaciones ciudadanas, debates de un mundo académico más cohesionado e incluso la apertura incipiente ante su creciente responsabilidad urbana, de empresas públicas del Estado, como Metro Valparaíso y la Empresa Puerto Valparaíso, junto con los estudios en curso destinados a la ejecución del Plan de Inversiones para la Reconstrucción, incluyendo la acción proactiva del Colegio de Arquitectos local, son fenómenos que hablan de la incorporación de una masa crítica que como nunca representa una oportunidad para la aplicación de una mirada profesionalizada, un ejercicio administrativo 2.0 para una ciudad que encarna uno de los desafíos más complejos a nivel nacional.

Problemas como la basura, la precarización del espacio público, el resguardo de las quebradas, las posturas sobre la informalidad en el hábitat y las posibilidades de diversificación económica frente a los atributos que la ciudad presenta más allá de su casco histórico, pueden interpretar a una comunidad de votantes que ha estado lejos y desinteresada, pero que anhela vivir con dignidad en una ciudad limpia, segura y con oportunidades de trabajo.

El organigrama de un municipio proactivo, que a pesar de su déficit estructural plantee detonar un nuevo modelo debe enfocar más en el "cómo se hará" que en el "qué se va a hacer". Que reconozca lo que la ciudad posee y anhela en sus cerros, barrios, plan y borde costero, acompañando las capacidades de sus habitantes para organizarse y proponer de manera colaborativa.

Justamente la diferencia de esta elección con las de antes, es que ningún candidato podrá idealizar o cosificar cómodamente las soluciones, dado que como se ha dicho, sobran los diagnósticos y una parte importante de la ciudadanía tan inquisidora como propositiva se ha propuesto trabajar en la apuesta hacia una verdadera gobernanza local.

Así, no cabe duda que el requerimiento por entornos mejor cuidados y mejor administrados es una exigencia de todos quienes habitan Valparaíso. El arraigo que sienten sus ciudadanos ojalá refleje en octubre próximo una mayor participación para un proceso inédito en la historia electoral reciente de esta ciudad, el de la deliberación democrática de una ciudadanía, por sobre un cuoteo partidista. Y será la oportunidad de fortalecer la convicción sobre una carta de navegación actualizada y transparente de las nuevas autoridades, que es también la de cuidar la representatividad recibida de sus votantes.