Al rescate de la generación NINI
En la Región se repite el fenómeno generalizado de miles de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Hay falta de oportunidades. Indudable. Pero también se ha instalado en ese grupo un ánimo de indiferencia, de escepticismo, de falta de entusiasmo.
NINI, curiosa sigla que revela una preocupante realidad social y cultural. Se trata de jóvenes de entre 15 y 29 años que NI estudian NI trabajan. Un estudio sobre capital humano de la Quinta Región elaborado por la Fundación UPLA, entidad surgida al alero de la Universidad de Playa Ancha, revela que 59.700 personas tienen esa condición. De ese total, 72% son mujeres y 28% varones.
Las causas son variadas: mujeres deben quedarse a cargo del hogar, incluyendo el cuidado de hijos y ancianos y, además, las bajas remuneraciones y pocas oportunidades laborales. Por el lado de los hombres, también prima como factor de inactividad los bajos incentivos que les ofrece el mercado laboral.
El economista Osvaldo Jara coautor del informe llama al "mejoramiento y alcance de los programas sociales" y añade que con una mejor capacitación los jóvenes "deberían asegurar un incremento significativo de la empleabilidad de las personas y en la productividad del trabajo".
Tiene razón el economista, pero habría que entrar a mirar más a fondo el problema, considerando que la "generación NINI" no es una exclusividad de la Región ni del país. Es un fenómeno universal, al menos en occidente.
Hay una falta de oportunidades. Indudable. Pero también se ha instalado en ese grupo un ánimo de indiferencia, de escepticismo, de falta de entusiasmo. Para muchos la vida no es más que una pantalla digital donde hay comunicación, posibilidades de expresión, frivolidad y juegos. Nada más.
El esfuerzo no tiene espacio en esas vidas, quizás por falta de incentivos, pero también hay carencia de motivaciones que van más allá de lo económico. Es una realidad que se da en todos los sectores sociales, pero marca más en los de menores ingresos, pues la inactividad de un miembro del grupo familiar recarga el peso que debe llevar el resto.
Frente a esta realidad aparece una responsabilidad social, de las instituciones, principalmente de la educación, pero en general de toda la comunidad donde las actitudes de muchos grupos llaman justamente al desaliento, a una suerte de fatalismo donde la pregunta es: ¿Para qué?
El valor del trabajo de la Fundación UPLA es haber cuantificado localmente el problema, pero la tarea debe continuar señalando caminos de acción que muestren horizontes a esos grupos humanos, los jóvenes NINI, que son elementos valiosos y que dejarán de ser jóvenes y avanzarán en el tiempo, condenados a una existencia sin rumbo ni futuro. La gran tarea social es comprender y rescatar a esa generación.