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Estimular al homo sapiens

Lo que de verdad está faltando estimular no es a la mujer, sino al homosapiens, este hombre pensante y sensible que pone en la balanza las situaciones, las analiza y argumenta con pasión, pero también con profundidad.
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La famosa muñeca inflable que obsequió Asexma, de la mano de su presidente, Roberto Fantuzzi, causó revuelo esta semana y fue retratado en la mayor parte de los medios internacionales, como la estupidez que fue. Más aún si se considera la poco afortunada frase que acompañó al regalo: La economía "es como las mujeres, hay que estimularla".

Desde cualquier mirada, el presente fue ridículo, perturbador y una ordinariez. Una muestra de la baja calidad que ostenta la clase política y empresarial en el país. Pero además, parte de una base errada: a las mujeres no hay que estimularlas, al menos en términos laborales lo están hace mucho tiempo.

Porque es de imaginar que, si esta situación se produjo en un encuentro de un gremio productivo, el obsequio pretendía graficar el aporte femenino al mundo del trabajo. Y no abordar un aspecto sexual, ¿cierto?

Las mujeres ya son parte fundamental del espacio laboral, aunque no sin dificultades. Según cifras de ONU Mujer, sólo el 24% de los puestos de alta dirección alrededor del orbe están ocupados por representantes del género femenino. De los 143 países evaluados, en 128 existen diferencias jurídicas que limitan su desarrollo económico, con trabas como la dificultad para heredar propiedades o diferencias en la remuneración con sus pares del género masculino. Peor aun: hay 15 países donde los esposos pueden oponerse legalmente a que su mujer trabaje.

En que Chile, se han ratificado más de 60 convenios con la OIT, de los cuales al menos cuatro están dirigidos a proteger los derechos de las trabajadoras, disminuyendo la discriminación y permitiendo que se compatibilice familia y empleo. Asimismo, se ha regulado el trabajo doméstico, de corte mayoritariamente femenino.

Entonces, las mujeres ya están estimuladas. Punto aclarado.

Luego, el problema ha sido la sobrerreacción: lo de la muñeca fue feo, grosero y realmente una desubicación. Pero llegar a pedir la renuncia de los ministros que fueron sorprendidos con el burdo regalo, realmente da para pensar que lo que falta estimular son las neuronas de algunos, pues la inteligencia se ha convertido en un bien ausente, sobre todo en redes sociales y, a ratos, en la clase política.

La muñeca fue una muestra de la cosificación de la mujer. A la economía hay que estimularla, dijeron. Y los ministros se rieron... En paralelo, un niño fue torturado y asesinado brutalmente en Temuco.

Todo se conoció el mismo día. La diferencia fue que Alan Pena, a sus 13 años, no estuvo en Asexma. No votaba. Ni era mujer.

Por eso probablemente ninguno de los presidenciables se mostró tan impactado con su brutal tortura y fallecimiento, como sí por haber aceptado entre risas el juguete. La clase política no le dio la importancia que tuvo la muñeca y la brutal falta de respeto al género femenino. Porque las mujeres sí votamos y era políticamente correcto cuestionarlo.

Por eso la Presidenta Bachelet no hizo cadena nacional, como sí lo realizó cuando fue asesinada Florencia Aguirre, en Coyhaique. Pero Alan era hombre.

Por eso nadie pidió la renuncia del ministro de Justicia, Jaime Campos, como sí de su par de Economía, Luis Felipe Céspedes, por toquetear a la muñeca y reírse con el bochornoso presente.

Por eso en las redes sociales, las fotos de Alan y las muestras de horror por su deceso no eran tantas. No fue trending topic, a diferencia de la muñeca. No existió el hashtag #Niunomenos.

Mientras Twitter y Facebook hervían de críticas por la cosificación de la mujer, sólo uno que otro hablaba de Alan, que a esas alturas ni siquiera tenía nombre. Era sólo un niño más, ligado a la pesadilla del Sename, que moría en el sistema o fuera de él.

Se cree -no hay una cifra concreta y definitiva- que más de mil niños ligados al Servicio Nacional del Menor han muerto en los últimos años. Esta semana se sumó Alan Pena, con un nivel de violencia y maldad digno de un capítulo de Criminal Minds. La mitad de esos menores eran discapacitados, algunos no hablaban y otros se alimentaban por sonda. Pero no tienen el peso y no causan la indignación que sí generó la muñeca.

Entonces, como sociedad, estamos fallando. No estamos poniendo el énfasis en lo que realmente importa.

Lo que de verdad está faltando estimular no es a la mujer, sino al homosapiens, este hombre pensante y sensible que pone en la balanza las situaciones, las analiza y argumenta con pasión, pero también con profundidad. Y que es capaz de darse cuenta de que un niño asesinado, torturado por dos adultos durante más de doce horas, tiene más importancia en la vida del país que una muñeca inflable y la risa de secretarios de Estado y candidatos presidenciales.

* Magíster en Comunicación Estratégica, periodista, analista política y directora de la Escuela de Periodismo de la UAI

Por Karen Trajtemberg*