Apuntes sobre la vía porteña
La próxima entronización del abogado Jorge Sharp Fajardo como el nuevo alcalde de Valparaíso es, sin duda alguna, uno de los hitos más relevantes en la política nacional de la última década, por cuanto establecerá -para bien o para mal- el futuro derrotero del acrisolado cuerpo político conformado por el grueso del Movimiento Autonomista liderado por Gabriel Boric, las variadas organizaciones civiles porteñas que confluyeron en el Pacto Urbano La Matriz (que contarán con la representación en el Concejo Municipal de los exlíderes del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, Daniel Morales y Claudio Reyes) y algo, aún no sabemos cuánto, de la Revolución Democrática de Giorgio Jackson, y el Partido Humanista. Contra todo lo esperable, el quiebre de la Izquierda Autónoma en mayo de este año (que derivó en su escisión y la partida de Boric, acusado de caudillismo, y también de Sharp, apuntado como candidato inconsulto) pareció darle más bríos a esa nueva izquierda que amenazaba con apagarse tras la bizantina batalla del movimiento estudiantil por la Educación. Por lo mismo, el reciente triunfo de la lista B -integrada por el autonomismo- en las elecciones de la Fech y el asalto que pretenden dar esta semana en los comicios de la Anef conversan directamente con ese copamiento de espacios propugnado por los David Arellanos del autonomismo, esto es, la integración en su sueño de Frente Amplio de todos los sectores históricamente ninguneados por la izquierda oficialista, tales como el ecologismo, el feminismo y el sindicalismo (la carta de Andrés Fielbaum sobre las huelgas silenciosas, ayer en El Mercurio de Santiago, revela claramente la competencia por la representación de estas bases en sus estructuras). Entretanto, la vía porteña comenzará a lidiar desde el propio martes con el orgullo de aquellas dos almas que necesariamente deberán acomodarse entre la premura de las carencias de la gente de Valparaíso y aquel proyecto político grandilocuente que se pretende instalar. "Electorizarlo todo sería un error", repite el diputado Boric, a sabiendas de que el "cuajado", como lo llama él, excede a las instituciones estatales y debiese instalarse desde la participación y el diálogo con los distintos actores sociales, sindicatos y federaciones, como también en las organizaciones civiles y territoriales, algo muy parecido -en parte- a lo que ocurrió en Valparaíso. El fin de los utopismos y el cierre del Siglo XX, decretados la semana pasada con la muerte del dictador cubano Fidel Castro, son algo más que meras coincidencias: Sharp y su vía porteña tienen, desde esta semana, la gran oportunidad de escribir una historia distinta, alejada del izquierdismo histérico (sí, con é) y más cercana a los porteños y su población flotante. Del éxito de su empresa depende el futuro de Valparaíso.