Escozor y molestia ha desatado una publicidad pagada del actual alcalde de Valparaíso y candidato a la reelección, Jorge Castro, en la cual se refiere en términos no muy amables a sus dos principales rivales: el oficialista Leopoldo Méndez y el autonomista Jorge Sharp. Básicamente, y montando distintas fotografías y artículos de prensa (algunos publicados en este mismo diario), cuestiona la preparación académica de Méndez, quien se vio obligado por el Ministerio de Educación a convalidar sus estudios de enseñanza media a través de exámenes; y critica abiertamente la calidad de afuerino de Sharp, a quien también le endilga de cierto modo una supuesta falta de experiencia laboral, dadas sus características de estudiante recién egresado.
En Villa Alemana la discusión también se ha centrado durante los últimos días en una publicación del candidato democratacristiano Gianni Rivera cuestionando el accionar del alcalde José Sabat, quien se ha manifestado sumamente afectado por la situación.
En Olmué el asunto ya ha rayado en lo delincuencial, por cuanto se han ejecutado rayados con amenazas contra la alcaldesa Macarena Santelices, para quien el Ministerio Público incluso dispuso resguardo policial hasta el término de las elecciones municipales.
En Viña del Mar las diatribas son más indirectas, haciendo alusión al presunto enriquecimiento explosivo de cercanos a la actual administración sin pruebas concretas que sustenten o confirmen tales acusaciones.
Al respecto, bien caben dos apuntes: primero, en política cada uno es -o debiera ser- responsable de sus actos y no existe otro juez más que los votantes del próximo domingo, quienes privilegiarán o castigarán lo que les resulte atractivo o les cause rechazo, respectivamente.
Segundo, y agradeciendo que se nos permita una digresión: ¿Cuánto habrá de los candidatos en las publicaciones, publicidades o ataques aludidos? ¿No será que algún "iluminado" del partido se entusiasmó más de la cuenta con el agresivo duelo entre Trump y Clinton y creyó acertado traspasarlo a la Región de Valparaíso?
Estas elecciones municipales pasarán, los flashes que se asomaron por el Puerto, Viña y otros recovecos se enfriarán, y la población volverá a lidiar con sus carencias y fantasmas comunales. Cuando se habla del descrédito de la política, el sayo no sólo debiera caberles a los alcaldes y parlamentarios, sino a toda aquella claque que, con toda imprudencia, aconseja golpear o victimizarse (¿hay alguna diferencia?) a los candidatos de turno.