Secciones

Consejos al por mayor

Deseo que una eficiente gestión municipal no sucumba ante ningún tipo de mesianismo, y que en Viña del Mar aprendamos alguna vez la lección que acaba de darnos Valparaíso.
E-mail Compartir

Parece haber demasiadas personas interesadas en dar consejos al nuevo alcalde de Valparaíso, y no me gustaría sumarme al coro de los que siempre creen saber lo que otros tienen que hacer cuando asumen un cargo de autoridad. Veo especialmente interesados en dar consejos al nuevo edil a personas mayores -entre las que me cuento-, algo que, a fin de cuentas, no debería sorprendernos. La mayoría de las personas cree aumentar su sabiduría como resultado únicamente de la antigüedad, lo cual no es más que un viejo malentendido. ¿Saben ustedes lo que hacían en la antigua Grecia con algunas personas mayores? Las ponían a probar los alimentos que iban a ser servidos en una cena para verificar la presencia de posible veneno destinado a uno o más de los comensales.

Pero veo también a no pocos políticos locales y nacionales que se han puesto en plan de consejeros, en circunstancias de que las recomendaciones que dan ahora a un alcalde de 31 años debieron aplicarlas antes a sí mismos. En Chile, y en otras partes también, lo que se presenta como experiencia en materia política no pasa muchas veces de ser otra cosa que una larga sucesión de errores y malas prácticas, y a veces de algo más que errores y malas prácticas, en los que se ha incurrido por lo general impunemente. La actividad política, y otra vez no solo aquí, sino también más allá de nuestras fronteras, ha ido perdiendo calidad, y cuando la política pierde calidad, también la sufre la democracia como forma de gobierno y la valoración que los ciudadanos dan a esta forma de gobierno. De allí que cuando se juega con fuego con la política, se lo hace también con la democracia, y el siniestro que empezó en la primera puede extenderse a la segunda.

Se escucha decir que los problemas de la democracia se solucionan con más democracia, aunque a mí me parece que se arreglan con mejor democracia. Se trata de una cuestión cualitativa y no puramente cuantitativa. Y una mejor democracia tampoco es otra democracia, o algún sustituto de ésta, sino una en la que los principios y reglas democráticas se aplican y funcionan más adecuadamente, unos principios y reglas en los que existe ya bastante acuerdo. Ya no es posible que alguien llame democracia a lo que se le ocurra; por ejemplo, Pinochet a su dictadura, diciendo que se trataba de una "democracia protegida", Hitler a la suya "democracia real", el general Franco en España "democracia orgánica", y las dictaduras comunistas que hubo en el este de Europa, "democracias populares".

Menos que consejos, lo que desearía expresar son solo algunos deseos: que persista el respaldo amplio y transversal que consiguió el nuevo alcalde en la reciente elección, que él se ocupe también de cuidar y en lo posible extender ese respaldo, que una eficiente gestión municipal no sucumba ante ningún tipo de mesianismo, y que en Viña del Mar aprendamos alguna vez la lección que acaba de darnos Valparaíso.