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Intendentes electos: un panorama incierto

¿Realmente este gobernador regional tendrá la suficiente autonomía o el votante terminará eligiendo un personaje decorativo, que no tendrá el dominio de la pelota?
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En los partidos de fútbol, una de las mediciones importantes de la calidad de cada equipo es el porcentaje de dominio del balón. Esto no necesariamente se condice con la cantidad de veces que se instala la pelota en el arco contrario (bien lo sabemos los chilenos), pero da una idea más o menos concreta de la eficiencia de cada equipo.

¿Quién tendrá mayoritariamente el dominio de la pelota en los gobiernos regionales? Esa es una de las preguntas que siguen dando vueltas, cuando sólo faltan tres días para que la comisión de Gobierno del Senado vote la normativa que establece la elección de los intendentes -o gobernadores regionales- a partir de 2017.

En momentos en que -al menos en Valparaíso- el gobierno local aparece cuestionado (en una nueva entrega de la teleserie "¿Quién se quedó con la plata?"), en la esfera simbólica, este proyecto es una forma clara de apostar por la descentralización del país.

Si el proyecto es enfocado correctamente, el hecho de que los intendentes resulten definidos a través de una elección abierta por parte de quienes residen en la región y no desde el centro de Santiago, determinará, con suerte, que su gestión estará orientada a privilegiar medidas que realmente favorezcan el desarrollo del lugar donde fueron electos. En la teoría al menos. Pero, aquí aparece la primera dificultad: ¿con qué porcentaje debiera ser electo este intendente para que realmente tenga legitimidad? ¿Mayoría absoluta o nos conformamos con el 40% y una diferencia de 10 puntos con su contrincante? ¿Vale la pena que el proyecto salga "como salga" para cumplir con la promesa presidencial?

Una segunda complejidad tiene que ver las competencias, atribuciones y recursos con que contará la máxima autoridad regional. ¿Realmente este gobernador regional tendrá la suficiente autonomía o el votante terminará eligiendo un personaje decorativo, que no tendrá el dominio de la pelota ni siquiera los primeros veinte minutos? ¿Qué pasará con este intendente y con los recursos que se destinarán a la región, si -por ejemplo- resulta ser de oposición?

En el sistema actual, una de las críticas recurrentes desde los '90, ha sido la definición de los recursos regionales desde la Subdere, sobre todo en épocas electorales, cuando la oposición siempre termina acusando la entrega de mayores fondos para las zonas con parlamentarios oficialistas, ¿qué pasará cuando esos dineros deban ser para un intendente de la oposición? ¿Tendrá el mismo trato? ¿O pasaremos de un centralismo administrativo a un centralismo partidista?

Dentro de los "pendientes" está también algo que ha pasado inadvertido: la jornada electoral. En la propuesta original, la elección debía coincidir con las municipales. Sin embargo, el poco compromiso del gobierno -al no apurar antes la definición del Congreso- y la lentitud de la tramitación, determinaron que este proceso recién se realice eventualmente en 2017.

De ser aprobado el proyecto como está, y aunque sea difícil de digerir, el 19 de noviembre del próximo año cada uno de nosotros recibirá la escalofriante suma de cinco papeletas (al menos en las regiones impares): elección presidencial, de diputados, de senadores, de consejeros regionales y de intendentes. No parece extemporáneo recordar que en la pasada elección, concentrándonos sólo en el distrito y provincia de Valparaíso, los votantes se vieron sometidos a definir entre 9 candidatos presidenciales, 8 a diputados y 27 a Cores (44 en total, gracias a que no hubo comicios senatoriales. Si no, habríamos llegado a la cincuentena).

Siguiendo esa línea, en 2017 se agregarán los postulantes al Senado y -como si fuera poco- otra papeleta con los nombres de quienes quieran optar a ser intendentes o gobernadores regionales.

¿Alguien cree realmente que una persona media logrará definir -de un listado con al menos 50 postulantes a distintos cargos- quiénes son las mejores opciones? ¿O en realidad se pretende que la ciudadanía defina en torno a partidos políticos más que en función de personas y proyectos? Porque si es así, el panorama es oscuro. Si nos basamos en el 20% de los chilenos que se identifican con alguna de las colectividades de Chile Vamos o la Nueva Mayoría y que, en función de aquello, entenderán el pergamino electoral, es poco a lo que se puede aspirar. Porque ahí sí, entre los pocos que se levanten a votar, las propuestas de los postulantes a intendentes, diputados, senadores, cores e incluso a Presidente, pasarán a segundo plano y las vedette de la jornada serán el "tincómetro" y el acarreo.