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Bienvenido, alcalde Sharp

Una de las primeras misiones que tendrá el nuevo edil será moderar sus palabras, aprender a callar y no prometer más de lo que puede cumplir.
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Al más puro estilo navideño, ninguna columna debiera comenzar sin enviarles los mejores deseos a los nuevos alcaldes, que asumieron esta semana y comenzaron su viaje por estos cuatro años de gestión municipal. Un trabajo que estará marcado no sólo por las elecciones del próximo año, sino además por una economía que no crece como antaño, una ciudadanía más empoderada que nunca y un nivel de desconfianza y apatía ante la política, inédita desde el regreso a la democracia.

Quizás uno de los que más energías necesitará es el flamante edil de Valparaíso, Jorge Sharp. Su emoción al ver el edificio consistorial porteño repleto de gente el día de su asunción, puede ser un buen augurio, aun cuando la realidad no dejó de golpearlo por primera vez, de la mano de los trabajadores portuarios que le dieron su primera "friega" con los problemas que enfrentará durante su mandato.

Así como una vez hablé de los "fantasmas" que tenía que superar en ese entonces Jorge Castro, ahora el nuevo jefe comunal deberá hacer frente a sus propios espectros en la casona de calle Condell.

El martes 6 todas las miradas de gran parte de la clase política y de la ciudadanía estuvieron puestas en su llegada al sillón edilicio. Y lo mismo sucederá durante estos cuatro años de gestión: todos estarán pendientes del joven alcalde, que llega a hacerse del poder local gracias a la famosa apuesta "ciudadana", en contra del "duopolio".

Lo primero que deberá tener claro Sharp es que toda la dirigencia política lo mirará con lupa, no sólo en el país, sino también en la región. Pero además, los porteños estarán atentos a que se cumplan las expectativas.

Por lo mismo, una de las primeras misiones que tendrá el nuevo edil será moderar sus palabras, aprender a callar y no prometer más de lo que puede cumplir, en un municipio que está pasando por un mal momento económico y donde cualquier paso en falso hará que este diamante en bruto pase a convertirse en un carbón sin ninguna gracia.

Sharp deberá además mantener a raya a su fantasma personal: la dualidad entre activista juvenil y autoridad responsable. Porque cuando les dice a los porteños -incluidos quienes se manifestaban a favor del T2 en su propia jornada de asunción al mando- que sigan protestando, debe tener claro que su rol como jefe comunal está muy lejos de lo que puede hacer un dirigente social: una autoridad no puede azuzar, no puede llamar al desorden.

Y entonces, vuelven a la mente las jornadas de 21 de mayo en las calles de Valparaíso y el incendio que terminó con la vida del guardia Eduardo Lara. ¿Qué hará Sharp cuando, tras el próximo discurso presidencial ante el Congreso pleno, el plan de la Ciudad Puerto se llene de molotov, de bombas lacrimógenas y la mayor parte del mobiliario municipal quede en el suelo? ¿Qué les dirá a los encapuchados cuando él sea el encargado de reconstruir la ciudad?

¿Cuánto tiempo logrará el nuevo edil mantener la dualidad entre dirigente estudiantil y jefe de la comuna? Porque cuando dice que "no les tenemos miedo a las movilizaciones, debates, a las diferencias", olvida algo crucial: una cosa es no tener temor y otra es evitar ser quien motiva las movilizaciones. El debe ser capaz de tomar decisiones.

A lo anterior, hay que sumar los espíritus habituales que rondan por Valparaíso. La deuda histórica del municipio que puede hacer caer cualquier buena intención que requiera de recursos y que ha determinado que la calidad de vida de los porteños sea cada vez peor.

Vale la pena recordar la encuesta que en esta materia dio a conocer -hace solo unos días- la Fundación P!ensa. De todas las provincias, la que logra la peor evaluación ciudadana es precisamente Valparaíso, en un proceso de baja constante en los dos últimos años, en los que ha descendido más de 60 puntos.

Solo como ejemplo, el puerto es la comuna peor evaluada en servicios para la vivienda (baja más de 100 puntos), sistema de alcantarillado y servicio eléctrico. Es además la provincia con peor nota en seguridad y la que concentra menor confianza respecto de la gestión municipal.

Para hacerle frente a estos espíritus, además Sharp deberá aprender a generar consensos y apoyos dentro del municipio, el mismo donde compartirá espacio con las máquinas políticas heredadas de los exalcaldes Jorge Castro y Hernán Pinto. Si bien logró derrotar a Chile Vamos y la Nueva Mayoría, tanto en el Concejo como en las tareas administrativas dentro del municipio deberá contar con ellos. Y para poder decir "misión cumplida" deberá ser capaz de dejar a un lado sus diferencias y -aunque no le guste- apoyarse en el "duopolio", que tanto criticó en su campaña.

* Magíster en Comunicación Estratégica, periodista, analista política y directora de la Escuela de Periodismo de la UAI

Por Karen Trajtemberg *